El fondo alemán Patrizia defiende esta alternativa por su vínculo con las tendencias a las que se enfrenta la sociedad: digitalización, cambio demográfico, urbanización y cambio climático.
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Inversión en infraestructuras
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Artículo escrito por Mahdi Mokrane, director de estrategia global de inversión e investigación de Patrizia; y Justin Webb, director de soluciones de inversión de Patrizia Infrastructure

2022 ha sido un año desafiante. Va a ser recordado como un año atípico en el que tanto los bonos como las acciones tuvieron un rendimiento inferior en gran medida y eso ha afectado a los inversores.

Hemos asistido a la mayor agitación inflacionista de los últimos 50 años vinculada a la reapertura de las economías, una sacudida global sincronizada y un rebote. A ello se le han sumado interrupciones en la cadena de suministro, la guerra entre Rusia y Ucrania y su impacto en los precios de los alimentos y la energía. Mientras, los bancos centrales están jugando a ponerse al día, y todo ello ha dado lugar a los episodios más rápidos, sincronizados y amplios de endurecimiento monetario de la historia.

A futuro veremos un contexto económico un poco más débil. Y si no se produce ningún otro mega shock, veremos una recuperación gradual de las economías y una relajación de los tipos de interés a finales de este año o principios de 2024. Y en este contexto los bancos centrales tienen dos desafíos: el primero es equilibrar la necesidad de una menor demanda, pero con el riesgo de endurecer la política monetaria creando una especie de gran desaceleración económica. Y el segundo, una muy importante gestión de las expectativas del mercado.

Con estas fichas encima de la mesa la inversión en infraestructuras es uno de los principales atractivos del mercado para los próximos años, sobre todo por su resistencia a la inflación. Para un inversor básico, las características clave son su resistencia, la estabilidad del flujo de ingresos y la durabilidad de dicho flujo, así como sus características de cobertura frente a la inflación.

Además, las infraestructuas se centran de lleno en las cuatro grandes megatendencias a las que se enfrenta la sociedad: la digitalización, el cambio demográfico, la urbanización y el cambio climático. Y en cuanto a esta última, la descarbonización es el principal motor de la inversión de capital, no solo a corto plazo, sino también en la próxima década. Y en términos de protección de capital del inversor, si se cuenta con carteras bien posicionadas que aprovechen estas mega tendencias, se podrán obtener buenos rendimientos.

A corto plazo, los principales retos a los que se enfrentan los inversores en infraestructuras son la presión a la baja sobre las valoraciones, la competencia dada la escasez de activos de alta calidad y las tensiones geopolíticas. Pero, realmente, uno de los mayores retos a tratar en el segmento de infraestructura en 2023 va a ser la implicación de las subidas de tipos.

Los activos de infraestructuras son activos de comprar y mantener a largo plazo. Hemos visto cómo el aumento de los tipos repercute en la valoración de los activos, pero no sólo en los costes de refinanciación, sino en términos más generales, en la actividad económica. Así pues, la subida de los tipos es sin duda uno de los principales focos de atención y uno de los principales vientos en contra a los que nos enfrentamos en el sector de las infraestructuras.

En estos momentos de incertidumbrelos inversores tienen una perspectiva favorable a las infraestructuras, uno de los sectores más atractivos y donde los estímulos normativos están favoreciendo las inversiones.

En la última década, el rendimiento de los fondos de infraestructuras muestra que los fondos 'core' y 'core plus' del mercado medio han superado a sus homólogos de gran capitalización en al menos 250 puntos básicos: en el caso de los fondos 'core', más de 100 puntos básicos, y 150 puntos básicos en el caso de los fondos 'core plus'.

Y es que, gracias a los buenos fundamentos, tanto en las infraestructuras como en los activos inmobiliarios -ambos obedecen a las mismas mega tendencias-, las consecuencias del panorama macroeconómico en estos nichos de inversión son probablemente tres: el núcleo apalancado ha desaparecido hace tiempo. A ello se suma que la resistencia de los ingresos y el crecimiento de la cobertura de la inflación volverán a ocupar el primer puesto e impulsarán todos los componentes del rendimiento. Y la tercera consecuencia es la adición de valor a través de estrategias alfa: iniciativas de gestión, reposicionamiento y/o descarbonización de activos, muy favorables para el rendimiento en el futuro.

En definitiva, cuanto más se prolongue la inflación más tendrán que actuar los bancos centrales y frente a ello las infraestructuras son un buen lugar para navegar a través de esta ‘permacrisis’.

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