
En pleno corazón del barrio londinense de Haringey, donde el suelo escasea y el crecimiento urbano amenaza con la homogeneización, ha surgido un modelo de vivienda que demuestra que la sostenibilidad no está reñida con la dignidad, la estética y el bienestar.
El complejo Edith Road en Londres responde a las necesidades de vivienda social y lo hace con un enfoque revolucionario, buscando las cero emisiones netas de carbono y un diseño que devuelve el protagonismo a la comunidad.

Arquitectura al servicio de las personas
El reducido solar en desuso del que se disponía, se convirtió para el estudio Satish Jassal Architects en una oportunidad para reimaginar el desarrollo urbano en zonas densas, apostando por un esquema que integra tres bloques de ladrillo conectados por un patio común, construyendo cinco apartamentos, un dúplex y dos casas adosadas, todos orientados a un espacio compartido que constituye “el corazón del complejo”.
Una de las claves de este proyecto es que no se conforma con cumplir los estándares: los supera con creces. Tal y como explican desde el estudio: “El diseño aborda el reto de conciliar la relación, a menudo inconexa, entre el tejido urbano tradicional y el moderno”.

Para ello, se recurrió a una forma triangular que dialoga con la escala del entorno, incorpora vistas de largo alcance y aporta continuidad al paisaje urbano. El resultado es un conjunto que se integra con las viviendas victorianas vecinas gracias al uso del ladrillo rojo, pero introduciendo elementos contemporáneos como detalles en piedra y barandillas metálicas inspirados en el carácter histórico del barrio.
Viviendas conectadas
Más allá de la fachada, Edith Road destaca por la calidad de vida que ofrece a sus residentes y es que cada unidad está diseñada con doble o triple orientación, lo que mejora la ventilación natural, el aprovechamiento de la luz solar y la conexión visual con el cercano parque.

Además, todas las viviendas cuentan con espacios exteriores. En las plantas bajas tienen jardines privados mientras que en las superiores disfrutan de balcones generosos. Todos estos espacios privados se complementan con un patio central comunitario, cuidadosamente diseñado con zonas ajardinadas y un pequeño huerto con el objetivo de fomentar la interacción vecinal y crear un entorno de apoyo mutuo.
La entrada al conjunto se realiza a través de un núcleo acristalado, donde una escalera conecta los niveles superiores con el patio interior. Este acceso abierto refuerza la idea de transparencia y convivencia, sin barreras visuales ni físicas.

Sostenibilidad real
La gran apuesta del proyecto, sin embargo, está en su compromiso medible y comprobable con el medio ambiente. Gracias a una envolvente térmica de alto rendimiento, paneles solares fotovoltaicos y bombas de calor aerotérmicas, el complejo logra una reducción del 104% en emisiones de carbono respecto a los criterios establecidos por la Autoridad del Gran Londres (GLA).
En otras palabras: no solo no contamina, sino que compensa más de lo que consume. Según afirma el estudio, “la elección de los materiales no es una mera decisión estética, sino parte integral de la identidad del edificio, su sostenibilidad y su diálogo con el entorno urbano”.

El bloque más pequeño del conjunto se ha reservado como espacio de almacenamiento de bicicletas, una decisión coherente con la visión de reducir la huella de carbono del transporte.

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