
Desde la inauguración del primer underground de metro en Londres, allá en 1863, este sistema de transporte ha transformado la movilidad urbana por completo. Las estaciones y sus entradas, sus bocas, han sido motivo de ornamentos y de un estilo propio que se ha ido adaptando a la estética y a las necesidades de cada momento.

De los primitivos templetes modernistas y déco, se ha pasado a espacios de vidrio y acero buscando la luz y la amplitud, lo que se contrapone a las primeras paradas. Una de estas estaciones se ubica en la red Grand Paris Express, concretamente en la estación Villejuif-Gustave Roussy, obra del reconocido estudio francés Dominique Perrault Architecture, con la cual ha buscado un hito urbano y una lección magistral de diseño subterráneo.
Un rascacielos que se hunde en la tierra
La estación está ubicada en el suburbio sur de Villejuif, al suroeste de la capital francesa, formando parte del ambicioso proyecto Grand Paris Express, una nueva red automatizada de transporte rápido que busca unir los suburbios parisinos sin necesidad de pasar por el centro.

Según su propio creador, más que una estación de metro, la de Villejuif-Gustave Roussy se define como un "rascacielos invertido". Su enfoque arquitectónico es, cuando menos, innovador: en lugar de levantar un edificio visible, se excavó un enorme pozo cilíndrico de 50 metros de profundidad y 70 metros de diámetro.

En palabras del propio Dominique Perrault, “el cielo de este rascacielos invertido es simplemente el nivel del suelo de la ciudad”. Esta idea transforma la manera en que se experimenta el subsuelo: lejos de ser un espacio cerrado, húmedo y oscuro, la estación se baña de luz natural gracias a su espectacular cubierta acristalada.
Desde el exterior, la estación se presenta como un discreto pabellón de cristal, coronado por un techo helicoidal compuesto por tres capas: una de plástico central que protege de la lluvia y permite la circulación del aire, y dos capas de malla de acero inoxidable que actúan como carpas filtrando la luz solar. El conjunto crea una atmósfera que genera una sensación de apertura que contradice la idea convencional de estar bajo tierra.

Más que transporte
La estación Villejuif-Gustave Roussy se ha conceibod más como un nuevo espacio de encuentro que como una estación de paso. Cuenta con capacidad para más de 100.000 pasajeros diarios, y en ella se integran galerías, balcones, tiendas, servicios y zonas públicas en sus dos primeros niveles.

Su diseño interior, obra de la arquitecta asociada Gaëlle Lauriot-Prévost, destaca por una cuidada elección de materiales, una iluminación estratégica y una acústica diseñada para suavizar el bullicio del tránsito urbano.
El valor simbólico también se debe tener en cuenta. Está ubicado dentro del campus Grand Parc, una zona dedicada a la investigación científica y médica, con conexiones directas al Institut Gustave Roussy, centro puntero en tratamientos contra el cáncer. Esto refuerza su función como nexo entre salud, ciencia y ciudad.

Además, incorpora arte público del artista chileno Iván Navarro, quien ha creado una instalación inmersiva que simula un cielo estrellado de luces de neón, transformando el trayecto diario en una experiencia poética.
Pero la apuesta del Grand Paris Express va aún más allá. Con 68 nuevas estaciones y más de 200 kilómetros de líneas automatizadas, el proyecto busca reequilibrar el mapa social de la metrópolis. De hecho, 42 de las estaciones estarán situadas a menos de 800 metros de zonas designadas como desfavorecidas, lo que representa un claro compromiso con la equidad territorial y la inclusión social.
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