The Wool Hall pasó de ser un centro de comercio de lana a convertirse en uno de los estudios de grabación más míticos del país, y ahora se ha transformado en una casa
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The Wool Hall se ubica en Beckington (Reino Unido), sobre un inmueble del siglo XVI rehabilitado por Tuckey Design Studio.
The Wool Hall James Brittain

En prácticamente todas las épocas y sociedades, los edificios han ido cambiando sus funciones para adaptarse a las nuevas necesidades. Iglesias convertidas en bibliotecas o piscinas, fábricas en lofts, 'coworkings' o espacios culturales, o estaciones de tren en hoteles son ejemplos de cómo la arquitectura histórica, tanto aquella más monumental como la más humilde, puede reescribirse con usos contemporáneos.

En el condado de Somerset, Reino Unido, un inmueble del siglo XVI ha seguido ese mismo camino. The Wool Hall, tal como se le conoce, es un lugar que pasó de ser un centro de comercio de lana a convertirse en uno de los estudios de grabación más míticos del país, y que hoy se transforma nuevamente en una vivienda familiar con estudio privado.

El techo de terracota de los años 80 se integró con un revestimiento de madera teñida de rojo, creando una conexión respetuosa pero audaz.
Ampliación teñida de rojo James Brittain

De mercado de lana a templo musical

El estudio londinense Tuckey Design Studio emprendió la ambiciosa tarea de dar nueva vida a este edificio protegido de grado II situado en Beckington

Su historia es muy singular: fue levantado en el siglo XVI como punto neurálgico del comercio de lana en Somerset; reformado a lo largo de todo ese tiempo, en la década de 1980 experimentó una metamorfosis inesperada. La banda de pop Tears for Fears lo adaptó como estudio de grabación, atrayendo después a artistas tan reconocidos como Annie Lennox, The Smiths y Van Morrison.

Esa trayectoria lo convirtió en un espacio cargado de memoria colectiva. “The Wool Hall ha sido un centro de artesanía, residencias y producción musical a lo largo de su vida, y este rico patrimonio perdura en la nueva apariencia del edificio como vivienda familiar y estudio de grabación privado”, explican desde el estudio.

El edificio fue punto neurálgico del comercio de lana en el condado y, en 1980, se adaptó como estudio de grabación.
Un espacio con historia James Brittain

El proyecto se estructuró en tres grandes fases: restauración, remodelación y reutilización adaptativa. Para el equipo, la libertad creativa fue amplia, debido al estado de deterioro del inmueble y a la falta de valor arquitectónico en algunas de sus ampliaciones más recientes. “El reto consistía en hacer que estos venerables opuestos fueran distintos por derecho propio, pero complementarios como parte de la misma vivienda familiar”.

Uniendo pasado y presente

La intervención partió de un gesto simbólico como fue mantener la fachada original del siglo XVI y situar tras ella la entrada principal de la vivienda. El nuevo acceso combina piedra, madera y cristal, y se organiza a lo largo de la característica pared en forma de Z del edificio. Una imponente escalera de triple altura marca el inicio del recorrido hacia los dormitorios, conectando de inmediato lo antiguo con lo actual.

Las estancias del salón, comedor y cocina se conservan dentro de los gruesos muros de mampostería original. Pero, para adecuarlos al uso residencial, se aplicó un aislamiento de corcho y un revestimiento de cal, que refuerza la textura artesanal del conjunto. “El interior ha sido rediseñado con líneas de visión introducidas en toda la propiedad para que las transiciones interiores sean más armoniosas”, afirma el estudio afincando en Londres.

Las estancias del salón, comedor y cocina se conservan dentro de los gruesos muros de mampostería original con un aislamiento de corcho y un revestimiento de cal.
Estancias originales James Brittain

Esas líneas de visión permiten recorrer visualmente el inmueble de lado a lado: “Las vistas diagonales a ambos lados revelan la acogedora nueva ampliación; el patio a la izquierda, y la cocina/salón y el umbral arqueado original de la sala de lana a la derecha”, añaden desde Tuckey Design Studio.

La parte trasera de la vivienda, más moderna, fue objeto de una transformación profunda. Se retiraron los falsos techos, se abrieron muros con grandes ventanales y se eliminaron añadidos sin valor para intensificar la relación con el patio y la luz natural. Sin embargo, algunos elementos de ampliaciones anteriores se conservaron, pero de forma reinterpretada, como el techo de terracota de los años 80, que se integró con un revestimiento de madera teñida de rojo, creando una conexión respetuosa, pero audaz.

La rehabilitación ha permitido conservar la esencia de los espacios históricos y renovar aquellos en peor estado.
Piso superior James Brittain

De la misma manera, la fachada trasera también fue reinterpretada, volviendo “a conectar el edificio con su entorno rural, sin miedo a tener su propio carácter, pero muy respetuosa con el salón original del que surge”, afirma el estudio. En esa lógica, se añadieron materiales contemporáneos que dialogan con los históricos, reivindicando incluso aquellos que en su día fueron considerados menores.

La fachada original del siglo XVI se conservó, situando tras ella la entrada principal de la nueva vivienda.
Fachada original conservada James Brittain
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