Sabrina Amrani recaló en Madrid en 2005. Esta socióloga de formación, mitad parisina mitad argelina, cambió su trayectoria profesional años después y abrió una primera galería en Malasaña, en 2011. Y después llegaría la de Carabanchel, inaugurada en 2019 en una nave que anteriormente fue, como muchas otras de este barrio, un taller mecánico.
El espacio ha cambiado poco aunque ahora ya no hay juntas ni motores, sino cuadros e instalaciones de artistas, sobre todo provenientes de Oriente Medio o de lo que Amrani denomina el sur global. Amrani fue una de las primeras en recalar en el barrio que vive desde hace unos años un despegue en lo que a lo cultural se refiere.

Vosotros teníais ya una galería en Malasaña, ¿por qué abrir en Carabanchel?
Más que elegir un barrio elegimos un espacio. Buscábamos un espacio que respondiera a la necesidad de nuestros artistas y de la galería. Somos una galería que ha trabajado desde los inicios en internacional, colaborando con muchas instituciones, bienales y muchas veces con instalaciones monumentales de nuestros artistas, que no podíamos presentar en Madrid por falta de espacio. Y buscábamos un espacio para presentar esas obras. Esto va muy vinculado también con algo que creo es la filosofía de la galería y es la idea de que el arte para mí es primero una experiencia. Nunca he pensado mi labor de galerista como una labor de marchante, en la cual cogemos una obra, la colgamos en la pared, la vendemos. Para mí, la experiencia ha sido lo primero y este espacio nos ofrece esas posibilidades, de ofrecer unas exposiciones que no son las que el público espera, como ésta, no hay cuadros colgados en la pared. Aquí estamos en un dibujo gigante, muy abstracto, y esa experiencia es lo que lo que siempre ha sido el motor de todo lo que hacemos y cómo lo hacemos en la galería.
¿Se necesitó mucha rehabilitación?
No. Es un espacio de 600 metros cuadrados y realmente no hubo ninguna gran rehabilitación. Nos dedicamos a poner un suelo y pladur en las paredes. Me gusta decir también que es un espacio sin lujo. No se necesitan artilugios. Aquí lo que lo que se ve es el arte, el espacio es solo un continente.

Trabajáis mucho en el plano internacional, ¿Qué tipo de artistas tenéis?
Desde el principio la galería se ha interesado en artistas y discursos vinculados con el Sur. También responde a dos cosas, soy francesa y argelina, desplazada de París a Madrid. Entonces yo tenía y sigo teniendo esa conexión muy fuerte con el continente africano y con Oriente Medio. Tengo un interés personal por la producción de artistas en esa parte del mundo. Y luego responde también a un momento: en 2011, cuando inauguro la primera galería y antes, en 2010, cuando preparó ese proyecto de galería, estamos en plena crisis financiera a nivel mundial. Es un panorama difícil, un poco deprimente. Y yo tenía esas ganas de aportar algo a Madrid. Madrid ya tenía grandes galerías, una programación estelar en los museos, de voces lógicamente más centradas sobre España o América Latina, que es el puente natural para nuestra escena. Y yo quería aportar algo distinto a la escena. Mi voluntad era traer esas voces del continente africano o de Oriente Medio primero, y luego la programación se desarrolló hacia el sur de Asia, Asia en general. Como socióloga de formación, creo que puedo definir ese programa bajo esa etiqueta del sur global, que no se trata de una región, no se trata del sur. El sur global es otra cosa: diríamos que sería por lo menos en el mundo del arte, un programa no orientado a Occidente.

