Su nombre va inevitablemente asociado al del arquitecto Enric Miralles, con quien estuvo casada hasta el fallecimiento de Miralles en el año 2000. Tagliabue, que fue su compañera y cómplice durante años, hablará de hecho varias veces de él y de su legado en esta entrevista. Pero si decimos Benedetta y Barcelona, al transeúnte de la calle lo primero que le viene a la cabeza es la remodelación del mercado de Santa Caterina, obra de su estudio y que está muy cerca de su casa.
Al frente del estudio, Benedetta Tagliabue recibe a Idealista News en una hermosa casa con jardín, (que en su día fue un antiguo almacén), un oasis con arcos góticos en las paredes localizado en el casco antiguo de la Ciudad Condal.

He leído en alguna entrevista que defiende construir ciudades más amables, perdone el escepticismo pero, ¿esto es realmente posible?
Sí es posible, y se hace primero teniendo la intención. Creo que muchas veces las intenciones son fundamentales y saber que esto es algo importante, positivo, porque da un sentimiento de más felicidad a la gente. Se puede hacer si se quiere.
¿Cree que hay suficiente voluntad política para hacerlo?
Creo que las voluntades políticas siempre dependen del tipo de resultado que pueden obtener. Si la gente está concienciada que quiere una ciudad más amable, parte de un proceso ecológico, seguro que los políticos responden a lo que se les pide.
¿Siempre quiso ser arquitecta?
Siempre amé dibujar. Era una persona bastante fantasiosa, soñadora, que dibujaba con las amigas en el cole y siempre he pensado que arquitectura era quizás una buena manera para aplicar este tipo de capacidad que ya tenía espontáneamente. Arquitectura es una profesión con muchísimos aspectos. Se puede abordar desde muchos puntos de vista diferentes y hasta encontrar el punto de vista que me gustó a mí… pues costó.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Me gusta mucho que te ocupas de los demás, te ocupas de los lugares como posibilidad de dar mejores vidas a la gente. Y me interesa mucho también esta cosa que la arquitectura pertenece a un lugar, pertenece a una historia, tiene todo un mundo alrededor, un mundo cultural muy bonito. Y como decía con Enric cuando viajábamos mucho era realmente más que un trabajo, una oportunidad para aprender. Y esa es la cosa más bonita de la arquitectura.

¿Hay alguna cosa que le cueste más dentro de su oficio?
Hay muchas partes complicadas dentro de nuestro oficio. Es muy completo y por eso muy complicado. Yo me he inventado un poco que cada parte del oficio es creativa. O sea que no solo el proyecto es la parte creativa, también la gestión, el mercado, aplicar las leyes de una determinada manera. Intentamos mantener esta creatividad en todos los aspectos de la profesión.
Su nombre está asociado a una obra que tiene muy cerca de su casa, la renovación del mercado de Santa Caterina. Háblenos de ella
La obra del mercado de Santa Caterina deriva directamente de esta casa. Yo venía de Venecia y cuando vengo aquí a Barcelona con Enric, le indico el casco antiguo, porque es el lugar donde me encuentro a gusto. Estaba muy abandonado en la época, los primeros años 90, pero aquí hemos encontrado este espacio que era una ruina, un almacén abandonado. Después, hemos empezado a tener una serie de regalos, rascando los muros salían arcos góticos, capiteles, pinturas, historias de un pasado increíble. Y después nos hemos dado cuenta de que se necesitaban consejos para renovar toda la parte antigua de la ciudad y hemos entrado a hacer propuestas, el concurso para el mercado de Santa Caterina. En el mercado hay mucha alma. Es un poco una extensión de nuestra casa y lo hemos trabajado muy personalmente, quizá por eso que ha salido una obra que desprende esta alma y energía.

