Sin casa no hay paraíso. Los extranjeros millonarios que ya han invertido en Nueva Zelanda presionan al Gobierno para que rebaje las medidas adoptadas para acabar con la burbuja de precios que vive la vivienda en el país. Uno de los puntos más cuestionados es la restricción a la compra de inmuebles residenciales para los no residentes.
El actual Gobierno de Nueva Zelanda está preparando una ley que impulsa las restricciones a la inversión extranjera en materia de vivienda como medida para paliar el aumento de los precios de las casas en el país. Una medida que ha levantado polémica entre los no residentes que ya han apostado por el país kiwi para invertir en complejos residenciales y hoteleros.
El multimillonario californiano Ric Kayne, que cuenta con campos de golf, hoteles y residencia en Nueva Zelanda, ha llegado a advertir al Gobierno laborista en comisión parlamentaria que prohibir las ventas de casas a extranjeros podría dañar la reputación del país y alejar a los inversores adinerados.
La burbuja de precios de la vivienda en Nueva Zelanda ha hecho cada vez más difícil a los locales comprar una casa. En Auckland, la mayor ciudad del país, los precios se han duplicado desde 2007. Una de las medidas estrella para controlar los incrementos ha sido restringir la compra de propiedades residencial a los millonarios extranjeros.
La normativa permitirá que los suelos e inmuebles residenciales sean declarados como sensibles, por lo que lo no residentes no podrán comprar casas si no obtienen el consentimiento de la Oficina de Inversiones Extranjeras.
Entre estos millonarios que han puesto el ojo en país del helecho se encuentran empresarios japoneses y norteamericanos, que se han empeñado en comprar terrenos en Nueva Zelanda, preparados para el “fin del orden mundial”.
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