Cerca de los pirineos, en la provincia de Huesca, se encuentra este pequeño tesoro conocido por pocos. Hablamos del pueblo de Riglos, en la comarca de La Hoya. El municipio, de apenas 250 habitantes, ha sido nombrado por el periódico francés Le Monde como el séptimo más bonito del mundo.
El diario ha publicado una lista con los 20 pueblos más encantadores del planeta y la localidad española se encuentra entre los diez primeros. Con sus pintorescas casas blancas en pendiente, cuenta con una posición privilegiada a orillas del río Gállego, en un entorno natural que le ha permitido ser declarado Monumento Natural.
Pero si subimos a la parte alta del pueblo, cerca de las famosas formaciones de piedra rojiza, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora del Mallo, del s. XVII. Se trata del edificio más emblemático del municipio, con tres naves y una torre de planta cuadrada con campanario. Rodeada por las paredes imponentes de piedra, crea unas vistas impresionantes que la convierten en un sitio de gran reclamo para turistas.
Los Mallos son un punto de atracción constante para los amantes de la escalada, ya que cuentan con más de 200 vías de escalada existentes, muchas de ellas con dificultad elevada. Para quienes disfruten de la ornitología, la zona esta llena de aves rupícolas y gran parte de ellas son rapaces protegidas: desde buitres hasta quebrantahuesos y alimoches. De hecho, en la llamada Pared de los Buitres, está una colonia de estas aves, una de las más grandes de Europa.
Otro de los puntos que es imprescindible visitar al pasar por Riglos es el Castillo de Loarre. Una fortaleza a 20 km del pueblo que ha sido declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional. El castillo medieval fue construido por orden de Sancho III en el s XI y está asentado en plena sierra de Loarre, rodeado de una muralla de 10.000 m2 levantada en 1287, con un perímetro e 172 m.
Para disfrutar de la gastronomía de la zona puedes probar en el Refugio de Riglos, donde sirven comida casera tradicional como las sopas afogadas de Ayerbe o los cardos a la aragonesa; o en el Restaurante Liena, para comer un bacalao al ajoarriero o un conejo con patatas mientras disfrutas de las vistas.
Si estás buscando una segunda residencia para desconectar de la ciudad, Riglos es un pueblo con encanto y múltiples actividades que realizar en familia. La zona incluye varias viviendas a la venta como, por ejemplo, esta finca rústica de 570 m2, disponible en idealista por 1.500.000 euros.
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