Una disputa entre la empresa que explotaba el rascacielos y el dueño de los terrenos ha vuelto a poner este emblemático edificio en el mercado
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El icónico edificio Chrysler de Nueva York busca nueva empresa que lo administre
El edificio Chrysler de Nueva York Getty images

Todo un emblema de la ciudad de Nueva York sale de nuevo al mercado tras varios años de crisis interna. La deuda de 21 millones de dólares contraída por RFR Holding, que explotaba los arrendamientos del inmueble, con Cooper Union, dueño de los terrenos sobre los que se asienta esta joya casi centenaria del Art Decó, han vuelto a situar a este rascacielos en la actualidad inmobiliaria. Se desconoce el precio que Savills pide por controlar el edificio Chrysler, al 100% de ocupación, pero que necesita una profunda reforma.

El icónico rascacielos de estilo Art Decó, situado en el corazón de Manhattan entre la Calle 42 y la 43, llegó a ser en 1930 el edificio más alto de la ciudad y de todo el mundo, con 819 metros y 77 plantas. Ahora vuelve hora al mercado tras una disputa judicial que ha supuesto la marcha de RFR Holdings, la firma inmobiliaria que explotaba los alquileres del edificio, tras una deuda de 21 millones de dólares con Cooper Union, dueña de los terrenos del edificio.

Tras el impago y el posterior fallo judicial, la administración del edificio quedó en manos de Cooper Union, que ha designado a la consultora inmobiliaria Savills para encontrar un nuevo operador. Hasta la fecha, la firma no ha revelado oficialmente el precio de salida, pero el último cambio de manos se realizó en 2019 por 151 millones de dólares, muy por debajo de los 800 millones pagados en 2008. El coste del arrendamiento anual de los terrenos alcanza los 32 millones de dólares a lo que se une la necesidad de hacer una buena reforma ante el deterioro físico del edificio. 

El estado del rascacielos Chrysler preocupa tanto a propietarios como a inquilinos. Un reportaje reciente del New York Times reveló problemas con roedores, techos en mal estado, frecuentes averías de ascensores y agua de mala calidad, demostrando la urgencia de una profunda rehabilitación. RFR había planteado transformar parte del edificio en un hotel, además de abrir un mirador para turistas, pero las negociaciones no prosperaron y el proyecto se abandonó tras la bancarrota de uno de los socios principales de la gestora.

Esta nueva etapa representa tanto un reto como una oportunidad: el futuro arrendatario tendrá que hacerse cargo de un costoso contrato de arrendamiento, que aumentará hasta los 41 millones de dólares en 2028, y a la vez invertir en una urgente modernización. Sin embargo, rehabilitar y revitalizar el Chrysler Building significa contribuir a preservar un símbolo neoyorquino, dándole nueva vida y asegurando su vigencia como emblema arquitectónico en la ciudad que nunca duerme.

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