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Un paseo por la escultura pública de Barcelona: te mostramos las que se instalaron con motivo de los Juegos Olímpicos
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Retomamos el especial que comenzamos en Madrid para analizar, en esta ocasión, la escultura pública de otra gran ciudad; Barcelona. Lo haremos cada viernes, con tres entregas consecutivas.

Hoy empezamos por las esculturas que llegaron a Barcelona con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992. Un aluvión de arte como símbolo de modernidad y apertura al mundo, un paseo por la escultura pública de una Barcelona renovada. Después vendrán las esculturas que podemos encontrar callejeando por la ciudad, y por último las que podemos disfrutar de una forma más sosegada, distribuidas por sus parques y jardines. Una serie que no te puedes perder ya que te hará reconocerlas y mirarlas con otros ojos.

Barcelona´s head, 1991–1992. Roy Lichtenstein (Nueva York, 1923-1997)
Foto: Eva Margalef idealista/news

Conocida como ‘La cabeza de Barcelona’ o ‘La cara de Barcelona’, esta enorme pieza mide 15 metros de alto y pesa nada menos que 90 toneladas, lo que la hace visible desde cualquier punto del Paseo de Colón. Su estética ligada al cómic hace inconfundible el estilo de su autor, claro exponente del pop-art norteamericano. La obra fue materializada por el extremeño Diego Delgado, quien usó ocho piezas prefabricadas de piedra artificial revestidas de cerámica para su ejecución.

La pieza pertenece la serie Brushstrokes (pinceladas) del artista, serie de la que ya tenemos una pieza en Madrid, recogida también en esta serie.

Peix, 1992. Frank Gehry (Toronto, 1929)
Foto: Eva Margalef idealista/news

Situado en pleno Puerto Olímpico, junto a las Torres Arts y Mapfre nos encontramos el gran pez dorado de Frank Gehry, artista y arquitecto celebre en España por ser el creador del Museo Guggenheim de Bilbao. Visible desde la playa de la Barceloneta, el Peix es ya un icono consolidado de la ciudad.

L’estel ferit, 1992. Rebecca Horn (Alemania, 1944)  
Foto: Eva Margalef idealista/news

'La estrella herida', se encuentra en plena playa de la Barceloneta, y es popularmente conocida como 'Los cubos'. Mide 10 metros de altura y rinde homenaje al antiguo barrio de pescadores de Barcelona, poblado por barracas deterioradas pero llenas de encanto que pasaron a mejor vida con la remodelación de la ciudad preolímpica y que inspiraron especialmente a la artista alemana.

La Gamba, 1989. Javier Mariscal (Valencia, 1950)
Foto: Eva Margalef idealista/news

Es casi imposible pasear por el Paseo de Colón sin ver la enorme gamba de Javier Mariscal, creador de Cobi, la mascota olímpica de los Juegos del 92.

La obra, inaugurada en 1989, estaba concebida como elemento de reclamo para coronar el restaurante Gambrinus, diseñado por el arquitecto Alfredo Arribas. Cuando terminaron los juegos, el restaurante, como otros tantos de la zona, tuvo que cerrar y tras varios litigios posteriores, la obra se quedó en el mismo lugar, siendo comprada por el ayuntamiento de Barcelona.

David i Goliat, 1992. Antoni Llena (Barcelona, 1942)
Foto: Canaan y pere prlpz en Wikipedia (CC BY-SA 3.0) Creative commons

Situada en el parque de las Cascadas, simboliza el contraste entre el desaparecido barrio del Somorrostro, que ocupaba esta zona tan degradada y la actual Villa Olímpica.

Llegó a la cita olímpica con retraso, no siendo inaugurada hasta diciembre de ese mismo año por las dificultades técnicas que entrañaba. Su autor confiesa que los primeros 10 años le costaba dormir por las noches, ya que tuvo que asumir el riesgo civil y temía que la careta hiciera un efecto vela que la estructura no pudiera aguantar.

