
Si la arquitectura y los arquitectos se inspiran, a veces, en la naturaleza, esta curiosa vivienda es uno de los mejores ejemplos de ello. Algo que se ha logrado gracias a la peculiar forma con la que utilizan los pilares, que no solo tienen la función de sostener los techos, sino que también invitan a penetrar en un particular ‘bosque’ sin salir de casa. Hay que reconocer que es muy posible guste a todo el mundo, pero también que se trata de un lugar, cuanto menos, curiosa.
La Casa de los Pilares emerge como una residencia minimalista situada en Saitama, Japón, concebida por IGArchitects. En el corazón del encargo del cliente residía el deseo de una vivienda de una sola planta que conjugara espacios amplios con la necesidad de privacidad, tanto con respecto a las viviendas vecinas como dentro del propio hogar.

“El sitio está rodeado de casas y tiene un asta de bandera con una gran montaña detrás. Al planificar una casa bifamiliar, el cliente imaginó vivir pacíficamente en una casa de un piso respetando la privacidad del área circundante y entre los hogares. Pensé que sería bueno crear una arquitectura que creara simultáneamente un entorno cerrado y un entorno abierto que devolviera el verdor de la montaña a la habitación”, explica el arquitecto. En respuesta, los arquitectos concibieron un diseño que fusiona de manera fluida áreas cerradas con vistas abiertas, inspirándose en el entorno verde de las montañas cercanas.

Ventanas altas para un espacio etéreo
Abrazando una silueta en forma de búmeran, la residencia se adapta con gracia a la colina en su parte posterior mientras se extiende generosamente hacia el sur, asegurando una relación simbiótica con su entorno al tiempo que resguarda la intimidad a través de muros estratégicamente ubicados que protegen el interior de miradas externas.

La introducción de ventanas altas, colocadas por encima de estas barreras, confiere una cualidad etérea, creando la ilusión de un techo flotante. En el interior, un vasto espacio interconectado se despliega, marcado por estructuras discretas en forma de cajas que albergan comodidades privadas como baños. Estos elementos, junto con una serie de pilares, dotan al interior de profundidad y dinamismo, facilitando el movimiento fluido y la actividad para sus habitantes.
Una característica definitoria de la vivienda reside en su innovador uso de los pilares. Espaciados a intervalos regulares de 1,8 metros, estos pilares cuadrados de 90 mm de lado, alcanzando alturas de hasta 3,5 metros, emulan la densidad y estatura del mobiliario, evocando la atmósfera de un tranquilo bosque dentro de los confines del hogar.

Bosque afuera, pero también adentro
Esta disposición meticulosa, enraizada en los principios de la arquitectura tradicional de madera, fomenta un diálogo fluido con el verdor circundante, transformando el interior en un bosque artificial pero orgánico. A través de un proceso de deconstrucción y reconstrucción, los elementos tradicionales se reinventan, con pilares posicionados en el exterior de los muros, creando un patrón rítmico y arbóreo.

Mientras tanto, el techo aparentemente desligado flota con gracia sobre la estructura, estableciendo un juego cautivador entre espacios y vacíos, forjando nuevas conexiones entre los ámbitos interior y exterior del edificio.

“El techo se separa de las paredes y flota como si se balanceara. Cosas que estaban separadas se están transformando e integrando nuevamente. Sin embargo, los huecos y lagunas allí creados están creando nuevas relaciones entre el interior y el exterior del edificio, y entre los interiores. Al adoptar una estructura arquitectónica de madera simple de "pilares erigidos en pasos de un metro", se ha creado un ambiente complejo y rico que va más allá de esa estructura. Apuntamos a una arquitectura que coexista con el orden de un bosque y el desorden de las patas de los árboles”, concluyen.
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