Silicon Valley se ha convertido estas últimas décadas en un espacio donde converge la innovación arquitectónica con la tecnológica. De un tiempo a esta parte, en el entorno conviven mansiones futuristas, casas incrustadas en colinas y residencias que exploran nuevas formas de habitar el paisaje californiano.
Su arquitectura residencial se ha transformado en un símbolo de identidad y experimentación, por lo que no es casual que estudios de renombre aprovechen la luz, el clima y la topografía de la bahía para crear viviendas que funcionan casi como observatorios naturales.
Dentro de esta burbuja de innovación surge la Casa de los Cuernos, un proyecto singular que no pretende competir con la estética tecnológica de Silicon Valley, sino dialogar con ella mediante un diseño escultórico que captura la luz y acompasa el paso de las estaciones.
Una vivienda que recoge la luz
La Casa de los Cuernos se eleva en Los Altos Hills, sobre las estribaciones de las montañas de Santa Cruz, con vistas privilegiadas hacia la bahía de San Francisco. El proyecto se ha configurado como una intervención profundamente ligada al terreno y a la estructura preexistente de una antigua vivienda española que nunca llegó a completarse.
Tal como explica el estudio WOJR, encargado de su diseño: “como contrapunto a lo que ya existía, el proyecto encuentra una nueva coherencia que sintetiza las particularidades de la condición existente con un nuevo conjunto de principios de ordenación, ritmos y estructuras”.
El nombre de la casa procede de una serie de volúmenes curvados que se elevan hacia el cielo. Estos “cuernos” definen la silueta exterior y generan interiores de doble altura donde grandes superficies acristaladas permiten que entre la luz de manera controlada. El estudio explica que “la casa sería un conjunto de instrumentos sintonizados para captar los ciclos del día y de las estaciones: la luz cambiante, el crecimiento, la decadencia y el crecimiento del paisaje brumoso de la bahía”.
Dos alturas complementarias
Aprovechando el desnivel natural del terreno, la vivienda se organiza en dos niveles complementarios, pero divergentes entre sí. La planta superior, más expuesta y luminosa, se reviste de madera ennegrecida en la base y metal oscuro en los volúmenes superiores, creando un contraste que se integra con la paleta natural de la zona.
En esta planta se sitúan los espacios principales, como una gran sala de estar diáfana, un comedor parcialmente separado por una chimenea esculpida en mármol Danby y una cocina que continúa bajo una “cornina” que enfatiza las áreas funcionales. Asimismo, también se ubican la suite principal y dos dormitorios adicionales, además de un baño donde destaca una bañera ovoide revestida de mármol Danby azul grisáceo.
La planta baja presenta una atmósfera distinta: más recogida, íntima y vinculada a la tierra. Está construida en hormigón y, en parte, enterrada en la ladera. Se distribuye en una serie de espacios revestidos con madera cálida que se abren a patios de grava parcialmente cerrados. En ella también se encuentran otros dos dormitorios, un despacho y un spa también de hormigón, donde una piscina hundida y un óvalo de mármol parecen sostener visualmente el peso del techo.
El paisaje que rodea la casa imita la apariencia de un prado californiano mediante capas de hierbas autóctonas, matorrales, perennes y robles vivos. Para el estudio, “su cuidadosa calibración de texturas y tonos amplía la experiencia estética a lo largo de las estaciones cambiantes”.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta