
La transformación de edificios religiosos en desuso se ha convertido en una tendencia cada vez más común en Europa, principalmente en la parte central y norte, donde muchas iglesias han perdido su función original. Su rehabilitación ha dado lugar a nuevas viviendas o casas de huéspedes, pero también han servido para alojar centros sociales, culturales o deportivos.

Este es el caso de la iglesia de San Francisco de Asís en Heerlen (Países Bajos), la cual se ha rehabilitado como una piscina pública con un suelo ajustable. El proyecto, llamado Holy Water, invita a los visitantes a vivir una experiencia casi mística: nadar bajo bóvedas centenarias y “caminar sobre el agua” en el interior de un templo.
Una piscina en una iglesia
La iglesia fue construida en 1923 y había permanecido cerrada durante dos años, afrontando el mismo destino que muchos otros templos europeos: el abandono. Pero en lugar de verla desaparecer, los estudios holandeses MVRDV y Zecc Architecten han ideado un proyecto que mezcla ingenio arquitectónico con simbolismo religioso.

“La tasa de desocupación de las iglesias está aumentando, por lo que tenemos que pensar en ideas nuevas y creativas sobre qué podemos hacer con estos edificios”, afirmaron desde los estudios. Su respuesta ha sido devolver al edificio su función social, no como lugar de culto, sino como un centro comunitario en forma de piscina pública.

El plan contempla retirar el suelo original de la nave principal para instalar una piscina en el corazón de la iglesia que, a su vez, contará con un innovador sistema de suelo ajustable, capaz de elevarse completamente para ocultar la piscina o permitir que se cubra con una fina lámina de agua. El resultado es casi místico, ya que los visitantes podrán caminar sobre el agua.

“Al cubrir toda la zona de la piscina con una pequeña capa de agua, también se puede crear un bonito efecto visual, permitiendo que la iglesia recupere su forma original y parezca aún más grande e impresionante a través del reflejo”, explicaron en los estudios.
Nadar bajo vitrales
Más allá del gesto impactante de incluir una piscina en una iglesia, el proyecto Holy Water se distingue por su sensibilidad al patrimonio. Los arquitectos planean conservar los elementos más representativos del templo, integrándolos en la nueva función del espacio.

Las vidrieras originales y las bóvedas góticas seguirán dominando visualmente el interior, ofreciendo a los bañistas una experiencia única. Según explican los arquitectos: “imagínese nadar de espaldas con vistas a la bóveda de la iglesia y a las vidrieras”.
Los bancos de madera de la iglesia serán reutilizados como zonas de descanso alrededor de la piscina y también como mobiliario para la cafetería que se ubicará al fondo del edificio. En un guiño tanto simbólico como funcional, el antiguo púlpito se convertirá en el puesto del socorrista.

Además, las naves laterales, con sus tradicionales arcos, ofrecerán vistas directas a la piscina, creando una conexión visual fluida entre pasado y presente. Estas zonas también darán acceso a los vestuarios y la cafetería, reforzando el carácter abierto y social del nuevo espacio.

Para preservar la estética interior, el aislamiento térmico se añadirá en el exterior del tejado, asegurando que los materiales originales continúen visibles desde el interior. Por otro lado, una serie de lámparas alineadas sobre la piscina actuarán como guía para los nadadores, fusionando iluminación y orientación con una fuerte carga escenográfica.
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