
Como capital histórica, Londres cuenta con innumerables rincones donde se respiran leyendas y patrimonio en cada esquina, con lo que no es extraño encontrar edificios centenarios reconvertidos en espacios contemporáneos. Desde viviendas y palacios, hasta teatros, iglesias, fábricas o edificios administrativos públicos y privados.
En un antiguo banco en Shoreditch, por ejemplo, se ha transformado su espacio interior convirtiéndolo en un restaurante bistró pero manteniendo toda su esencia y tradición. En el nuevo Lina Stores y su Bar Lina, el estudio A-nrd ha dado una lección magistral de cómo el diseño puede dialogar con el pasado sin renunciar a la modernidad.

Un homenaje al pasado con sabor italiano
Ubicado en un edificio catalogado de grado II, el nuevo local de Lina Stores se despliega en dos niveles que contrastan y se complementan. En la planta baja, el restaurante principal rinde tributo a la arquitectura victoriana original, mientras que el sótano alberga un bar íntimo con aires retro.
“Como estudio, siempre nos centramos en valorizar la arquitectura existente de un espacio», explican en el estudio. Y esa premisa se nota especialmente en este trabajo, donde el equipo restauró con mimo elementos originales como los suelos de mosaico, los techos artesonados, las columnas de acero o los paneles de madera. Incluso, en esta ocasión, dejaron las paredes de yeso a la vista para “añadir autenticidad y encanto”.

El comedor principal se organiza en torno a una paleta de verdes que conecta con la identidad visual de Lina Stores. Una barra de formica verde pistacho con encimera de roble oscuro domina un lateral, mientras que las alcobas arqueadas del antiguo banco se reutilizaron como barras traseras, acentuadas con espejos inclinados para amplificar la sensación de profundidad.
El mobiliario, diseñado a medida, incluye bancos curvos tapizados con una tela a rayas verdes de los años 50 de la firma textil Tibor. “Aunque no es muy evidente, el tejido de las telas de Tibor hace referencia a las rayas de la marca Lina Stores”, comentan desde el estudio.

Un sótano que brilla con glamour setentero
Si el restaurante de la planta baja es un guiño a la tradición, el Bar Lina, ubicado en el sótano, es pura seducción. Su decoración se inspira en el glamour de la Nueva York de los años 70, por lo que el espacio apuesta por materiales lujosos y una atmósfera envolvente. Para ello, emplea mármol rojo, terciopelo burdeos, cuero caoba y cromo combinados para crear un ambiente sofisticado y acogedor.
La pieza central es una mesa comunal de mármol Rosso Levanto, flanqueada por taburetes de cuero con bases metálicas. Las paredes y techos, pintados en un burdeos brillante, se complementan con cortinas del mismo tono que refuerzan la intimidad del espacio. Incluso, la antigua bóveda del banco, se ha transformado en una cabina semiprivada, revestida con alfombras y tapicería a juego.

La iluminación juega un papel clave en la experiencia. En el restaurante, por ejemplo, las lámparas de acero cepillado con pantallas opacas suavizan la altura de los techos, mientras que en el bar se optó por apliques de pared, lámparas colgantes de latón y una lámpara de araña vintage cromada.
El estudio justifica estos dos tipos de enfoques de luz de la siguiente manera: “queríamos crear diferentes ambientes: uno para cenar relajadamente y otro para tomar copas y escuchar música por la noche”.


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