A finales de los años 60, al Mariscal Tito, presidente de Yugoslavia, se le ocurrió que la mejor manera de tener contenta a la élite militar del país era construirles un resort vacacional en el que pudiesen disfrutar de todos los lujos occidentales junto a sus familias. Lo situó en Kupari (Croacia), un pequeño pueblo de costa cercano a Dubrovnik, donde el gobierno comunista invirtió el equivalente actual a 1.000 millones de euros.
Funcionó ininterrumpidamente más de 20 años, hasta el convulso verano de 1991. El 25 de junio de ese año Croacia se declaró independiente de Yugoslavia. A penas un mes después comenzaron los combates entre las fuerzas serbias y los ‘rebeldes’ croatas.
En el mes de octubre, la ciudad de vacaciones de Kupari se convirtió en improvisado campo de batalla. Los barcos de guerra del ejército yugoslavo bloquearon la bahía y bombardearon sin piedad. La resistencia duró solo 20 días, pero cuando los militares desembarcaron se encontraron con que su antiguo resort de lujo se había convertido en un montón de escombros.
El lugar permaneció bajo poder serbio únicamente durante unos meses. En mayo de 1992 volvió a manos croatas, ya independientes, pero Kupari nunca recuperaría ya su esplendor. Hoy continua en ruinas y sin planes a la vista de rehabilitarse.
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