Algunas de las principales voces femeninas del sector repasan las lecciones aprendidas durante el covid
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8M: la conciliación impulsa el papel de la mujer para buscar la paridad en el sector inmobiliario
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Analistas, CEO, directoras generales, responsables de operaciones, directoras de estrategia, vicepresidentas… Son muchas las mujeres que ocupan altos cargos dentro del sector inmobiliario, a pesar de que el ladrillo ha estado tradicionalmente ligado al sexo masculino. Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, idealista/news habla con algunas de las principales voces inmobiliarias femeninas del panorama nacional, que nos cuentan qué papel deben tener las mujeres en el mundo empresarial y qué elementos diferenciales pueden aportar. Este 8M, además, repasan qué lecciones ha dejado la pandemia sanitaria y por qué la tendencia hacia la paridad ya es imparable en España. 

 

8M: la conciliación impulsa el papel de la mujer para buscar la paridad en el sector inmobiliario
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Tras la pandemia, hemos aprendido que los modelos híbridos que combinan teletrabajo y presencialidad son posibles y facilitan el equilibrio laboral y familiar que preocupa a muchas mujeres. En este sentido, cada vez será más habitual encontrar a mujeres ocupando posiciones relevantes al mismo nivel de preparación y conocimientos que nuestros compañeros, pero todavía nos queda trabajo para que nuestra presencia vaya más allá de los puestos base. Somos conscientes de que la conciliación permitirá que aportemos mucho al sector.

Para que cada vez haya más mujeres en puestos de alta dirección es necesario dar visibilidad y reconocimiento a las mujeres que ya ocupan cargos intermedios. Igualmente, es importante que las nuevas generaciones cuenten con referentes que muestren que es posible que las mujeres lideremos empresas del sector inmobiliario.

 

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La pandemia ha tenido un importante impacto en el sector inmobiliario. En un inicio, el confinamiento y el cese de actividades no esenciales provocó una caída en las transacciones de viviendas y en el ritmo de las obras. Sin embargo, fue algo coyuntural. De hecho, en el año 2021 se ha producido una importante recuperación de las compraventas y de la actividad, superior a la de otros sectores. El inmobiliario se ha consolidado como un valor refugio para el ahorro, y el confinamiento ha puesto en valor la calidad arquitectónica, la eficiencia energética y la dotación de superficies exteriores de nuestras viviendas. Creo que debemos poner en valor el comportamiento del sector ante los impactos de la pandemia, ya que hemos sido capaces de reaccionar ante situaciones inéditas, con profesionalidad y pragmatismo, manteniendo nuestra actividad y convirtiéndonos en un motor de recuperación. Esto es aplicable tanto a los hombres como a las mujeres.

Pero, en concreto, en el caso de las mujeres creo que ha habido un importante avance en relación con una de nuestras principales reivindicaciones que es la conciliación. El confinamiento impuso el teletrabajo en todas aquellas actividades en que fuera posible. Esto nos ha permitido perfeccionar esta fórmula de una manera mucho más rápida que si se hubiera implementado de forma progresiva. A pesar de que se ha recuperado en gran medida la presencialidad, se ha mantenido el teletrabajo como una opción, facilitándose mucho la conciliación.

 

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La crisis generada por la pandemia de Covid-19, con su triple dimensión sanitaria, económica y social, ha impactado negativamente en la ocupación y condiciones laborales de amplios sectores de la población, pero ha tenido una incidencia especialmente negativa en el caso de las mujeres: ha ampliado la brecha de género en España y ha retrasado en tres años la llegada de la paridad tota, que ahora se estima en 2058.

Es verdad que en términos de empleo el sector inmobiliario ha aguantado relativamente bien el impacto de la covid-19, ya que, tras sufrir un período marcado por los ERTE en la época más dura de la pandemia, se ha recuperado más rápido que otros sectores. Pero lamentablemente sí ha tenido incidencia en el aumento de la brecha salarial y ha ralentizado el crecimiento del empleo femenino que el sector había comenzado a experimentar. El sector de servicios inmobiliarios continúa siendo el sector menos paritario y es el único donde el peso de la mujer ha disminuido.

