Defiende la arquitectura como vaso comunicante, sin especialización. Le gustan los paisajes segovianos y Japón. Afirma estar en un momento en el que busca tener más libertad
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Lucía Martín (Colaborador de idealista news) ,

Afirma que el sitio donde está localizada su casa, un pueblecito segoviano en el que no hay ni bar, ni Ayuntamiento ni iglesia, responde a su recorrido vital: cuando era joven le gustaba ir a cazar con amigos por esa zona y posteriormente, los viajes ya fueron con la que hoy es su esposa y socia. De su vivienda dice que es un ejemplo de “no arquitectura”, un marco hacia un paisaje rocoso. Damos fe de que así es. Entrevista al arquitecto Josemaría de Churtichaga en su casa de Segovia. 

Josemaría de Churtichaga en su salón
Josemaría de Churtichaga en su salón idealista/news

Fundasteis vuestro estudio, ch+qs en 1995 y afirmáis “rechazar la especialización” ya que lo vuestro son vasos comunicantes, hacer un poco de todo: ¿hay algo que no hayáis hecho todavía y que os gustaría?

Siempre quedan cosas, quizás, proyectos de gran escala que tengan un impacto mayor y que puedas gobernar tú. Pero eso, tal y como está organizada la profesión, lo veo como algo lejano. Ahora tenemos en el tintero dos o tres cosas que son más bien grandes y que tienen un impacto también en el paisaje y que pueden ser ilusionantes. Quizá esa idea de poder tener un impacto en la sociedad mayor que las pequeñas piezas que hayamos podido hacer. Pero es muy complicado, porque además ahora mismo estamos en una fase en la que hemos reducido el estudio. Preferimos tener un estudio muy artesanal, muy centrado en hacer un poco lo que nos da la gana y con quien nos da la gana. Estamos en un momento en que buscamos tener mucha libertad y comprarnos también la libertad.

¿De qué proyectos puede hablarnos?

Ya sabes que las cosas a veces se gafan, pero vamos, tienen que ver con el mundo del vino.

¿Siempre quiso ser arquitecto?

Siempre. Eso fue una obsesión absoluta y casi enfermiza. Desde los 11 o 12 años me compraba libros de arquitectura. Quería ser arquitecto a toda costa. ¿Por qué? Pues yo creo que fue una mezcla de quizá de ver a mi padre, que era promotor inmobiliario. Mi padre no tenía título universitario pero fue promotor inmobiliario. Y también tener mi íntimo amigo del colegio, cuyo padre era un gran arquitecto, Alberto Martín Artajo, y que vivía en una casa fascinante en Aravaca, que era una casa absolutamente maravillosa. Creo que esa combinación me atrapó completamente en el mundo de la arquitectura y fue una vocación súper temprana y obsesiva.

La casa de Josemaría de Churtichaga
La casa de Josemaría de Churtichaga idealista/news

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Me gusta que un arquitecto en un solo día puede relacionarse con toda la sociedad. Es como si cortaras la sociedad de arriba a abajo. Puedes estar hablando con una persona muy modesta, con un albañil, con un concejal, puedes estar hablando con un político, puedes estar hablando con un escultor, con un artista. Eso es una cosa muy atractiva. No estás encasillado. Y luego que cada proyecto es un mundo.

Y lo que menos le gusta…

Lo que menos me gusta es cómo está ahora la profesión. Está mucho más dividida, más invadida por otros actores que reclaman su papel dentro de la arquitectura, que se llaman arquitectos sin serlo. Eso está haciendo que la arquitectura esté perdiendo fuerza como tema. Digamos que hay mucha construcción, mucha decoración, pero poca arquitectura.

Josemaría de Churtichaga
La casa en Segovia de Josemaría de Churtichaga idealista/news

Es mi siguiente pregunta, si en España hay más construcción que arquitectura..

Sin duda. España tuvo unos años maravillosos, donde se juntó el cambio a un régimen democrático y una organización en autonomías que reclamó un plan de infraestructuras y un plan de mejora en todos los niveles. Eso potenció muchísimo poder hacer una gran arquitectura, a veces de pequeñas piezas, en todas las regiones. Y potenció mucho a arquitectos jóvenes, como fue nuestro caso, que ganamos concursos y pudimos salir adelante. Ese ecosistema ha desaparecido: ya no hay concursos, los concursos que se hacen son concursos de proyecto, obra, construcción y gestión. Por lo tanto, la parte de la arquitectura se ha visto reducida a una situación mínima y así es más difícil que se produzca arquitectura de calidad. No es un problema que haya buenos o malos arquitectos, es un problema del terreno donde se puede hacer fértil la arquitectura. Me entristece mucho ver cómo hay una generación inmensa de grandes arquitectos que está parada y que no puede triunfar porque no tiene un territorio de desarrollo. Así como, por ejemplo vemos en una industria creativa como el cine, hay infinitas ayudas y se ponen muchísimos recursos, la arquitectura está abandonada.

¿Y cómo se podría solucionar?

