La España de hoy se erige sobre las ruinas de multitud de pueblos y culturas del pasado y de los que quedan vestigios diseminados por todo el país. Si en otro artículo hablamos de las mejores ruinas romanas, en este os mostramos las ruinas celtas más increíbles del país.
Antes de nada, ¿quiénes eran los celtas? “Celta” es el término utilizado por lingüistas e historiadores para designar en un sentido amplio a los pueblos de la Edad del Hierro que compartían un mismo tronco lingüístico: las lenguas celtas, pertenecientes a la gran familia de las lenguas indoeuropeas. Actualmente se les reconoce como una de las ramas de este conjunto cultural y lingüístico.
Se considera que sus orígenes se remontan a poblaciones indoeuropeas que partieron de regiones situadas en Anatolia o en las estepas entre el mar Negro y el Caspio, expandiéndose hacia Europa, mientras que otros grupos de la misma raíz migraron en dirección a Irán e India.
La consolidación de los pueblos celtas puede situarse hacia el 1200 a. C., en el inicio de la Edad del Hierro en la Europa central, cuando las sociedades locales comenzaron a abandonar un modo de vida principalmente ganadero para dar paso a un modelo con mayor predominio agrícola.
En la península ibérica, los historiadores antiguos los identificaron bajo el nombre de “celtíberos”, una denominación que abarca a las comunidades prerromanas de ascendencia celta -o fuertemente influidas por esta cultura- que ocuparon la región llamada Celtiberia desde finales de la Edad del Bronce (siglo XIII a. C.) hasta la plena romanización de Hispania en los siglos II y I a. C.
Delimitar con exactitud los territorios que poblaron los celtas es complicado, debido a la escasez de testimonios escritos y a la interpretación diversa de los hallazgos arqueológicos. Estos son algunas de las ruinas celtas más impresionantes de España.
Castro de Santa Tecla (Pontevedra)
Situado en el monte de Santa Tecla, en A Guarda, es uno de los yacimientos celtas más importantes y visitados de Galicia. El poblado estuvo habitado desde el siglo I a. C. hasta el siglo I d. C., aunque se han hallado restos aún más antiguos.
Sus viviendas circulares de piedra, algunas con muros dobles y compartimentación interna, muestran la organización familiar de los pueblos galaicos del pasado. El sistema defensivo incluía murallas y fosos, prueba de la necesidad de protección en un territorio en constante contacto con otras culturas.
Probablemente el lugar fue elegido debido a su ubicación estratégica: desde lo alto se domina la desembocadura del Miño y la costa atlántica, un punto privilegiado para el comercio y la vigilancia.
Castro de Borneiro (A Coruña)
Conocido también como “A Cidá”, los orígenes de este castro se remontan al siglo VI a. C. y es uno de los mejor conservados de Galicia. Se encuentra en Cabana de Bergantiños, un encantador enclave costero con encanto.
El poblado estuvo ocupado hasta el siglo I d. C., coincidiendo con la romanización de la zona. Presenta un urbanismo muy cuidado, con calles delimitadas, plazas y más de cincuenta estructuras circulares y cuadrangulares que servían como viviendas y almacenes. Las excavaciones han sacado a la luz objetos cotidianos como molinos de mano, fíbulas y restos de cerámica. Su organización refleja una comunidad estable y jerarquizada.
Castro de Coaña (Asturias)
Es uno de los castros mejor estudiados y más representativos de Asturias. Fue habitado desde el siglo IV a. C. y alcanzó su apogeo entre los siglos II a. C. y I d. C. Se encuentra en una ladera con vistas al valle del Navia y conserva un sistema defensivo complejo con murallas y fosos.
El poblado estaba compuesto por más de 80 viviendas, mayoritariamente circulares, dispuestas en calles y barrios, lo que demuestra una planificación urbana notable. Además, en el recinto se localiza una zona considerada de carácter sagrado o comunitario, con estructuras que pudieron usarse para rituales colectivos.
Castro de Baroña (A Coruña)
Este castro costero, situado en Porto do Son, municipio perteneciente a la Comarca de Noya, estuvo poblado entre los siglos I a. C. y I d. C. Destaca por su estado de conservación y su emplazamiento en una pequeña península rocosa bañada por el Atlántico.
El poblado estuvo protegido por dos murallas y llegó a albergar unas treinta viviendas circulares de piedra, organizadas en grupos. Sus habitantes se dedicaban principalmente a la pesca, el marisqueo y la recolección, aunque también practicaban la ganadería y el intercambio comercial.
Los restos arqueológicos hallados —herramientas, molinos de mano y objetos de bronce— reflejan una comunidad que vivía de forma autosuficiente y mantenía contactos con otras zonas del Atlántico. Su entorno paisajístico hace de Baroña un yacimiento único, donde arqueología y naturaleza se combinan de forma impresionante.
Castro de El Raso (Ávila)
Ubicado en Candeleda, en las faldas de la Sierra de Gredos, el Castro de El Raso es uno de los principales asentamientos vetones. Estuvo habitado entre los siglos IV y I a. C. y ocupaba una superficie de unas 20 hectáreas. Su posición estratégica le permitía controlar los pasos naturales de la sierra y vigilar el valle del Tiétar.
El poblado estaba protegido por una muralla de más de 3 kilómetros de perímetro. Se pueden contar alrededor de unas 600 casas y se estipula que la población pudo llegar a los 3.000 habitantes.
Las excavaciones han sacado a la luz herramientas agrícolas, armas de hierro y objetos rituales que ayudan a reconstruir el modo de vida vetón. El hallazgo de santuarios y estructuras singulares sugiere que también desempeñó un papel religioso destacado.
Numancia (Soria)
Numancia es probablemente el asentamiento celtíbero más célebre de la península ibérica. Situada en el cerro de Garray, dominando el valle del Duero, Numancia alcanzó fama por la resistencia heroica que sus habitantes ofrecieron frente al ejército romano bajo las órdenes de Publio Cornelio Escipión Emiliano en el verano del año 133 a. C. Los numantinos prefirieron suicidarse antes que rendirse a sus atacantes.
El yacimiento conserva restos de murallas, casas rectangulares, calles empedradas y estructuras de defensa que reflejan tanto la cultura celtíbera como las huellas de la presencia romana.
Castro Vetón de Ulaca (Ávila)
Este castro vetón, situado a más de 1.500 metros de altitud en la Sierra de Ávila, es uno de los más grandes de la Península Ibérica, con unas 70 hectáreas de extensión. Fundado en la Edad del Hierro, estuvo habitado entre los siglos III y I a. C.
Ulaca combina elementos defensivos y rituales: además de sus murallas y viviendas, conserva un santuario rupestre excavado en la roca, posiblemente destinado a sacrificios y ceremonias religiosas, y una sauna iniciática que se cree relacionada con ritos de paso o purificación. Su tamaño y complejidad sugieren que fue un centro político y espiritual de los vetones.
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