Cada verano las calles de su pueblo, Valverde de la Vera, en Cáceres, se engalanan de parasoles, mantones y otras instalaciones realizadas con materiales reciclados: plásticos de bolsas de la compra, hilo de redes de pescar que ya no se usan… Y detrás de esta hermosa iniciativa, en la que se involucra la gran mayoría de mujeres del pueblo y que ha recibido premios hasta en Japón, está la arquitecta Marina Fernández.
Fernández, que siempre se ha sentido atraída por las instalaciones, también es docente de Diseño de Producto en Madrid e innova creando mobiliario 3D con base fécula de patata.
¿Por qué estudió arquitectura?
Me gustaba mucho dibujar. Dibujaba muy bien y en aquel momento, motivada por mi familia, pensando en una profesión que pudiera tener futuro, pensé en estudiar arquitectura. Para mí la arquitectura tiene muchísimas posibilidades, me interesa mucho trabajar el espacio y pensar cómo podemos conectar con el entorno, integrar los objetos, los elementos que componen estos espacios... Durante muchos años he estado trabajando sobre todo en intervenciones de espacios a través de instalaciones temporales.
Terminó los estudios en 2008, en plena crisis inmobiliaria… ¿Cómo encontrar una salida profesional con esa tesitura?
Tanto a mí como a todos los compañeros de generación, más arriba, más abajo, nos ha tocado vivir la crisis inmobiliaria y ha sido realmente duro. La parte positiva es que me ha dado la oportunidad de ampliar lo que entendía que podía ser el trabajo como arquitecta y he podido trabajar de otras maneras, tanto en diseño de exposiciones, en un contexto más vinculado a la cultura, haciendo reformas, colaborando con diferentes profesionales.
¿En qué proyectos está involucrada ahora?
Desde hace muchísimo tiempo, cerca de 12 años, estamos trabajando en el proyecto Tejiendo la calle que realizamos en mi pueblo, en Valverde de la Vera, en Extremadura. También soy profesora en una escuela pública de diseño en Madrid. Y voy haciendo pequeños proyectos, como por ejemplo ahora uno de diseño de mobiliario con material bioplástico.
Hábleme de esas piezas
El proyecto es Donde habitan las flores y la idea es hacer presentes a flores que son especies protegidas, que debemos cuidar. Se trata de pequeñas estructuras que se pueden utilizar en forma de asiento o en forma de elementos para el apoyo, que juegan con estas geometrías de las flores. Las estamos trabajando con un taller de impresión 3D a gran escala utilizando un bioplástico a base de fécula de patata y maíz reciclado, que puede ser compostable.
¿Cómo surge el primer Tejiendo la calle?
El primer Tejiendo la calle surge en el 2012. Una persona de la Asociación Cultural de mi pueblo me planteó hacer una exposición, en ese momento yo estaba pintando y me pareció que podía tener más interés para el pueblo iniciar un proyecto de naturaleza colaborativa que pudiésemos hacer en comunidad. Es un municipio muy pequeñito, tiene 500 habitantes, en invierno la vida es tranquila, no hay tantas actividades culturales que sirvan para que las personas puedan relacionarse. Presenté varios proyectos, Tejiendo la calle salió seleccionado y esas navidades realicé los primeros prototipos. Junto con mi madre estuvimos tejiendo juntas, utilizando plásticos reutilizados, reutilizando bolsas de la compra, bolsas de embalajes, packaging…. Hicimos una convocatoria para quien quisiera involucrarse y hubo un primer encuentro que fue muy memorable. Fue muy bonito porque llevamos las primeras piezas, muchas mujeres del pueblo se involucraron y no hemos parado de tejer.
¿Cuántas mujeres están trabajando en esto?
Puede haber unas 40 o 50 personas involucradas. Como es un proyecto voluntario, cada cual colabora como prefiere, a placer. El grupo más estable somos unas 15 personas, pero luego cada año se van sumando nuevas vecinas y vecinos. De repente Ricardo se ha incorporado y está preparando material para que otra persona pueda tejer. Además, cada persona trabaja con libertad creativa, es decir, es diseñadora y productora de la pieza que aporta a una instalación común. El año pasado estuvimos trabajando con otro material a través de Jorge León, un escenógrafo de Movistar+, que nos hizo llegar una gran lona publicitaria que estaba en un edificio en Gran Vía en Madrid, y hemos transformado esas lonas dándoles forma, ha sido una técnica de patchwork, no la hemos tejido en este caso.
Esta iniciativa creo que se ha llevado un premio…
Sí, ha tenido varios reconocimientos que han sido muy importantes para el proyecto y para nuestro equipo. El último premio nos hace mucha ilusión porque viene desde Japón y es muy emocionante pensar que desde tan lejos se pueda reconocer una iniciativa que hacemos en un municipio pequeñito de Extremadura. Es un premio que tiene que ver con diseño y circularidad
¿Cuándo podrá verse la siguiente edición?
Será en el verano, a mediados de julio comenzamos el montaje. Vamos instalándolas por diferentes espacios del pueblo. Nunca se hace la misma instalación, siempre hay variaciones y permanece expuesta durante el verano. Todo el mes de agosto y hasta septiembre se puede visitar la instalación.
Háblenos de esta casa
Estamos en la casa donde crecí, es la casa de mi familia. Mis padres han sido maestros rurales aquí en Valverde. Yo nací en el pueblo y estuve aquí toda mi infancia y adolescencia y aunque resido en Madrid, siempre que puedo vengo al pueblo. Es una casa está abierta al jardín, fueron mi padre y mi abuelo los que empezaron a plantar un jardín. Cuando llegamos aquí se cultivaba tabaco, no había arbolado entendido de una forma ornamental. Empezaron a hacer el jardín con especies locales, la idea es que puedan casi mantenerse solo. La casa tiene muchos elementos que tienen que ver con los ornamentos de los que hablamos, que conectan con las especies que componen el paisaje.
¿Qué árboles hay en el jardín?
Muy variados, cítricos, limoneros que dan muchísima producción, mi padre va repartiendo limones por los bares del pueblo. Naranjos, también tenemos algunos cerezos y un magnolio magnífico. Hay un jardín de cactus, hay aromáticas. Está pensado para que haya muchas formas de recorrerlo.
¿Cuál es su rincón favorito de la casa?
Me gusta mucho este espacio, la terraza, donde podemos ver todo la zona del valle que baja desde Gredos hacia el Valle del Tiétar. Aquí se está muy bien, es muy agradable ver amanecer y atardecer, se puede estar todo el día. También me gusta estar en unos saloncitos que hicimos en el jardín, son una especie de salones al exterior. Utilizamos baldosas hidráulicas de viviendas que se demolieron, es material recuperado de viviendas de la zona y tratamos de hacer espacios como si fueran salones para estar juntos en el jardín.
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