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Cómo saber si vives (o trabajas) en un edificio enfermo
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Por si no lo sabías, los edificios también enferman y, por supuesto, eso afecta a nuestra salud. De hecho, este síndrome, que se definió por primera vez hace relativamente poco (a mediados de la década de los 80 en Inglaterra), afecta a un 30% de los edificios del planeta.

Pero, ¿en qué consiste? Está relacionado con los materiales con los que están hechos algunos edificios (y puede que sean nuevos, no pensemos en inmuebles antiguos), la profusión de metales, la baja humedad relativa, la mala circulación del aire y otros muchos problemas. “A los problemas de la edificación los llamamos patologías. Por ejemplo, humedades por filtración de agua de lluvia, por capilaridad de los materiales desde el terreno, falta de iluminación -la convención dice que la luz penetra solo unos siete metros desde la fachada-,  grietas por infinidad de motivos... el catálogo es interminable”, comenta el arquitecto Rodrigo Vargas.

“Hablamos de un edificio enfermo cuando este influye negativamente sobre la salud o bienestar de las personas que lo habitan. La causa más generalizada del malestar que provocan suele estar derivada de la contaminación del aire. Este hecho suele darse principalmente en entornos cerrados o de trabajo, -donde se abusa en muchos casos de la climatización automática, donde existen ventanas que no se pueden abrir o mucho suelo con moqueta-, lo más importante es la ventilación, la temperatura entre 22–24 grados y una humedad ambiental entre el 40% y el 50%. Los campos electromagnéticos también influyen en nuestra salud, repetidores de telefonía, tendidos eléctricos de alta tensión, redes inalámbricas, grandes cargas de electricidad estática”, dice Jesús Duque, de Alfa Inmobiliaria.

Como vemos, muchos males están relacionados con temas ambientales: atmósferas secas, cerradas y contaminadas, donde no se intercambian gases con el exterior. Superficies sucias, no solo porque estén hechas de materiales contaminantes, sino porque tengan ácaros, moho, esporas de bacterias... Unas toxicidades de las que ya hablamos en idealista/news. 

En definitiva, que esa falta de salud del inmueble, sea el de tu casa o el de la oficina, puede estar afectando a tu salud: escozor de ojos, alergias, dermatitis, dolores de cabeza, náuseas, problemas respiratorios… “Hay una enfermedad producida específicamente por el síndrome del edificio enfermo, es la lipoatrofia semicircular, se caracteriza por la pérdida de tejido graso bajo la piel en forma de semicírculos”, añade Duque.

Pero cuidado, que no solo puede venir por carencias en la construcción o en los materiales de la misma, sino que a veces somos nosotros mismos, sin saberlo, los que podemos estar generando el daño: por ejemplo, con la humedad dentro de casa. La humedad en casa, algo muy común en edificios antiguos con mala ventilación, genera hongos. Y puede deberse a un estado deficiente del inmueble, pero también a algo que muchas familias suelen hacer en invierno: tender la ropa dentro de casa. Esta práctica se asocia con un incremento de la alergia a ácaros del polvo y a la multiplicación de esporas de moho que pueden generar problemas respiratorios.

¿Qué podemos hacer para mejorar la salud de nuestro edificio? Desde luego, mejorar las ventilaciones entre el interior y el exterior. En las oficinas, controlar las temperaturas extremas tanto de frío como de calor. Usar humidificadores en los ambientes que estén muy secos. En casa, no tender la ropa dentro (si está diluviando fuera una buena opción son los locales de lavado y secado de ropa). Y por supuesto, prestar especial atención a la limpieza de moquetas y otras superficies que puedan acumular contaminantes y limpiar debidamente aparatos de aire acondicionado. [Consulta varios consejos para que tu casa sea más saludable y confortable]

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