Es imprescindible toda la luz natural posible y disponer de una buena ventilación, así como contar con espacio de almacenaje y un suelo resistente
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Buhardilla Pexels

Hay dos cosas imprescindibles que debe de tener una buhardilla: toda la luz natural y ventilación posible y un aislamiento inmejorable. Además, para conseguir un espacio perfecto, se debe disponer de un amplio espacio de almacenaje -unos armarios a medida son la mejor idea– y de un suelo resistente.

Si cumples con estos cuatro pasos te quedará una buhardilla perfecta para otoño e invierno.

Buen aislamiento térmico

La casa no se empieza por el tejado, pero sí que es el lugar por el que se pierde más calor en los meses dríos y que más se sobrecalienta en verano. Idealmente, se debería aislar por el exterior, pero si no es posible, no pasa nada por renunciar a 6-8 cm de altura. Lo recomendable es usar una buena espuma de poliuretano, una capa de lana de roca entre las vigas o cualquier otro material aislante que conviene rematar con una capa de yeso laminado tipo Pladur, por ejemplo. En total, un espesor de alrededor de 10 centímetros debería bastar para que tu buhardilla no deje escapar energía.

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Armarios a medida en las zonas más bajas

A veces, la zona más baja de la cubierta queda desaprovechada. Donde no sea posible estar de pie –la altura mínima que se considera habitable es de un metro y medio–, no renuncies al espacio de almacenaje que puedes conseguir con unos armarios a la medida, o incluso un mueble bajo para la tele.

Luz natural y ventilación

En una buhardilla, las ventanas no se colocan al tuntún. Piensa que tanto si usas tu buhardilla como habitación en la que haces vida como si es el lugar que has acondicionado solo para trabajar, contar con la suficiente luz natural y un espacio bien ventilado supondrá que la disfrutes más y, a la vez, sea más productiva. 

Las ventanas de tejado consiguen que el aire caliente que se acumula se pueda evacuar. También aportan alrededor de un 25% más de luz al espacio. Además, unas ventanas por debajo de las de techo favorecerán la ventilación por el efecto chimenea. Finalmente, es básico no olvidarse de una buena iluminación artificial, como por ejemplo, focos empotrados y algunas luminarias de pie.

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Suelo laminado o de corcho

Si la buhardilla va a ser un lugar de un uso frecuente, apuesta por un suelo laminado. En primer lugar, es una opción económica que, además, es sencilla de instalar y de la que hay disponibles numerosos acabados. Quizá la única pega reseñable es que no se trata de suelos tan duros como los de madera maciza, por ejemplo. Otra buena opción 'eco-friendly' es apostar por suelos de corcho, que amortiguan el ruido y que, si eres de los que te gusta ir descalzo, aportan una sensación muy agradable y cálida.

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