El arquitecto Joan J. Fortuny y el estudio Alventosa Morell Arquitectes han completado un innovador proyecto de 54 viviendas sociales en Inca, Mallorca.
Viviendas sociales en Inca José Hevia

El “sentido común” no es una expresión que muchas veces acompañe a la arquitectura contemporánea, sobre todo a las grandes obras “icónicas”. Sin embargo, en la arquitectura residencial es una de sus características, principalmente en aquellos proyectos sostenibles y respetuosos con el entorno. Además, este sentido común no solo refleja las necesidades climáticas y sociales del lugar, sino que también asegura que los materiales y las técnicas constructivas se alineen con las tradiciones vernáculas. Al recurrir a prácticas y recursos locales, se promueven construcciones que no solo se integran mejor en su contexto, sino que también minimizan el impacto ambiental, utilizando menos energía y materiales transportados desde largas distancias. Con esta combinación encontramos un proyecto de viviendas sociales en Inca (Mallorca).

El complejo está compuesto por dos volúmenes independientes, ubicados a lo largo de un eje norte-sur que crean una calle interior.
Dos volúmenes independientes José Hevia

Tradición mallorquina

El arquitecto Joan J. Fortuny y el estudio Alventosa Morell Arquitectes han completado un innovador proyecto de 54 viviendas sociales en Inca, Mallorca. El proyecto destaca por integrar elementos tradicionales en un diseño moderno, respetando el clima y la identidad cultural de la región. El complejo está compuesto por dos volúmenes independientes, ubicados a lo largo de un eje norte-sur, que crean una "calle interior". Este espacio está pensado como un área común que fomenta la interacción entre los residentes y evita la sensación de una comunidad cerrada, promoviendo el sentido de comunidad.

La transición del espacio interior hacia el espacio exterior de los jardines privados se realiza mediante grandes puertas correderas de cristal.
Transición interior exterior José Hevia

Las viviendas están organizadas en torno a un núcleo de servicios, lo que garantiza que los espacios habitables tengan una doble orientación. Este diseño flexible permite maximizar la eficiencia energética al mejorar la circulación de aire y la entrada de luz natural, reduciendo la necesidad de recursos externos para climatizar los espacios. Además, los módulos habitacionales se repiten en todo el edificio, lo que facilita la construcción y asegura un diseño coherente.

Los interiores cuentan con doble orientación, lo que conlleva tener gran iluminación natural y renovación de aire.
Interiores José Hevia

Otro aspecto crucial de este proyecto es la elección de materiales. Las contraventanas de madera de alerce, originarias de la región, revisten las fachadas de ambos edificios. Estos elementos son un guiño a la arquitectura tradicional de la isla, donde las persianas mallorquinas son omnipresentes. Según Fortuny, "la solución era utilizar algo que no es nuevo, pero aplicar el sentido común y la cultura local al diseño".

Las viviendas están separadas del espacio público mediante pequeños jardines privados delimitados por vallas metálicas ligeras y ladrillos perforados.
Jardines privados José Hevia

Eficiencia energética

Durante el desarrollo del proyecto se dio prioridad a los materiales locales y la artesanía tradicional, elementos que refuerzan su identidad. Las fachadas están revestidas con ladrillos perforados de cerámica y suelos de arcilla, materiales que no solo son estéticamente coherentes con la arquitectura local, sino que también mejoran la masa térmica del edificio, contribuyendo a una mayor eficiencia energética.

Las contraventanas son de madera de alerce, originarias de la región, y representan un guiño a la arquitectura tradicional de la isla, donde las mallorquinas son omnipresentes.
Mallorquinas José Hevia

Estas soluciones permiten que el edificio mantenga temperaturas más estables, reduciendo la necesidad de sistemas de calefacción y refrigeración artificiales. Pero el compromiso con la sostenibilidad va más allá de los materiales. Los tejados están cubiertos con grava reciclada proveniente de la minería urbana y paneles fotovoltaicos. Además, una bomba de calor aerotérmica proporciona calefacción y refrigeración de manera eficiente, lo que garantiza un bajo consumo energético a lo largo del año.

La calle interior está pensada como un área común que fomente la interacción entre los residentes, promoviendo el sentido de comunidad.
Calle interior José Hevia

En la planta baja, las viviendas están separadas del espacio público mediante pequeños jardines privados, lo que crea una transición suave entre lo privado y lo comunitario. Estos jardines están delimitados por vallas metálicas ligeras y ladrillos perforados, que mantienen la privacidad sin romper la sensación de apertura. Este diseño asegura que los residentes puedan disfrutar de espacios al aire libre sin perder el sentido de comunidad que caracteriza al proyecto.

Fortuny destaca la importancia de crear edificios que no dependan de recursos externos para mantenerse cómodos. "La construcción es una de las industrias más destructivas del mundo", señala, enfatizando que es crucial desarrollar proyectos que utilicen los recursos locales y respeten la economía de la región. Según él, "es más lógico construir lugares capaces de sostener sus propios recursos, que un edificio que necesite mucha energía foránea para mantenerse confortable".

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