Uno se imagina que un pueblo de Valladolid pueda acoger un osario (ya hablamos de ello en este reportaje), y muchos cereales en los campos extensos. También, arquitectura románica pero desde luego no piensa que al lado de Medina del Campo vaya a estar la granja de langostinos bajo techo más grande del mundo. Sorprendente, ¿verdad?
Allí tiene sus instalaciones la empresa Noray Seafood y absolutamente nada desde fuera de la nave deja entrever que en este páramo se crían langostinos en piscinas… Hablamos de una nave (justo al lado están construyendo otra, signo inequívoco de que la empresa va bien) que bien podría albergar cualquier otra cosa porque estarán de acuerdo: el langostino al mar y no al campo castellano. ¿Por qué aquí? “Estamos en Medina del Campo porque es un punto estratégico desde el punto de vista logístico. Madrid no queda lejos, tampoco el norte”, comenta Paula Esteban, responsable de Calidad y Sostenibilidad de la marca.

Así que entre campos castellanos y al lado de un pueblo que en su día fue motor económico (en el siglo XVI la localidad vallisoletana era uno de los principales centros económicos del país, con proyección internacional con sus lanas, textiles, obras de arte, libros…), se crían langostinos de terruño y con un sabor y textura que no tiene que envidiar a los langostinos de mar. En 24 piscinas (la nueva nave albergará otras tantas cuando la obra esté finiquitada) de agua salada que ellos mismos salan y acondicionan para la cría de los animalitos. Las piscinas, en un ambiente tropical y oscuro, están bajo tierra: “Que estén bajo tierra es una ventaja porque la geotermia es el aislante y mantiene la temperatura, que tiene que rondar los 29 grados”, aclara. Las botas de agua y las redes han tomado esta parte del campo castellano en la que es la primera granja de langostinos bajo techo del mundo.
Noray, que es el nombre que recibe el bolardo en el que se enganchan los barcos cuando llegan al puerto, lleva aquí desde 2013. “Más del 60% de la plantilla viene de Medina del Campo”, asegura Esteban. Y no dudamos de que otros muchos están deseando venir a trabajar: en apenas media hora que compartimos con la recepcionista vemos desfilar a varias personas que acuden a dejar su cv, por algo la empresa es una dinamizadora de la región en lo que a lo laboral se refiere. Pero no solo se vienen de los alrededores: cuentan incluso con un empleado que vino a trabajar desde Madagascar...
Proyecto innovador

¿Cuáles fueron las ventajas e inconvenientes de instalarse aquí? “Cuando se trajo aquí el proyecto en España a nivel nacional, la acuicultura no estaba implantada. Montar aquí una granja de langostinos significaba traer un proyecto completamente innovador para todas las autoridades, las sanitarias, las locales… para el mercado en general. La inclusión de este modelo de negocio fue complicada. Pero sí que es verdad que a nivel estratégico y a nivel productivo no hubo ningún problema desde el principio. Ahora mismo somos alrededor de 30 trabajadores”, explica la responsable de Calidad.
Así, una de las estrategias de la empresa es contratar a perfiles locales: “Es una de las estrategias de Noray, fomentar el desarrollo de la economía local y la fijación de población, sobre todo en Castilla, que tiene más de un 40% los pueblos despoblados. A mayores de esta política, el papel de la mujer es crucial, básicamente porque el departamento que se encarga de la cría de las primeras fases de vida de los langostinos está ocupado al 100% por mujeres. Somos el 39% de la plantilla y tenemos a nuestras espaldas departamentos importantes y vitales”, aclara.

Proveedores locales
No solo el personal es de la región, también, los proveedores: los que hacen el packaging, la vestimenta del personal, los servicios de limpieza… También en este entorno han encontrado clientela, como el restaurante Mónaco, situado en la bella plaza de Medina del Campo, que sirve sus langostinos en diferentes presentaciones y que debe ser parada obligada para todo aquél que sea un foodie…
Noray está vendiendo en Castilla y León, Madrid, Asturias, País Vasco… Fuera de nuestras fronteras, los langostinos vallisoletanos van a parar a Noruega (por algo el empresario fundador del negocio proviene de este país), Austria, Francia, Singapur…
Producen alrededor de 50 millones de toneladas anuales, pero pretenden duplicar este año esa producción y multiplicarla por 5 en los próximos años. A la partida de I+D+i destinan más de 10 millones de euros.

Otro dato que hace a estas instalaciones únicas es que tienen un modelo de producción sostenible: tienen mecanismos de reciclaje del agua de bajo consumo energético y de residuo cero. “El proyecto se sustenta en la sostenibilidad por varias razones. Una es por la política de utilización de materias primas como el agua que acondicionamos, utilizamos y la estrategia de producción se basa en la reutilización de este agua. El segundo pilar fundamental que tenemos de sostenibilidad es el suministro de energía. El 100% de la energía eléctrica que consumimos es de origen renovable. Y luego, un tercer pilar de la sostenibilidad es el aprovechamiento de los residuos que generamos”, finaliza Esteban.
El año pasado consiguieron el premio a la Producción de la Pesca y la Acuicultura del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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