Comentarios: 0
Para el jardín o el patio
Un espacio independiente London Design Festival

Artículo escrito por Ángel Serrano, CEO de Zityhub

Madrid lidera la Revolución Flexible en España. Le siguen Cataluña y la Comunidad Valenciana. El resto del país avanza a un ritmo desigual. ¿Qué nos dice este gráfico? Dónde se trabaja más en remoto y dónde hay más disposición a cuestionar el viejo mandato de la oficina como único lugar válido de trabajo. Pero conviene matizar: esto no va contra la oficina. Nunca fue el enemigo.

De hecho, la oficina tiene un papel. Pero no uno fijo, ni uniforme, ni obligatorio. El problema es cuando la convertimos en medida de compromiso, en ritual vacío, en tótem de productividad. Entonces deja de ser un lugar de encuentro para convertirse en un obstáculo.

Por eso hablo de implementar un oficina líquida. Un concepto que no es nuevo, pero que ahora cobra sentido. El concepto de "espacio líquido", inspirado en la modernidad líquida de Zygmunt Bauman, ofrece una nueva perspectiva. No se trata de diseñar oficinas más modernas, sino de crear ecosistemas adaptables que respondan a la fluidez de nuestro tiempo. El espacio de trabajo debe transformarse en un organismo vivo que respire con el ritmo de sus ocupantes, que se expanda y contraiga según las necesidades del momento, un espacio en red. 

Igual que Bauman hablaba de relaciones líquidas, también debemos hablar de espacios laborales líquidos. Cambiantes. Adaptables. En red. Con propósito.

Madrid y otras grandes capitales lideran este cambio por razones operativas. Son territorios donde el acceso a talento es crítico, la movilidad urbana compleja y la competitividad más visible. En esos entornos, la flexibilidad permite atraer, fidelizar y cuidar al equipo cuando el tiempo y la autonomía son condiciones básicas.

Lo interesante es lo que pasa en el resto del gráfico. Ahí donde los formatos híbridos aún no despegan, se sigue interpretando el control como compromiso y la presencialidad como garantía. Eso tiene un coste: rotación, desconexión y pérdida de competitividad.

Si no hay flexibilidad, el talento migra hacia culturas organizacionales donde la libertad responsable es práctica, donde el bienestar es estructural y donde los líderes entienden que el trabajo se dirige desde acuerdos claros y autonomía para alcanzarlos.

La flexibilidad ya no es una concesión, sino una estrategia de fidelización de talento. Las organizaciones deben comprender que la conexión con su cultura y valores no está anclada a coordenadas físicas, sino que fluye a través de experiencias significativas, sean presenciales o remotas.

Este gráfico señala una transformación en marcha, pero también una brecha que se resuelve con visión. Porque lo que está en juego es cómo decidimos vivir.

Ver comentarios (0) / Comentar

Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta