
Imaginad un edificio formado por diversos bloques semiindependentes y apilados entre sí. Aunque podemos encontrar algunos ejemplos que lo llevan al extremo, no suele ser habitual encontrar edificios de esta planta. Al menos, no como si fueran un cubo de Rubik, ya saben, aquel en el que con movimientos de los bloques se deben formar caras de un mismo color.
Pues así es como se ha diseñado el llamativo centro de exposiciones Portlantis, creado como una torre mirador de cinco bloques apilados en el puerto de Rotterdam (Países Bajos) por el estudio neerlandés MVRDV.

Un faro mirando el puerto
Este centro de exposiciones se ha concebido como un ‘faro’ del puerto por su idea de torre frente al mar. Está compuesto por cinco bloques apilados y girados entre sí que dan lugar a unos espacios de 3.533 m2. El estudio lo define así “Portlantis es un faro, llama la atención, pero también es una especie de atalaya”.
El exterior de los bloques está serpenteada por una escalera roja que conecta la entrada del edificio con cada una de las plantas hasta la terraza, diseñada como un mirador panorámico hacia el puerto y el mar del Norte. Y es que, en Rotterdam, al igual que en la mayoría de ciudades portuarias, se sabe que el puerto está en el horizonte, “allí”, pero se desconoce su actividad.

En este punto, Portlantis “ofrece a la gente una forma de investigar, de ver cómo están cambiando las cosas en el puerto, cómo se relaciona eso con la ciudad y cómo afecta a la vida que llevan en ella” dicen en el estudio.
Atrio central
La estructura del edificio es otro punto interesante del centro de exposiciones, ya que se creó como un lego, para que fuera desmontable, empleando materiales sencillos e industriales.

Cada uno de los bloques tiene una planta cuadrada y, en uno de sus lados -por lo menos- cuenta con grandes aberturas que se orientan en distintas direcciones, lo que permite diversos puntos de vista del paisaje portuario según en la planta donde se sitúen los visitantes. Estos diferentes puntos de vista también se encuentran en las pequeñas terrazas de cada nivel situadas en los ángulos de los bloques girados.

Hacia el interior, el principal elemento y el que organiza todo el espacio alrededor es un atrio circular de 22 metros de altura que atraviesa las cinco plantas del edificio. Su cúspide se corona por una claraboya circular y un techo de espejos. Además, el espacio está adornado por una escultura cinética que cuelga en su centro y por una escalera que va serpenteando por todas las plantas.

La planta baja y la última están ocupadas por locales de restauración. En la inferior hay una cafetería y, en la superior, se encuentra un restaurante. Ambos están iluminados de forma natural por un gran acristalamiento con vistas hacia el paisaje portuario y el mar del Norte.
Las tres plantas centrales albergan los espacios para la exposición permanente diseñada por el estudio Kossmanndejong y en cada una de ellas se trata un tema diferente, aunque todas relacionadas en las actividades del puerto, como los distintos tipos de materiales, infraestructura, aeronáutica, etc.

Además de todo esto, el edificio es “más que neutro desde el punto de vista energético” según el estudio, pues genera un 30% más de la energía que consume. Además, cuenta con aislamientos pasivos y una bomba de calor que ayuda a reducir las necesidades energéticas del edificio.
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