Haciendo concursos, haciendo a la gente competir, haciendo concursos de arquitectura para arquitectos y donde se premia la buena arquitectura, con buenos jurados, con buenos presupuestos. Y volviendo al modelo clásico que es competir y hacer las cosas bien, es bastante fácil. España lo hizo bien durante muchos años, no entiendo por qué ha desaparecido.

Salón de la casa de Josemaría de Churtichaga
Salón de la casa de Josemaría de Churtichaga idealista/news

España está plagada de esqueletos de edificios públicos y de obras faraónicas abandonadas, ¿eso se puede arreglar o al menos, no repetir?

Bueno, no sólo público, muchos de esos esqueletos son iniciativas privadas, digamos que bueno, pero eso no sé si pertenece al territorio de la arquitectura. Evidentemente hay arquitectos mercenarios que hacen esas obras y que por unos buenos honorarios hacen lo que haga falta. Pero pero no sé si eso es arquitectura, eso es ya especulación. Ahí ya estás hablando de fuerzas que están mucho más allá de la arquitectura. Son fuerzas de otro tipo, son fuerzas muchas veces corruptas, de pelotazos. No sé si me gusta hablar de eso porque creo que ahí la arquitectura es como casi la excusa para otros fines mucho más espurios.

La casa de Josemaría de Churtichaga
Uno de los dormitorios de la casa de Josemaría de Churtichaga idealista/news

Ahora se está hablando de quitar el monumento al 11M, por eso viene a colación mi siguiente pregunta, ¿sabemos cuidar el patrimonio? Recuerdo por ejemplo que se destruyó La Pagoda de Fisac…

Bueno, La Pagoda. Fuimos muy activos y fuimos portada de ABC intentando parar las máquinas. Esa historia me la sé muy bien. Es difícil contestar, a veces no cuidando el patrimonio se conserva mejor que si lo intentáramos cuidar bien. Es decir, una de las buenas cosas a veces es que las cosas no se tocan y todavía te encuentras cosas que están en su estado original. ¿Milagrosamente no? ¿Eso es cuidar el patrimonio? Pues no, evidentemente, pero tiene una cierta ventaja. A veces, cuando hay demasiado dinero y demasiada intervención, las piezas se pierden y por lo tanto, el patrimonio se define con una perspectiva del tiempo. España es muy peligrosa en el corto plazo. El patrimonio ha sido muy maltratado y con toda la arquitectura contemporánea, con el ejemplo de La Pagoda, pues no había perspectiva.

Exterior de la casa de Josemaría de Churtichaga
Exterior de la casa de Josemaría de Churtichaga idealista/news

Háblenos de esta casa

Esta casa es casi una historia biográfica. Cuando era joven, con un amigo, cazábamos en los montes de aquí de Navafría, una zona que me enamoró. Cuando empecé a salir con la que ahora es mi mujer y socia, pues veníamos por aquí a pasar el día a comer. Un día paseando por aquí vimos un cartel de "se vende" que es muy raro, porque en Castilla las cosas no se venden con cartel y nos pareció que era ideal un pueblo aislado. Casi un viaje en el tiempo a una hora de Madrid: en una hora estás viajando 100 años, en todos los aspectos. Nos encantó el paisaje, que también es muy frágil y yo no sé si acabará convirtiéndose en monte. La gracia de esto es que no es un monte, es un monte civilizado, donde pasan cosas, es un monte donde pastan vacas y eso lo hace un equilibrio entre algo humano y algo de naturaleza. Eso mismo queríamos con la casa.

La compraron y era un lote de una herencia que también tenía un pajar…

Primero arreglamos el pajar hasta que tuvimos nuestra segunda hija y nos echó de casa. Veníamos a este prado a hacer muchos picnics y eso es lo que queríamos con la casa: la casa es un marco. Como veis, este marco es una ventana al paisaje. No hay casa, es casi un picnic cobijado con algo de confort. Buscábamos una casa que no fuera casa, que no tuviera condición de casa, que estuviera escondida, que fuera muy bajita, que tuviera el color de un tronco, que envejeciera como envejecen los troncos de los fresnos. Prácticamente no hay muebles, todo está integrado. Lo conseguimos con estos dos grandes ventanales que se abren completamente, como ahora, que hace un día maravilloso. La idea es casi una no arquitectura, es un marco.

Exterior de la casa de Josemaría de Churtichaga
Exterior de la casa de Josemaría de Churtichaga idealista/news

¿Cuál es el lugar de la casa que más le gusta?

Quizás las terrazas. Esa silla es casi mi lugar favorito, en cada momento la muevo. El lugar preferido de la casa es allá donde esté la silla en cada momento, como si fuera un perro. Yo siempre me fijo dónde se ponen los perros en una obra, dónde se echa la siesta, dónde duerme, te está dando una lección, te está diciendo ahí hay brisa, ahí está fresco en verano, ahí está calentito en invierno porque le está dando el sol.

¿Tiene algún objeto fetiche?

Una pequeña colección de jarritas y vasos de sake. Lo tengo ahí guardadito, pero no soy muy fetichista, soy muy fetichista de disfrutar de los momentos, pero no de los objetos.

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