Su casa está inundada de color, pero este elemento no es exclusivo de su hogar, sino que se deja notar en casi todos los proyectos que inicia su estudio, Gon Architects. Pero sin duda, lo que más llama la atención de este céntrico ático de Madrid es la piscina en medio del salón porque, como bien reconoce el arquitecto Gonzalo Pardo, las casas deben ser funcionales, aunque también deben de contar con un componente hedonista, de disfrute.
A pesar de los mil litros de agua de la piscina, nunca ha habido goteras ni problemas con el vecino de abajo. Palabra de arquitecto.
¿Por qué se formó en Arquitectura?
Va a sonar muy pedante pero estudié arquitectura porque cuando tenía 14 años leí una entrevista en El País de Miguel Fisac y me gustó tanto todo lo que dijo que dije yo esto es lo que quiero hacer. La idea de trabajar en la ciudad, la idea de mejorar la vida de las personas a través de los edificios o las construcciones me parecía que era a lo que más podía aspirar.
Sus proyectos están repletos de color, ¿es el Ágatha Ruiz de la Prada de la arquitectura?
(Risas) No sé si seremos los Ágatha Ruiz de la Prada de la arquitectura, pero el mundo necesita, y más después de lo que hemos pasado, cierto optimismo y alegría y parece que el color es una herramienta fundamental para que esto sea posible. Venimos también de una arquitectura de líneas muy duras, de todo blanco y en nuestra arquitectura otro tipo de narrativas donde el usuario es el centro de toda la historia y no tanto los espacios, que también.
Ha hecho reformas de pisos muy pequeños, ¿los metros cuadrados dan felicidad?
Creo que sí, hasta cierto punto. Hay determinadas medidas que sí son realmente necesarias para el desarrollo de una vida. No digo que hagan falta mil metros cuadrados para vivir, pero mínimo 40, 50, 60 metros cuadrados.
En España, ¿hay más construcción que arquitectura?
Es que es una pena que diferencies entre construcción y arquitectura porque en el fondo todo debería ser lo mismo. Pero entiendo cuando te refieres a construcción a una construcción automática y sin pensamiento frente a la arquitectura, que no digo que sea de autor, pero sí una arquitectura más singular, más específica a un lugar. Soy profesor en la universidad e intentamos formar un alumnado que sea capaz de construir y de hacer ciudad de una forma digna y que entienda el entorno donde se está desarrollando.
¿Qué diferencia a los arquitectos de su generación de los anteriores?
Nuestra generación de arquitectos frente a la anterior es que tenemos por lo menos los pies más en la tierra, en el sentido de, (todo lo que pienso va a ser un poco impopular opinión) ellos vivieron un boom económico que nosotros desde el año 2008 venimos arrastrando. Nuestra generación, la de los 40 años, vamos casi como con la lengua fuera para conseguir cosas. De hecho, mucha gente se ha tenido que ir fuera de España porque no consigue trabajo y los concursos públicos, que era la única forma de conseguir un trabajo en España que no sea un cliente privado, están desapareciendo. O si no han desaparecido cada vez es más difícil acceder porque los requisitos para presentarse son haber hecho el pino puente, ser campeón olímpico en ocho olimpiadas, tener ocho títulos… Es una cosa imposible, pero bueno, lo conseguimos poco a poco.
¿Algún proyecto del que pueda hablarme?
Somos un estudio que desarrolla proyectos singulares, proyectos que tienen en cuenta o que son sensibles al entorno donde se construyen. Por ejemplo, ahora estamos construyendo un museo de arqueología en Lancia, una ciudad astur romana a diez kilómetros de León, y esto fue a través de un concurso público. Conseguimos ganar el concurso hace tres años para la construcción de este centro de interpretación que consiste en tres edificaciones que arropan de alguna manera el yacimiento romano.
Hablemos de esta casa, ¿por qué la piscina en el salón?
Tiene que ver precisamente con esta condición como funcional que hasta ahora han tenido las casas. Una casa tiene que ser funcional y nos parecía que incluir el hedonismo, el placer, el ocio en un espacio doméstico era fundamental, parece que las casas solo tienen que ser funcionales: una cocina, el salón, el comedor, el baño y de repente, bueno, pues se pueden incluir otros programas como puede ser una piscina, ¿por qué no? O lugares para descansar como puede ser la hamaca o una terraza para tomar el sol.
¿Tiene algún objeto fetiche?
No tengo uno, tengo muchos. Son las lámparas. En la casa hay más de 70 lámparas y es una obsesión que tengo, las lámparas me encantan y en lugar de que encenderlas con el interruptor me gusta encenderlas a mano. Al final cuando me voy a dormir tardo como diez minutos porque tengo que ir apagando una por una. Me gusta ese ritual.
Le acabó haciendo la reforma a su vecino de enfrente, cuéntenos esa historia.
(Risas) Sí, él hacía una fiesta, había mucho ruido y yo tenía que madrugar al día siguiente y cuando duermo, duermo. Así que fui enfadado, en pijama, a quejarme y a decirle que si no bajaban la música llamaría a la Policía. Bueno, la bajaron y muy bien y al día siguiente yo tenía una botella de champagne y unas flores en la puerta, con una notita de su parte. Se lo fui a agradecer y le dije que casi la compartía con él y bueno, acabamos siendo amigos. Un día que estaba en su casa cenando y ya con confianza le dije mira, si me permites esta casa es una mierda y necesita una reforma. Y se la acabamos reformando.
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