Su estudio tiene mucha proyección internacional, ¿por qué os enfocáis más fuera?
Ahora tengo muchas ganas de volver a trabajar en España porque es casa, durante la época de crisis paramos de hacer concursos aquí porque veía que había muchísima competencia. Los arquitectos españoles son de primera categoría, muy buenos. Entonces empezamos a proponer fuera, a hacer concursos en Alemania, en Francia, donde todavía se necesitaba una arquitectura un poquito más fluida, como la que se hace aquí en España, más atenta al paisaje, a la integración urbana. Y después, de casualidad, entramos en China y allá era como muy bonita la conversación porque realmente es una China que está transformándose. Entramos allá en la Expo 2010 y durante estos 15 años hemos tenido realmente un espectáculo de transformación increíble en la arquitectura, el urbanismo de China. Haber sido parte de esto ha sido fantástico. No sé cuál será el futuro, los arquitectos tenemos que movernos con los movimientos geopolíticos.
¿Algún proyecto del que pueda hablarnos?
Ahora estamos con dos proyectos que se están acabando en Shanghái, uno de una plaza pública de gran movimiento de gente y otro de una universidad. La universidad es como muy integrada y la plaza también, es una plaza donde la gente se puede encontrar a gusto, donde hemos vuelto a poner el verde. También, en Taiwán tenemos una sede de una gran compañía y después aquí en Europa estamos haciendo proyectos urbanos como por ejemplo la estación de metro en París o una estación de metro en Nápoles...
Llegaron a esta casa en los noventa y era un antiguo almacén en ruinas, ¿cuánto tardó en convertirse en un hogar?
Ha sido un proceso lento porque es una casa grande. Teníamos nuestros propios recursos, que eran pocos, y entonces ha sido ir poco a poco. Y después hemos ido entrando poco a poco en lugares. Por ejemplo, al principio hemos hecho las pavimentaciones, después hemos empezado a mirar los techos, hemos hecho dobles alturas. Las divisiones de las habitaciones solo las hemos hecho cuando hemos visto que íbamos a tener un hijo y después un segundo.. Esta casa se ha hecho continuamente y todavía se está haciendo.

¿Cuál es su rincón favorito de la casa?
Creo que mi rincón favorito quizá es esta habitación. Es una habitación entre el jardín y la casa y me encanta que ya en época modernista hayan puesto estas baldosas, que son unas baldosas que simulan un jardín.. verdes, azules. Tiene un alma especial esta habitación pero realmente utilizo todas las habitaciones con situaciones diferentes. La habitación de dormir es magnífica porque tengo toda la visión del jardín. También controlo la puerta. En los salones puedo desarrollar trabajo pero también puedo invitar a gente. Tenemos mesas que se transforman, entonces podemos ser seis, ocho, 15, 30, hasta 50 personas. Me gusta mucho esta flexibilidad de la casa. Después está el estudio muy bonito, lo utilizaba mucho Enric y hemos seguido utilizándolo toda la familia, niños incluidos.

Sorprende que estemos justo al lado de la Vía Laietana y no se oiga nada…
Esto del silencio dentro de la casa ha sido quizá la primera cosa positiva que he notado cuando he venido a visitarla. Es increíble. Parece estar en una casa de campo, no se oye nada.
Entre los múltiples proyectos que habéis llevado a cabo, ¿hay alguno que le haya tocado especialmente?
Santa Caterina y esta casa tienen un afecto especial. Son muy personales. También quiero mucho el Pabellón de España que construimos en la Expo de Shanghái. Es un edificio que ya no existe. Lo tiraron porque ahora está transformando el área de la Expo. Hay un parque maravilloso y era un edificio muy orgánico, con unas curvas muy bonitas. Me ha encantado ver que el parque que han construido allí donde estaba el pabellón tiene las mismas curvas.
Su casa está repleta de objetos y detalles, ¿tiene algún objeto fetiche?
Eso sería muy difícil, tengo demasiados objetos fetiches y esto hace que seguramente si tuviera que salir corriendo quizás dejaría todo. Me llevo el perro, eso sí (risas).

En alguna ocasión ha dicho que Donde hay dinero hay más dificultad para dejar entrar a las mujeres. ¿Cuánto tiempo se necesita para cambiar esto?
Los hombres han tenido esa costumbre de controlar toda la parte material y a las mujeres dejamos una parte más espiritual, más de acompañamiento. La parte material tiene un valor, es una energía. El dinero es energía porque se puede transformar en todo y es muy divertido manejarlo un poquito. Las mujeres tenemos que hacerlo. Además, lo hacemos con criterio porque somos acostumbradas por generaciones a ser buenas administradoras. Por ejemplo, en Escocia hay esta asociación de viudas que administran sus patrimonios y yo estoy en esa situación. Lamentablemente, también soy una viuda, pero una viuda que más que nada ejerce la profesión que empezó con su marido y mantiene viva la actividad.

¿Háblame de la fundación Enric Miralles, ¿cuál es su objetivo?
Siempre he tenido una rabia, una tristeza de perder a Enric Miralles, que era un marido estupendo, un papá maravilloso, pero también un arquitecto genial y he pensado hay que hacer algo que permita a las generaciones futuras recordar a este personaje tan magnífico. Entonces hemos hecho una Fundación donde intentamos mezclar arquitectos jóvenes que a lo mejor no saben ni quién era y hacerles ver que él era una persona experimental, innovadora.


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