El organismo de control bancario de Canadá ha advertido de que muchos propietarios de viviendas que firmaron hipotecas cuando los tipos estaban próximos a cero durante la pandemia se enfrentarán pronto a un “ajuste de cuentas” al renovarse esos préstamos. El «choque de pagos» al que se enfrentan algunos hipotecados es uno de los riesgos más importantes que corre actualmente el sistema financiero, según las últimas perspectivas de riesgo de la Oficina del Superintendente de Instituciones Financieras (OSFI) en Canadá.
Según el organismo regulador, el 76% de las hipotecas residenciales vigentes en febrero tendrán que renovarse a finales de 2026. Lo más preocupante es el 15% de las hipotecas que tienen tipos variables con pagos fijos. Algunos de esos préstamos se amortizan negativamente, es decir, los pagos regulares ya no cubren todos los costes de los intereses porque los tipos han subido muy deprisa, de modo que el saldo principal aumenta.
“Descontamos que el aumento de los pagos provocará un incremento de impagos de hipotecas”, dijo la OSFI.
Los riesgos relacionados con la vivienda son desde hace tiempo motivo de preocupación en Canadá, ya que los hogares tienen que hacer frente a los altos precios de la vivienda, los elevados tipos de interés y los niveles de inflación, que se comen una parte cada vez mayor de su sueldo neto.
El informe añade que el mercado laboral se mantiene relativamente fuerte, pero que cualquier debilidad puede cambiar significativamente el panorama del riesgo.
El tipo de interés de referencia del Banco de Canadá para los préstamos a un día está en el 5% desde el pasado mes de julio, el nivel más alto en más de dos décadas. Esto es crucial porque muchos canadienses tienen hipotecas con tipos de interés vinculados al tipo del banco central. Cuanto más tiempo se mantengan los tipos elevados, más tiempo pasarán esos hogares en apuros financieros.
Peter Routledge, superintendente de instituciones financieras, señaló a Bloomberg que el problema de las hipotecas a tipo variable con pagos fijos es como un “ratón en la serpiente”: es un problema considerable que los bancos están digiriendo lentamente, pero que aún tiene el potencial de provocar pérdidas desmesuradas.
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