¿Cómo viven los vecinos la apertura de una galería de arte?
Abrir la galería en Malasaña o en Carabanchel ha sido para nosotros la misma experiencia con los vecinos. Creo que da igual el barrio en el cual estemos. El público históricamente, y no es solo en Madrid, en muchas ciudades del mundo, empujar la puerta de una galería de arte nunca es sencillo para el público. De hecho, muchas veces entras en una galería cuando alguien te ha cogido de la mano y te ha llevado de alguna manera. Entonces, la experiencia con los vecinos de Carabanchel es al principio de mucha curiosidad y. Y ahora, con el paso de los años, puedo decir que tenemos una audiencia también local, muchos vecinos que vienen, traen a sus nietos, a sus familiares, que siguen el programa de la galería y que no tienen miedo a empujar la puerta porque saben también que detrás de esa puerta hay un equipo que está aquí para para cogerles de la mano y explicarles las exposiciones que tenemos.
Si tuviese que proponer un recorrido artístico por Carabanchel, ¿Qué recomendaría?
Carabanchel es un barrio que descubrí muy tarde, como madrileña de adopción. De hecho, este espacio concretamente me trajo aquí y empecé a poco a poco a descubrirlo como persona. Es un barrio que tiene muchísima historia. Entonces hay muchos posibles recorridos, desde la colonia de la prensa, con su arquitectura maravillosa, hasta el Palacio de Vista alegre. Si puedo proponer un recorrido artístico por Carabanchel, primero diría que haría falta varios días para recorrerlo. El barrio cuenta con más de 130 o 150 estudios de artistas, de los cuales muchos abren durante distintos momentos del año al público, no sólo a los a los profesionales. Mala Fama, que son los más famosos, pero también en el estudio del arquitecto Álvaro Catalán de Ocón o el estudio de Carlos Garaicoa, muy cerca de aquí. Y luego, afortunadamente, en ese último verano, el barrio ha crecido mucho en términos de galerías y espacios expositivos. Contamos con diez espacios expositivos, una galería peruana, la Galería Belmonte, que es una galería joven con un programa también fantástico, Planta uno, que es un espacio expositivo no comercial, gestionado por un comisario. Más allá de eso hay una ruta cultural en Carabanchel. Carabanchel no nace con ni con los artistas que se han mudado hace unos años aquí, ni con galerías como la mía. Históricamente hay la colonia de la prensa, que es toda una urbanización con unas arquitecturas maravillosas de principios del siglo XX. Está también el Palacio Vistalegre con sus jardines, que han estado en reforma durante años. Hay muchos tesoros pues diría algo que se ha perdido en el centro de Madrid es que Carabanchel es auténtico y esto es, se valora mucho.

Esa autenticidad, ¿podría perderse por lo que ha venido denominándose la gentrificación? Que acabe por ejemplo, cerrando el negocio de barrio y abriendo una franquicia..
Carabanchel está a años y décadas de una posible gentrificación. He crecido en París y creo que lo que está pasando en Madrid en esos últimos años es el mal de todas las capitales que, al cabo de varios años de crecimiento, la ciudad está más saturada y lo que es el centro, pues crece y hay un movimiento natural fuera de expansión hacia otras zonas. Los talleres de diseño se han instalado más al norte, cerca de Ventas o en Berruguete, por ejemplo, cerca de Tetuán. Ha pasado lo mismo y está pasando lo mismo aquí. Es una respuesta natural de una ciudad viva que crece. Nadie desea la gentrificación pero, de nuevo, es como una una máquina de la sociedad en la cual vivimos. Dudo que haya ningún cambio relevante en los próximos 15 o 20 años en Carabanchel. Las cosas necesitan más tiempo. Y en cualquier caso, creo que es muy importante entender que son dinámicas de sociedad que se han dado en todas las capitales del mundo.
Antes hablaba de público local, ¿qué tipo de público viene a su galería?
Siempre he tenido en cuenta la idea de que a los madrileños les gusta muchísimo el centro. Y es verdad que cruzar el río era como una especie de frontera natural. Centros de arte como Matadero han tenido la experiencia de la lejanía. Creo que después de ya más de diez años en funcionamiento se entiende que Matadero y Madrid Río es un espacio muy agradable de vivir, de pasar tiempo el fin de semana. Yo tenía un poco esa aprehensión, ese miedo al principio, pero muy rápidamente nos dimos cuenta de que tenemos más visitantes en este espacio que en el centro. Tal vez más los fines de semana, porque la gente está más disponible. hay dos tipos de visitantes o tal vez tres. No sé, nunca he pensado en una tipología pero muchos que vienen son amantes del arte, vienen a visitar la exposición. No estamos en un barrio turístico per se, entonces aquí no tenemos turistas que se pierden y entran de casualidad por la galería. Y luego tenemos toda la comunidad artística que vive en el barrio, que es también una comunidad muy importante, no solo artistas visuales. Es un barrio con muchísimos músicos y luego los vecinos nos van descubriendo poco a poco y se aventuran cada vez más.
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