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Cowboy en Nueva York
Un cowboy en Nueva York idealista/news
Lucía Martín (Colaborador de idealista news)

En Nueva York puedes pagar por tener una dirección postal más pomposa, aunque no sea la que se corresponde con tu portal.

Cuando jugamos al Monopoly por primera vez, más pronto que tarde, nos percatamos de que algunas calles cotizan más alto que otras. Quedarse con esas arterias y no digamos ya levantar casitas en ellas, al estilo el Pocero, u hoteles, es indicativo de que no saldrás mal parado en el juego. Salvo pinchazo inmobiliario, claro.

Todos tenemos claro que un pisito junto a los parisinos Campos Elíseos o en el Barrio de Salamanca de Madrid supone un mayor desembolso que si lo compramos en Leganés, por ejemplo. Pero ¿cuánto vale una dirección postal?

En el libro "El callejero" (Capitán Swing), de Deirdre Mask, la autora analiza distintas ciudades del mundo y nos cuenta qué revelan el nombre de las calles sobre identidad, raza, poder y riqueza. Una lectura harto interesante ahora que estamos en verano.

Cuenta Mask que, en Nueva York, por ejemplo, esa ciudad faro de un país en el que con todo se comercia (no en vano hasta los bancos de Central Park pueden llevar tu nombre o una dedicatoria si pasas por caja previamente), hasta las direcciones postales están en venta. Podría parecer lógico que tengas la dirección de la calle donde se halle tu edificio, ¿verdad? Pues no: en Nueva York un constructor puede cambiar la dirección real de su promoción por otra más atractiva. Pero no por la cara, lógicamente: esto supone un desembolso de 11.000 dólares (tarifas de 2019), y ojo que solo se aceptan pagos en cheque o en efectivo, que las transferencias pueden llevar su tiempo... Esto se denomina el programa de direcciones ornamentales.

Nueva York
Una de las calles de Nueva York idealista/news

Un ejemplo: en 2016, se levantó un nuevo rascacielos en el Upper East Side. Su dirección lo sitúa en el 520 de Park Avenue, pero en realidad el acceso no está ahí, sino a catorce metros al oeste de la famosa avenida, en la calle 60 Este. Pero claro, es mucho más glamuroso decir que vives en Park Avenue que en la 60 Este… Para hacerse con esta dirección, los constructores prometieron pagar 30.00 dólares anuales a los que ocupaban realmente esa dirección de la avenida, la iglesia Christ Church. Y no solo eso: también les pagaron 40 millones de dólares por 6.500 metros cuadrados de derechos aéreos (sí, en el cielo también hay metros cuadrados) porque la normativa municipal limita la altura de los edificios, pero permite comprar los derechos aéreos de otro emplazamiento que no los esté explotando al máximo. Este rascacielos tiene una dirección ornamental muy lujosa que no se corresponde con la real de la puerta del edificio.

Seguramente te quedarás de piedra al saber que Times Square también es una dirección ornamental que se cambió de nombre (antes era Longacre Square) cuando The New York Times se mudó allí. Y es que un apartamento en Park Avenue o en la Quinta Avenida cuesta un 10% más que en las calles adyacentes.

Cuenta Mask que el programa de direcciones ornamentales tuvo su mayor apogeo en la época en la que David Dinkins fue presidente del distrito y posteriormente, alcalde. Las solicitudes, numerosas, se cursan en la Oficina Topográfica de Manhattan donde uno de sus trabajadores reconoce a la autora de la obra que, en efecto, esto permite sacar más dinero al constructor pero que a veces puede suponer un coste muy alto: como que una ambulancia no pueda recogerte porque no sepa que la entrada a tu edificio está en otra parte. De hecho, esto pasó en Chicago, que tenía un programa de direcciones similar al de Nueva York, donde una chica de 30 años falleció en un incendio de una oficina porque los bomberos desconocían que One Illinois Center estaba en realidad en otra calle.

Antes del programa de direcciones ornamentales, los promotores inmobiliarios ponían nombres a sus edificios cuando los publicitaban. Así, había nombres ingleses rimbombantes como Westminster, Windsor o incluso, Buckingham Palace. También, nombres europeos como Versalles, Lafayette, Madrid o El Greco. Y después, llegó la moda de los nombres de nativos americanos: Dakota (famosísimo porque en su puerta asesinaron a John Lennon), Wyoming, Idaho.

Independientemente de las direcciones, parece claro que el nombre de la calle puede aumentar (pero ojo, también disminuir), el valor de las propiedades que se encuentren en ella. Y no solo eso: en Reino Unido las propiedades situadas en las calles que terminan en Street valen menos que las que terminan en Lane y no se conoce la razón exacta de esto. Además, las casas situadas en las calles llamadas King valen más caras que la situadas en calles llamadas Queen y lo mismo sucede bajando un escalón en la realeza, las Princess son más baratas que las Prince. Curiosidades rancias aparte, parece claro que a la hora de invertir en una vivienda la ubicación y el estado de la vivienda es fundamental, pero parece que hay que fijarse también en el nombre de la calle, un aspecto que te parecía anodino pero que, a tenor de los datos, no lo es en absoluto.

Más información al respecto: artículos publicados por The New York Times

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