A este suceso se le apodó el 'poltergeist' nacional e inspiró la película española Verónica
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Caso Vallecas: entre un suceso paranormal y drama humano en este inmueble madrileño
idealista/news

Este suceso, con un parte policial en el que se habla de sucesos “inexplicables”, inspiró la película Verónica de Paco Plaza. ¿Cuánto hubo de paranormal y cuánto de drama humano en lo que sucedió en los noventa en este inmueble de Vallecas? Visitamos el edificio donde tuvo lugar el caso.

La niebla no parece querer marcharse en este día plomizo de otoño, y eso que ya es la una del mediodía. El tema se presta, porque sin duda, los crímenes de 'Jack El Destripador' hubieran sido otra cosa de haberse cometido en el Caribe con sol de verano, ¿verdad?… Estamos en el madrileño barrio de Vallecas, frente al portal número 8 de la calle Luis Marín, donde tres mujeres de edad avanzada están criticando, móvil en mano, la Ley de Violencia de Género. Una conversación entre vecinas, en una calle anodina, en un barrio obrero, con grandes bloques de ladrillo visto como el que tenemos enfrente: una mole inmensa (doce pisos), de dudoso gusto arquitectónico y cuyo interior es aún peor porque nos recuerda a las galerías de las cárceles. A veces los arquitectos creen hacer bien y resulta que no…

Caso Vallecas: entre un suceso paranormal y drama humano en este inmueble madrileño
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Un ascensor naranja (la cosa no mejora) nos lleva a nuestro destino: un pasillo luminoso adornado con plantas y una puerta. Una puerta como la de tu casa, como la de la mía, como la de tu vecino. Una puerta sin más, si no fuera porque en esta casa, hace 27 años, tuvo que presentarse la policía de madrugada tras recibir una llamada de sus dueños. ¿Un altercado familiar? ¿Unos vecinos que hacían demasiado ruido por una fiesta a deshora? No, algo bastante más inquietante y perturbador: en la vivienda se estaban produciendo sucesos extraños y no era la primera vez. Había una fuerza que movía los enseres, poniendo por ejemplo, los crucifijos boca abajo.

¿Les suena a película de Halloween? Por supuesto, el tema sirvió de argumento para una, pero hablamos de un hecho real, el conocido como 'Expediente Vallecas', caso que inspiró la película Verónica, de Paco Plaza, y que fue en la década de los 90 nuestro poltergeist nacional. Un suceso sobre el que corrieron ríos de tinta, apareció en los telediarios y fue diseccionado por programas de parapsicología y amantes de lo paranormal como Iker Jiménez. Pero, ¿hubo realmente algo paranormal o asistimos a un drama humano que fue alimentado por los medios de comunicación de la época? ¿Cómo explicar que en el parte policial de aquella noche se hablara de “hechos de todo punto inexplicables”? (reproducimos el parte aquí y aquí). ¿Hubo realmente hechos que no pudieran explicarse dentro de la lógica?

Recapitulemos: la joven Estefanía Gutiérrez Lázaro fallece en el hospital Gregorio Marañón en agosto de 1991 por asfixia pulmonar: muerte súbita y sospechosa. A partir de su fallecimiento, sus padres y cinco hermanos empiezan a observar acontecimientos raros en su domicilio de la calle Luis Marín, 8, fenómenos que se acentúan la noche de marras en la que, presas del pánico, terminan llamando a la policía. Al parecer, Estefanía había empezado a interesarse por el mundo del ocultismo unos años antes: había participado en ouijas y en una de ellas, que realizó con varias amigas en el instituto, una de las profesoras las pilla in fraganti y rompe el tablero contra el suelo. A partir de ese momento, Estefanía empieza a manifestar un comportamiento extraño: convulsiones, alucinaciones, voces, ausencias…

Comienza un peregrinar por médicos, pero nadie parece encontrar una explicación razonable: para los creyentes (y la familia lo era), la chica había sido poseída por el mal. Curiosamente esa visión aún perdura: nos lo confirma el taxista que nos ha traído hasta Vallecas y que conoce la historia porque es vecino del barrio. “Mis amigos y yo hemos hablado muchas veces de este caso y siempre hemos pensado que había algo raro, algo pasaba con esta familia”, nos dice.

Pero volvamos a la historia: en la madrugada del 27 de noviembre de 1992 los padres de Estefanía (recordemos que ella había fallecido un año antes), llaman a la Policía atemorizados: los crucifijos de la casa se mueven y una enorme figura los vigila desde el pasillo. El Inspector jefe José Pedro Negri y otros tres policías se presentan en la casa y confirmarán, en el parte, una situación “extraña y misteriosa” que quedará registrada en el célebre expediente.

“Los Gutiérrez dejaron la casa a finales de los años 90, se la vendieron a una familia latinoamericana que no ha observado nada raro en ella a lo largo de estos años”, explica David Cuevas, periodista que entrevistó a Ricardo y Maximiliano Gutiérrez, dos de los hermanos de Estefanía.

En su entrevista, los hermanos desmontaban todo el halo misterioso y paranormal del caso. Explicaban que su hermana nunca había estado poseída por el demonio, que tenía epilepsia (la madre también) y que era una chica completamente normal. “Le mostramos el informe de autopsia a un neurólogo y a seis forenses (uno de ellos, Gregorio Arroyo, autor de la propia autopsia), ninguno vio nada raro. Esta chica tomaba medicación aunque a su muerte aún no le había sido diagnosticada la epilepsia y además, tenía un problema de obesidad. No hubo nada raro en su muerte”, explica Cuevas. Y añade: “Quizás había cosas que no se podían explicar. Contaban por ejemplo que el 1 de noviembre se levantaron para ir al cementerio y uno de ellos se encontró la foto de Estefanía caída en el suelo. Y quemada. Ricardo y Maxi no saben cómo pasó, pero no descartan que alguien de la familia lo hiciera intencionadamente. El caso Vallecas es simplemente un drama humano que, apoyado por los medios de comunicación, se convierte en el poltergeist español”, concluye Cuevas.

“La niña murió por otras razones, no por nada vinculado a sucesos paranormales. Yo sí que creo que esa casa tiene una impregnación especial, un ambiente extraño, pero que solo se activa cuando ellos, los antiguos dueños, están en ella”, dice la médium Victoria Braojos, que participó con una sesión de espiritismo en la presentación de El Diablo en casa, de Alberto Ávila, libro monográfico sobre este caso.

En el bar Los Cuñaos, justo enfrente de la vivienda del famoso expediente, nada saben de demonios ni de fenómenos paranormales: aquí lo único paranormal sería que les tocase la Lotería y que no tuviesen que madrugar cada día para poner cafés y pinchos de tortilla a los clientes habituales. La vida transcurre también con normalidad en la cercana asociación vecinal Nuevas Palomeras y en el Hogar del Compañero, unos locales que son de la iglesia, como nos explica una amable vecina, donde “Vamos a reunirnos, a cantar, tenemos actividades”.

De camino al metro Miguel Hernández nos encontramos una agencia inmobiliaria que anuncia pisos de la zona: un piso amplio de 3 dormitorios y 2 baños por 158.000 euros; otro de 60 m2 en Ronda del Sur por 96.000… Ninguno se publicita con espíritus ni demonios en su interior, que ya sabemos que este tipo de argumentos no ayuda precisamente a la venta.

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