
“Pese a decrecer el 20%, este año vamos a conseguir la rentabilidad operativa”. Guillermo Llibre reconoce que el año tampoco ha sido fácil para Housell, pero para el CEO de una de las grandes proptech españolas, sobre la base de esta autosufiencia económica y la incorporación de un nuevo socio en 2021, será más fácil abordar una nueva fase de crecimiento. Un camino que desea hacer acompañado de “un socio industrial que apoye desde España en una vertiente hipotecaria y aseguradora”.
Los planes de esta incorporación apuntan a la segunda mitad de 2021. “Siempre que la Covis-19 no lo impida”, Housell deberá sumar al que será su tercer gran socio. En este caso, una compañía española de perfil financiero o asegurador que ponga en valor las sinergias de la empresa. Se sentará en el consejo con el fondo estadounidense Cerberus y Aviv, empresa de la división inmobiliaria del grupo de medios alemán Axel Springer.
Con esta operación, se espera “arrancar de nuevo un crecimiento que lleve al break even en 2022 y, sobre todo, marque una senda de crecimiento para ser mucho más eficientes en adelante”. Sobre los planes de Housell y la situación actual de la intermediación inmobiliaria ha hablado Guillermo Llibre (39 años), CEO de este proyecto nacido en febrero de 2017.
¿Hasta qué punto la crisis sanitaria golpea a la intermediación inmobiliaria?
En grandes cifras, las transacciones en 2019 alcanzaron casi las 600.000, y este año no creo que lleguemos a las 400.000. Pero la fricción no está tanto en el número como en la incertidumbre, qué es lo que está manejando la oferta y la demanda: ¿es un buen momento para vender?, ¿y para comprar?...
Incertidumbre que afecta a Housell…
No somos un bróker al uso, somos una empresa de servicios. Esto nos exime un poco de esta incertidumbre, porque nuestra propuesta de valor ofrece por una cuota fija acceder a todos los servicios necesarios en el proceso de venta. Además somos más económicos que una agencia tradicional, y en un momento de incertidumbre, tenemos ese encaje interesante para probar o saber cuánto vale la vivienda.
¿Pero está costando cerrar operaciones?
La incertidumbre genera falta de conversión. Hablamos de una venta muy emocional, y si lo habitual es que todo el mundo parta de unas expectativas en precio superiores a las del mercado, ahora hay que sumar más paciencia con el eje temporal. Si de media en España estamos entre nueve o diez meses de demora para vender, en Madrid y Barcelona es más rápido, ahora es posible que ese plazo se se alargue. Pero a quien tiene claro que quiere vender, le ofrecemos un ahorro, la situación es diferente para quienes quieren especular.
¿La pandemia impone menos contacto físico, se acelera la digitalización de la venta?
Nosotros ya hacíamos muchos procesos de forma digital, pero durante el confinamiento nos ha sorprendido el éxito de la visita virtual por WhatsApp, que hemos promovido entre el vendedor y el interesado en la vivienda. Es una prueba de que estas tecnologías están ya muy integradas, de hecho el 30% de las visitas posteriores a la primera oleada del coronavirus han seguido siendo virtuales, la gente prefiere tener ese primer contacto sin desplazarse.
¿Vamos hacia otro modelo?
Quien piense que volveremos al punto en el que estábamos, se equivoca. En el corto plazo vamos a ver más fragmentación en el mercado, cuando una agencia se rompe muchos de sus empleados continúan con la cartera durante un tiempo, y eso se traduce en atomización. Por el contrario, a medio plazo viviremos destrucción de intermediarios, estimamos que el 20% de los actuales puede desaparecer.
La otra gran variable es la financiación. Si los tipos de interés no suben, lo que parece razonable, y si los criterios de Bruselas no obligan a dar más rigidez a los LTV, las transacciones recuperarán su senda [el ‘Loan To Value’ representa el endeudamiento de un activo en relación con su valor real y actual]. Nuestra tesis es que en 2022 tendremos ritmos similares a los de 2019 en compraventa nacional, pero somos conscientes de que hay incertidumbre.
¿Cómo va cerrar Housell 2020?
Pese a la crisis, la nota positiva es que en 2020 la compañía es rentable desde el punto de vista del margen de contribución. Esta situación nos permite escalar el proyecto sin consumir más caja. La parte negativa es que tras facturar 8 millones de euros en 2019, este año íbamos a por 12 millones, pero ahora sabemos que vamos a decrecer, aunque no más del 20% o el 25%, en función de cómo transcurra noviembre y diciembre.
¿Valoran incorporar nuevos socios al proyecto?
Estamos muy satisfechos con nuestros socios, pero buscamos un ‘partner’ industrial. No urge desde el punto de vista de capital, pero sí para llevar a la compañía al siguiente estadio. Es algo que tenemos en el radar para el próximo año aunque, con la que está cayendo, se ha decidido posponer.
¿Piensan en el segundo semestre?
Sí, siempre que la Covid-19 no se extienda de forma incontrolada. Buscamos un socio con interés industrial en la compañía, para apoyar algunas de las sinergias. El hecho de ser una empresa de servicios con el mundo asegurador y el mundo hipotecario puede brindarnos muchas oportunidades.
Hablamos de una compañía con perfil financiero, ¿española o extranjera?
Correcto, pensamos en una empresa financiera que debería ser de aquí, española.
¿Qué objetivos económicos se han fijado para 2021?
Recuperar los volúmenes de 2019. Desde el punto de vista del crecimiento, damos 2020 como un año perdido, aunque nos ha permitido entrar en esa rentabilidad marginal que el próximo año nos permitirá crecer por encima de 2019, con lo que casi duplicaríamos 2020, pero siempre desde este lado de la rentabilidad operativa de la que hablo. Eso es una buena noticia porque es parte importante de lo que nos lleva a ser una empresa rentable y duradera.
¿Y eso cómo se traduce en facturación para 2021?
Queremos llegar a una cifra de negocio de 12 millones de euros.
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