En enero de este año, el temporal 'Gloria' tumbó al gigante. ‘Le han fallado las rodillas, como nos pasa a los humanos cuando nos hacemos mayores’, comenta su autor, ‘Pero con la ayuda de una prótesis volverá a ponerse en pie’. La obra está siendo restaurada en su ubicación habitual, ya que su monumental tamaño hace imposible su traslado.

El caballo, 1992. Fernando Botero (Colombia 1932)
Foto: Thomas Quine en Wikipedia y Emi Yañez en Flickr (CC BY-SA 2.0) Creative commons

El aeropuerto de Prat fue sin duda la puerta de entrada a la Barcelona Olímpica, atletas de todo el mundo atravesaban la terminal en la que se ubicó y aún se encuentra esta poderosa representación del Caballo de Troya realizada por Fernando Botero. Podemos encontrar replicas de su caballo en lugares como Monterrey y Santiago de Chile. Sin ir tan lejos, en Madrid, podemos disfrutar de tres piezas suyas: ‘La mano’, ‘La mujer con espejo’ y su particular representación de 'El rapto de Europa', situada en el aeropuerto de Madrid Barajas.

Una habitación donde siempre llueve, 1992. Juan Muñoz (Madrid 1953–Ibiza 2001)
Foto: Eva Margalef idealista/news

En la plaza del Mar, frente a la playa de Sant Sebastià, se encuentra esta melancólica obra del artista madrileño. Su idea inicial era montar un sistema por el cual lloviera siempre en su interior. Las dificultades técnicas hicieron inviable esa idea pero su autor nunca cesó en el empeño de encontrar la manera de llevarla a cabo, ya que de otra manera encontraba la obra incompleta. Su prematura muerte cortó este proceso y en la habitación sólo llueve cuando la meteorología lo hace posible. 

Forma i espai, 1992. Eudald Serra (Barcelona, 1911–2002)
Foto: Eva Margalef idealista/news

'Forma y espacio', fue creada en 1966 por Eudald Serra. La pieza, de aproximadamente 40 centímetros, fue reproducida a gran escala con motivo de los Juegos Olímpicos, y podemos disfrutarla en la Calle de Coll i Alentorn esquina con la avenida de Martí Codolar. En 1997, el MACBA adquirió la pieza original.

El raspall del vent ,1992. Francesc Fornells i Pla (Barcelona 1921–1999)
Foto: Eva Margalef idealista/news

Se trata de una de las esculturas más grandes de la ciudad, situada en la calle Jaume Vicens i Vives, cierra la Villa Olímpica por el lado del Besòs. ‘El cepillo del viento’ tenía como función cortar el viento que sopla fuerte cerca de la costa. Las configuraciones angulosas de sus pesadas planchas metálicas cumplen su práctica función sin perder su sentido estético.

Cilindre, 1992. Tom Carr (Tarragona, 1956)
Foto: Eva Margalef idealista/news

Esta singular pieza corona la entrada a un parking en la calle Rosa Sensat. Con el color azul que caracteriza las obras de su autor, este gran cilindro es la segunda pieza instalada por Tom Carr en Barcelona. La primera, también del mismo color azul y de forma triangular, la encontramos en el jardín de esculturas de la Fundación Joan Miró. Nacido y residente en Cataluña, Tom Carr es hijo de padre estadounidense, y pasó gran parte de su juventud en los Estados Unidos.

Mistos, 1992. Claes Oldenburng (Suecia, 1929)
Foto: Eva Margalef idealista/news

‘Cerillas’ es obra de Claes Oldenburng, que, a sus 91 años, sigue vivo. Su obra, ligada al pop-art, es conocida sobre todo por las instalaciones de arte público que representan réplicas a gran escala de objetos cotidianos. Esta pieza realizada con motivo de los juegos es un claro ejemplo de su obra y podemos visitarla en la Avenida Cardenal Vidal i Barraquer con calle del Pare Mariana.

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