El precio de la vivienda en el tercer trimestre de 2009 en tasa anual ha suavizado la caída siete décimas con respecto al trimestre anterior, por primera vez desde que se inició la serie histórica del ine en el primer trimestre de 2007
La tasa interanual del índice de precios de vivienda (ipv) se situó en el -7%, siete décimas por debajo del segundo trimestre. Dentro del dato, el precio de las viviendas nuevas cayó casi dos puntos en su tasa anual, hasta el 5,6%, mientras que el precio de la de segunda mano redujo la caída en casi tres puntos, pasando del -11,2% en el segundo trimestre al -8,3% en el tercer trimestre
Todas las comunidades autónomas, así como la ciudad autónoma de Ceuta, presentan tasas anuales negativas en el tercer trimestre de 2009, siendo Cataluña (–11,2%), Comunidad de Madrid (–11,0%) y País Vasco (–10,4%) las que muestran los descensos más acusados
Por su parte, la única tasa de variación anual positiva se observa en la ciudad autónoma de Melilla, que registra un 3,8% en el tercer trimestre de 2009
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Siendo, en las economías modernas basadas en la planificación central, el banquero central el único que puede emitir nuevo dinero, es evidente que el banco central tiene que ser el único causante de una explosión inflacionaria que inunda la economía de dinero.
Por ejemplo: en Zimbabwe, un ama de casa muy pobre es obligada a pagar, y de hecho paga, unos 50.000 millones de dólares por una docena de huevos. El que un ama de casa tenga 50.000 millones para ir a la compra y el que un billete normal en Zimbabwe valga 100.000 millones deja claro que alguien, el banco central, ha tenido que imprimir todo ese exceso delirante de dinero.
En economías como la nuestra, la creación de dinero se realiza mediante la monetización de activos que ocurre cuando se emite un nuevo crédito. (El balance de los bancos tiene tres hojas y no dos como sostienen los contables. La emisión de un crédito exige que cierto bien con valor económico respalde ese nuevo crédito así que en este proceso, ese bien económico es despojado de su valor y ese valor es inyectado en el nuevo dinero creado)
Todo este proceso de monetización de los bienes de la economía y de creación de nuevo dinero es controlado férreamente por el planificador central. Por un lado el banquero central influye en la demanda de nuevo dinero manipulando el deseo que los agentes económicos puedan tener en endeudarse. Cuando baja, por decreto, el tipo de interés, abaratando los créditos induce a los agentes a solicitar más crédito y a aumentar la cantidad de dinero en la economía puesto que el dinero creado en esos nuevos créditos hará que aumente la masa monetaria. Esta reducción de los tipos decretada además de inducir a la gente a endeudarse les disuade de ahorrar ya que la remuneración, el premio por esos ahorros, disminuye.
Además de controlar, o influir en, el deseo de la gente de solicitar créditos, el banquero central controla y determina el deseo y la capacidad de los bancos de conceder esos créditos. Esto lo hace controlando la abundancia de reservas en el sistema financiero y la necesidad de reservas que tengan los bancos para conceder nuevos créditos.
Las autoridades económicas fuerzan a los bancos a depositar, como garantía, cierta cantidad de reservas por cada crédito que conceden. Por ejemplo si el coeficiente de reservas es del 5%, un banco tendrá que conseguir en el interbancario y depositar en el banco central, 5 millones por cada 100 millones de nuevos créditos que emita. Las reservas que haya en el interbancario provienen de subastas de reservas que realiza el banco central (el banco central imprime "nuevos billetes" y los subasta entre los bancos).
De todo este esquema se deduce que el banco central siempre, siempre que lo desee, tiene en su mano parar en seco una espiral inflacionista. Puede reducir cuanto desee la cantidad de reservas al alcance de los bancos simplemente subastando menos reservas (las reservas emitidas por el banco central son prestadas a corto plazo, una vez que vence ese plazo deben ser renovadas con reservas de nuevas subastas. Si el banco central deja de proporcionar nuevas reservas las reservas en el sistema se secarían por completo en semanas). El planificador central puede también elevar el coeficiente de reservas haciendo que el banco puede emitir menos nuevo crédito por cada unidad de reservas que consiga. El planificador central, puede por último disuadir a los agentes de demandar nuevo crédito y animarles a ahorrar simplemente elevando el precio de los nuevos créditos y los intereses de los ahorros.
Si las espirales inflacionistas tienden a escapárseles de las manos a los banqueros centrales es únicamente porque desean que se les escapen de las manos. Una forma siempre efectiva de conseguir que el vendedor de huevos en Zimbabwe baje el precio de la docena por debajo de 10.000 millones de dólares es evitar que las amas de casa dispongan para la compra diaria de 50.000 millones de dólares.
El motivo por el que los banqueros centrales suelen dejar escapar a la bestia inflacionaria y luego suelen hacerse los inútiles a la hora de capturarla y devolverla a la jaula es bastante directo: la inflación destruye las deudas de los deudores y transfiere riqueza desde los pobres a los poderosos, los gobiernos siempre están fuertemente endeudados y siempre están formados por poderosos.
La inflación es la especialidad de los bancos centrales, los bancos centrales están ahí para fabricar inflación no para protegernos de ella. La bestia negra de los bancos centrales (y de los demás bancos) es la deflación porque contra la deflación su varita mágica no tiene poderes. El banco central puede alentar a los agentes a endeudarse y a monetizar sus activos pero no puede obligarles a hacerlo. Si la gente no quiere endeudarse y los suegros no quieren ser monetizados en vida ni siquiera unos tipos al 0% les harán cambiar de opinión.
La pasta de dientes que no puede devolverse al tubo una vez fuera es la deflación.
Los cuentos de miedo sobre la inflación con la que siempre tratan de asustarnos los bancos centrales son un truco. Intentan que esa profecía se convierta en una profecía autocumplida. Intentan desatar la inflación que les salvará a ellos y nos destruirá a nosotros.
La bestia negra de los bancos centrales (y de los demás bancos) es la deflación porque contra la deflación su varita mágica no tiene poderes. El banco central puede alentar a los agentes a endeudarse y a monetizar sus activos pero no puede obligarles a hacerlo. Si la gente no quiere endeudarse y los suegros no quieren ser monetizados en vida ni siquiera unos tipos al 0% les harán cambiar de opinión. La pasta de dientes que no puede devolverse al tubo una vez fuera es la deflación. Luisito, llevo meses explicando a los compañeros que la batería de estímulos a uno y otro lado del Atlántico no pretende otra cosa que lo que sugieres, pero todo indica que no funciona en absoluto. Además, están pillados en la trampa, porque si los retiran, todo se precipitaría. Quien parece más consciente de ello es Angela Merkel, pues siempre está avisando a sus ciudadanos de un nuevo credit crunch en 2010. Naturalmente, se atiene a la receta clásica: apretarse el cinturón y continuar exportando. Resulta alucinante comprobar cómo la información que he expuesto hace un momento es ocultada sistemáticamente en los medios españoles, porque en este contexto no parecemos enfermos graves, sino directamente desahuciados. Un saludo y feliz año!!
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