El inmobiliario es un sector muy diverso y transversal con un alto grado de especialización por segmento, desde la construcción, la promoción, la comercialización o la gestión de inversiones. Aunque es verdad que la mujer solo representa el 10% del empleo en la construcción y apenas un 9% en puestos directivos, dentro de las actividades de promoción y comerciales supone ya más del 50%, y ya antes de la pandemia el 45% de las operaciones inmobiliarias que se realizaban en España eran cerradas por mujeres. Creo firmemente que la pandemia solo ha ralentizado una tendencia imparable hacia la paridad y es el momento de volver a retomar la senda iniciada antes de la pandemia.

Estoy convencida de que la paridad forma parte de las culturas corporativas de éxito. Como sector tenemos el reto de atraer talento femenino, y para ello, tenemos que apostar por la formación y los programas de ‘mentoring’ como herramientas fundamentales. Tengo la absoluta certeza de que solo las empresas que sean capaces de atraer y retener talento femenino, tanto en puestos base como directivos, contarán con una ventaja competitiva para liderar el sector en los próximos años.

 

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De la experiencia del teletrabajo forzado durante el confinamiento hemos aprendido que la productividad no depende de la presencialidad. Sin embargo, hay muchos procesos que tienen que ver con la innovación, el compartir ideas o enseñar a las nuevas generaciones, que sí se ven afectados. Entre esos procesos está la visibilidad, y aunque no creo que sea patrimonio exclusivo de las mujeres, sí creo que afecta en gran medida a este colectivo.

La flexibilidad que otorga el teletrabajo fue muy bien recibida por la mayoría de mis amigas mujeres porque permite una mejor conciliación de vida personal y profesional. Esto es fantástico, pero me preocupa que a largo plazo provoque desapego y falta de ambición. Si no somos capaces de mantener una presencialidad inteligente, que combine el trabajo en remoto con actividades de valor en la oficina, corremos el riesgo de desvanecernos, de alejarnos de la organización, perder visibilidad y oportunidades de promoción profesional.

Creo que las mujeres directivas tenemos una gran oportunidad en estas circunstancias. Las organizaciones necesitan incrementar la productividad y la competitividad, en un entorno más humanista, que cuide de sus trabajadores y los haga sentir parte esencial de los éxitos empresariales. Huyo de los estereotipos y tengo ejemplos a mi alrededor de hombres y mujeres que saben liderar desde las emociones, pero creo que en general las mujeres directivas proporcionan ambientes de trabajo más conciliadores, con una mayor sensibilidad hacia emociones como la empatía, la escucha activa, la colaboración y la flexibilidad. Características que, no siendo por supuesto exclusivas del liderazgo femenino, cobran cada vez mayor importancia en nuestras organizaciones.

 

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Una de las principales lecciones aprendidas durante la pandemia es la importancia de la flexibilidad en las empresas. En este sentido, un elemento clave ha sido el teletrabajo. La posibilidad de trabajar en remoto ha permitido tener jornadas laborales más flexibles y mejorar la conciliación de la vida personal y laboral. Pese a la importancia de las oficinas como espacios de encuentro, la incorporación del teletrabajo como una opción viable es un gran avance en términos de conciliación.

 

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En cierto modo, y de manera sutil, creo que la pandemia ha afectado más a la mujer trabajadora que al hombre. La mujer trabajadora asumió durante el período de confinamiento muchas labores adicionales a las de su trabajo.

En mi opinión, lo más difícil está siendo la vuelta escalonada a las oficinas. Muchas mujeres están abandonando sus puestos de trabajo por una dificultad de conciliación y porque después de la pandemia se han dado cuenta de que no estaban contentas con sus puestos o que incluso están pidiendo reducciones de jornada de manera más abrupta. Por lo tanto, posiblemente el balance para la mujer trabajadora tras la pandemia sea más crudo que el de los hombres.

