El gran negocio de ser nombrada ‘la mejor ciudad’ en algún ranking

La mejor para vivir, la mejor para trabajar, la mejor para retirarse. Los ranking de ‘mejores ciudades’ para lo que sea tienen mucho éxito y pueden hacer más ricos a sus habitantes. Palma de Mallorca acaba de ser elegida la mejor ciudad del mundo para vivir, según ‘The Times’. La noticia apareció en casi todos los medios europeos (aparte de los españoles).  Para el alcalde de Palma eso tiene una clara traducción: más turistas, más inversión y más ingresos gracias a los impuestos. 

Si sabe invertir ese dinero en mejorar los servicios, volverá a aparecer en el ranking y podrá seguir su ciclo virtuoso. Ese es el mágico poder de los rankings de ciudades que elaboran los medios de comunicación: ejercen una inexplicable atracción sobre los ciudadanos del planeta.

¿Cómo nació esta Manía de los rankings? En 1984, la consultora Mercer creó una clasificación basada en la calidad de vida de varias ciudades importantes en el mundo. La idea inicial era proponer a las empresas que pagasen mejor a los ejecutivos desplazados a ciudades con peor calidad de vida, a ciudades peligrosas incluso. Era un ranking negativo.

Muy pronto alguien en Mercer se dio cuenta de que  si le daba la vuelta al ranking y exponía ‘las mejores ciudades para vivir’ podrían tener más éxito, según cuenta ‘Global Trends’, la revista digital de Credit Suisse. 

Este ranking tuvo tanto éxito que muy pronto la revista ‘The Economist’ le imitó creando su propio ranking global sobre la calidad de vida de ciudades, y luego muchas revistas se sumaron al carro.

¿Qué ventajas tienen los rankings? Para las ciudades que aparecen en la parte alta de esas clasificaciones, pueden ser una fuente de dinero: jubilados, millonarios, inversores y hasta empresas pueden tomar la decisión de trasladar su domicilio a esos parajes.

Más dinero, más ingresos para la alcaldía, más mejoras municipales y así nace un círculo virtuoso. La guinda del pastel llega cuando un famoso actor de Hollywood se instala en esa ciudad. Entonces tiene asegurada publicidad gratuita por el globo.

Los rankings ya no se limitan a exponer la calidad de vida con los viejos parámetros de servicios de limpieza, transporte público, precio de los alquileres, seguridad en las calles y coste de los restaurantes, sino ya incluyen otros como la pureza del aire, la contaminación acústica o las zonas verdes.

Los alcaldes deben tomar nota porque no basta con tener las calles limpias y a los carteristas alejados. Ya están apareciendo rankings más sofisticados como ‘las mejores ciudades para jubilarse’, ‘las mejores para divertirse’, ‘las mejores para trabajar con conexiones rápidas a Internet’, o ‘las que tienen las mejores playas’. 

Pues bien, a pesar de que las clasificaciones se sofistican las mejores ciudades siguen estando en los mismos países y las peores siguen estando en los peores países, dice ‘Global Trends’. Pero dentro de ellos, cambia un poco el orden pues algunas son mejores para ‘la gente de izquierdas’, otras ‘para los bebedores de cerveza’, y otras para los que ‘buscan una buena relación calidad-precio’.

Para ser un perdedor en estos rankings solo hace falta un cóctel que contenga alta criminalidad, excesos militares, corrupción, represión y pobre conectividad. Casi siempre, las ciudades que aparecen en esas clasificaciones (a las que ningún alcalde querría pertenecer) están en África, Oriente Medio y algunos sitios del continente americano: Dhaka, Harare, Kabul, Lagos, Mogadiscio, Caracas, Argel, Trípoli, Damasco, Río de Janeiro… la guerra librada en las fronteras de Rusia y Ucrania ha añadido dos ciudades: Donetsk y Lugansk.

Para las empresas, estos rankings tienen mucha importancia porque sirven para ahorrar costes y aprovechar oportunidades. Las empresas de nuevas tecnologías buscan ciudades con buenas comunicaciones (tanto por transporte como por Internet), y además buenos colegios, muchas zonas verdes, buenos servicios, mucha tranquilidad. Porque esas ciudades pueden ser adonde envíen a sus mejores fichajes como una forma de compensación a su talento.