El castillo de Norwich es uno de los grandes símbolos arquitectónicos del este de Inglaterra. Su silueta rectangular domina la ciudad desde hace casi 1.000 años, cuyo interior ha sido residencia real, cárcel y museo. Pero, pese a su relevancia histórica, el interior del castillo contaba con problemas de interpretación y accesibilidad.
Su reciente restauración ha supuesto uno de los proyectos patrimoniales más ambiciosos de los últimos años en el Reino Unido. La rehabilitación, llevada a cabo por el estudio Feilden and Mawson, combina elementos acristalados, nuevas rutas de circulación y mobiliario inspirado en la vida medieval original, pero sin perder su esencia histórica.
De fortaleza normanda a museo accesible
La torre del homenaje del castillo de Norwich, que es la parte más emblemática del conjunto, fue levantada entre 1095 y 1110 por orden de Guillermo el Conquistador. Fue cárcel del condado en el siglo XIV y, desde finales del XIX, museo. Pero el paso del tiempo y las numerosas intervenciones habían desdibujado por completo su organización original.
Con la ayuda del Fondo Nacional del Patrimonio de la Lotería y del Consejo del Condado de Norfolk, se emprendió una restauración integral que no solo pretendía recuperar los niveles históricos, sino también recrear la atmósfera medieval mediante mobiliario y tratamientos espaciales cuidadosamente estudiados.
Así, por ejemplo, el nivel principal, situado en la tercera planta, vuelve a mostrar la distribución original: la capilla, la cámara del rey y el Gran Salón. Por otra parte, se restauraron las paredes de piedra caliza de Caen, el techo y toda la estructura de la torre, garantizando que la intervención actual dialogase con la materialidad original.
Para el estudio, su función “consistió en proporcionar técnicamente elementos detallados utilizando materiales y métodos de construcción modernos, al tiempo que nos asegurábamos de que reflejaran fielmente el aspecto, el ambiente y la artesanía de la época normanda”.
Además de todo ello, se creó un entresuelo expositivo rodeado por una galería en colaboración con el Museo Británico, donde se muestran más de 900 piezas medievales, desde objetos cotidianos hasta elementos de arquitectura histórica.
Nuevos accesos, luz y espacios públicos
Junto a la torre del homenaje original se ha construido un nuevo espacio de entrada, que incorpora un gran atrio acristalado pensado para introducir luz y facilitar la orientación dentro del conjunto.
Este nuevo volumen alberga varios usos complementarios. En la planta baja, la tienda del museo, vinculada al recorrido expositivo, en la primera planta, una cafetería con vistas privilegiadas y, en la segunda, un espacio educativo destinado a actividades escolares y talleres.
Para mejorar la circulación entre espacios, se añadió un puente cerrado de cristal y madera, que enlaza la torre con una ampliación construida en la década de 1960. Todo ello, según el estudio, “no solo abren el recinto físicamente, sino también simbólicamente, invitando a un público más amplio a conocer su rica historia de una manera nueva y significativa”.
También se incorporó una escalera y un ascensor que dan acceso a todos los niveles, incluida la azotea almenada. El estudio resume la filosofía del proyecto: “nuestro objetivo era crear un diálogo fluido entre lo antiguo y lo nuevo, introduciendo intervenciones modernas como el ascensor, nuevas vías de circulación y una terraza en la azotea, de manera que se mejorara el acceso, la interpretación y la experiencia de los visitantes, al tiempo que se mantenía un profundo respeto por la estructura medieval del castillo”.
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