La Expo que se celebra en Osaka este 2025 está dejando unos ejemplos arquitectónicos singulares en sus pabellones nacionales. Como no podía ser de otra forma, ya que siempre ha sido así desde la creación de estas ferias internacionales. Todos sorprendentes, algunos toman referencias del país nipón, mientras que otros se inspiran en las embarcaciones propias de su región o de su pasado industrial.
Sin embargo, otros pabellones han preferido ofrecer unos diseños vertiginosos mostrando técnica y estructura sin perder la armonía estética. Ello se ha ido realizando a través de grandes escaleras o mediante una espiral infinita, como la que presenta el pabellón de la República Checa.
Una espiral que invita al recorrido
La espiral es la principal característica del pabellón checo para la Expo 2025 en Osaka la cual envuelve un espacio circular central destinado a eventos. La forma hace referencia directa al pabellón cilíndrico diseñado por Viktor Rudiš en la Expo de Osaka de 1970, reinterpretando su esencia en clave contemporánea.
El proyecto, diseñado por el estudio Apropos Architects, se concibe como una experiencia en movimiento “desde el principio, queríamos diseñar el recorrido de los visitantes como un viaje, en el que las personas pudieran fluir constantemente y experimentar algo especial”, señalaron en el estudio. El itinerario, de 260 metros de longitud, comienza bajo un anillo de pilotes de acero y asciende alrededor del edificio, protegiendo una plaza de suelo de madera situada en la base.
A medida que se avanza, la espiral se abre y crece en amplitud, ofreciendo un trayecto progresivamente más estimulante, enriqueciendo “la experiencia de los visitantes, ofreciéndoles gradualmente interesantes experiencias espaciales”, según palabras del estudio. El clímax del recorrido se alcanza en los niveles superiores, donde la espiral alcanza mayor escala y desemboca en una terraza panorámica con vistas abiertas.
Las paredes exteriores de vidrio, decoradas con motivos sutiles, permiten mantener contacto visual con el entorno durante la subida. En el nivel más alto, estas paredes se prolongan para formar la balaustrada de la terraza, desde donde se divisan tanto la cubierta circular con claraboya como una cafetería situada en un volumen semicircular.
Arte, madera y desmontaje
El recorrido de la exposición que se muestra en el interior comienza con una monumental escultura de cristal del artista Rony Plesl, mientras que toda la pared interior de la galería en espiral está cubierta por un mural del grafitero Jakub Matuška, conocido como Masker, que se extiende a lo largo de más de 200 metros.
En el corazón del edificio se ubica un auditorio circular de 12 metros de altura con claraboya central que está rodeado por gradas escalonadas, en la que se pueden acoger representaciones artísticas, conferencias y encuentros. Su diseño permite crear diversos espacios, como integrarse con la espiral exterior o cerrarse para actividades independientes, gracias a los rellanos y los accesos distribuidos en cada nivel.
La estructura principal del edificio se ejecutó con paneles de madera contralaminada (CLT), reforzados con un armazón de acero. Para el estudio, la elección de este sistema no es casual: “la mayor parte del volumen del pabellón está hecho de paneles de madera CLT atornillados entre sí, por lo que se desmontan fácilmente”.
Este mismo principio de desmontabilidad se aplicó a los componentes metálicos, “incluso los elementos de acero adicionales (sutiles columnas en el perímetro exterior de la espiral y algunas varillas de acero) están atornillados entre sí, sin soldaduras”, añadieron. Esto garantiza que, tras la Expo, la estructura pueda desarmarse y reutilizarse con un impacto ambiental reducido.
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