
Artículo escrito por Sandra Barañano, directora técnica de Cuida Tu Casa
No sorprendemos a nadie cuando afirmamos que las zonas comunes en los edificios están llenas de barreras arquitectónicas: ahí están, muchas veces a la vista, las diferencias de nivel insalvables para personas mayores o con minusvalías físicas, aunque es frecuente que haya otros elementos en las zonas comunes que se tengan que modificar o complementar para mejorar la accesibilidad y la seguridad de todas las personas.
Así, para acometer este propósito hay que atender a varios factores que se producen en las zonas comunes, como analizar la comunicación entre vecinos favorecida o agravada por el tamaño de las puertas y los pasos, el estado de los interruptores y su posible sustitución, la instalación de videollamada en la casa para supervisar quién accede al edificio… Un diagnóstico concreto para cada caso para lo cual recomendamos el asesoramiento de un técnico competente. Y es que la accesibilidad mejora la vecindad entre las personas.
De entrada, las puertas y los pasos son fundamentales para el asunto en cuestión. Están, por un lado, las dimensiones de cada puerta, pero hay algo común en general en todas ellas: los mecanismos de apertura y cierre deben situarse a una altura entre 80 centímetros y 120 centímetros, y ser de funcionamiento a presión o palanca y maniobrables con una sola mano, o automáticos. Por esta razón, para favorecer siempre el acceso a personas en sillas de ruedas es recomendable que la distancia en horizontal del mecanismo hasta el encuentro en rincón sea superior a 30 centímetros.
En cuanto a la sustitución de interruptor, lo más conveniente es que los interruptores de luz dispongan de un piloto luminoso para facilitar su localización cuando la iluminación está apagada. Para que estos elementos, así como timbres, pulsadores de alarma y otros mecanismos favorezcan el acceso de personas en sillas de ruedas deben reunir características como estar situados a una altura 80 y 120 centímetros y a una distancia mínima a encuentros en rincón de 35 centímetros. Igualmente, deben contar con un accionar fácil, vía puño cerrado, codo y con una mano, para beneficiar su uso por parte de este colectivo. Mejor todavía es un uso de tipo automático. Y deben tener contraste de color respecto al entorno.
La instalación de videoportero favorece especialmente la comunicación de las personas con discapacidad auditiva con el exterior, y mejora la seguridad para todos los habitantes, ya que permite tener un control visual de las personas que solicitan el acceso al edificio. En la accesibilidad también importa tener el control sobre quién puede acceder al bloque.
Hay más criterios que permiten a las obras impulsar la mejor accesibilidad disponible. Por ejemplo, es posible mejorar la seguridad física de las personas frente a posibles caídas, golpes o tropiezos. Para ello, es aconsejable considerar aspectos como la colocación de pasamanos en zonas con marcado desnivel (escaleras, rampas, pasillos); la señalización de los peldaños; el empleo de pavimentos antideslizantes…
Los pasamanos deben de reunir un mínimo de condiciones: debe ser firmes y fáciles de agarrar, tienen que estar separados del paramento al menos 4 centímetros, el sistema de sujeción no puede interferir el paso continuo de la mano y deben situarse a una altura comprendida entre 90 y 110 centímetros.
Por último, la mejora de la iluminación es fundamental en el refuerzo de la accesibilidad de las zonas comunes: la mejor iluminación es la que proporciona al menos una iluminancia medida a nivel del suelo de 100 lux. Hay que cuidar que no haya grandes contrastes de iluminación entre las distintas zonas. Y para mayor seguridad y ahorro energético, se pueden sustituir los interruptores convencionales por detectores de presencia, para un uso solo cuando se necesita.
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