 

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Creo que lo vivido en estos años a raíz de la pandemia puede ser un impulso para la mujer hacia puestos directivos porque va a ser más importante que nunca en el seno de las grandes corporaciones tener un liderazgo más humano, empático con su equipo y clientes, y con una visión más amplia de la realidad.  Y en esto las mujeres tenemos mucho que aportar.

No es que seamos mejores o peores que los hombres, es que tenemos cualidades diferentes y las compañías necesitan equipos directivos con una mayor diversidad (no solo a nivel de género, sino también de edad, cultura, formación, experiencia profesional, etc), que aporten una mayor visión y perspectiva sobre el negocio y la evolución del mercado.

Estamos en un mundo que cambia muy rápido y en un sector tradicionalmente dominado por hombres. Incluir la visión y experiencia de las mujeres en puestos de dirección, consejos de administración, etc, nos ayudará a adaptarnos de forma más eficiente a los retos que tenemos como sector.  Las mujeres somos más inclusivas, creativas y tenemos una tendencia a pensar mucho en nuestra relación con los demás. Y esto es clave para un sector como el inmobiliario, que necesita mejorar su imagen en la sociedad y que requiere de compañías más sostenibles, innovadoras y humanas, y así atraer y retener talento.

 

8M: la conciliación impulsa el papel de la mujer para buscar la paridad en el sector inmobiliario
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Dentro del mercado laboral, la mujer ha conseguido un posicionamiento dentro de las empresas muy relevante, pero ahí todavía queda mucho por hacer. Estoy segura de que con el tiempo conseguiremos alcanzar cargos de liderazgo por méritos propios y no por imposición legal. Aquí no le echaría la culpa al machismo, porque se está produciendo un cambio generacional que espero esté eliminando esa lacra, pero sí que no podemos “invadir” o “escalar” en las empresas sin el bagaje y la experiencia suficiente como para afrontar estos puestos.   

Poniendo a la mujer trabajadora en el epicentro del sector inmobiliario, tengo que darle la enhorabuena a todas y cada una de ellas que trabajan en este sector tradicionalmente “de hombres”. Me dirijo tanto a la jefe de obra desde la empresa constructora, como a la consultora, arquitecta, aparejadora, promotora, financiera, patrimonialista, abogada…, y a todas aquellas mujeres que han decido optar por este sector siendo pioneras en su día y ahora ejemplos a seguir por el resto.

Es un sector apasionante. Desarrollamos ciudad, creamos vida, entornos sociales… es emocionante y desde aquí invito a las siguientes generaciones a embarcarse dentro de este mundo que ya no está tan ligado al género masculino. Nunca me ha gustado diferenciar entre hombres y mujeres, porque profesionalmente somos iguales, pero sí que es verdad que le damos un “toque” diferente al sector con una nueva visión que, sumada a los expertos varones, hacemos grandes equipos.

Las lecciones aprendidas de toda mi trayectoria profesional como mujer trabajadora en el sector inmobiliario es saber adaptarse a la cultura que te toca vivir en cada momento y luchar por tus objetivos sin estereotipos de género alguno.

También me gustaría destacar el respeto que he recibido por todos los trabajadores de las obras donde he trabajado porque hace casi 25 años éramos muy pocas las que estábamos en los equipos técnicos y aun se sorprendían. Esa sorpresa se traducía en respeto, y, a veces, en mimo y admiración. Al igual que vanaglorio el respeto del personal de obra, añado una crítica a los cargos superiores donde el ascenso femenino no lo veían con buenos ojos… o directamente no lo veían. En algún momento llegarías a tu techo de cristal y de ahí no pasarías, por lo tanto, tampoco te tenían muy en cuenta. Ahora bien, ¿qué pasa cuando rompes el techo de cristal? Pues que la inercia de la presión te hace volar. Volar, mujeres inmobiliarias, volar hasta el infinito y que no os corten las alas.

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