Las herencias más extrañas del mundo

En los laberintos del derecho sucesorio, donde abogados y notarios hacen cumplir la última voluntad de los difuntos, emergen de vez en cuando historias tan extravagantes que más parecen sacadas de una novela de realismo mágico que del mundo real. Perros que heredan fortunas o sesiones de espiritismo anuales, estas son algunas de las herencias más extrañas del mundo.

Un perro que heredó 12 millones de dólares

Leona Helmsley, una multimillonaria del sector inmobiliario y hotelero de Nueva York apodada la “Reina de la Maldad”, dejó la asombrosa cifra de 12 millones de dólares a su perro, Trouble. Este afortunado canino recibió la parte de herencia más grande del testamento de Helmsley, mientras que algunos miembros humanos de su familia no tuvieron tanta suerte; dos de sus cuatro nietos fueron excluidos completamente del testamento.

Tras la muerte de Leona, el cuidado del perro quedó en manos de Alvin Rosenthal, el hermano de la Sra. Helmsley, quien heredó 10 millones de dólares, dos menos que Trouble. 

Herederos por teléfono

Luis Carlos de Noronha Cabral da Camara provenía de una noble familia portuguesa. Pasaba gran parte de su tiempo solo y desconfiaba profundamente del gobierno. Alegando que el Estado le había robado dinero toda su vida, Luis habló con su notario para repartir su fortuna entre personas que realmente valorarían el dinero. Para ello, recurrió a la guía telefónica de Lisboa y eligió aleatoriamente a 70 personas para legarles su enorme patrimonio.

Si te dejas bigote, no hay dinero

Cuando Henry Budd murió en 1862 dejó una fortuna valorada en unas 200.000 libras, una cantidad considerable en aquella época. Dividió la herencia entre sus dos hijos, William y Henry, con una cláusula sorprendente: si alguno de ellos se dejaba crecer el bigote, perdería toda la herencia en favor de su hermano.

Sesiones de espiritismo anuales

El legendario mago y escapista Harry Houdini murió el 31 de octubre de 1926. Dejó en herencia la mayoría de su fortuna a su esposa Bess, con la condición de que realizara una sesión de espiritismo al año para intentar comunicarse con él desde el más allá. Este rito continúa celebrándose anualmente en la fecha de su muerte: Halloween.

Una cama para su esposa

William Shakespeare dejó la mayor parte de su fortuna a su hija Susanna, pero a su esposa Anne Hathaway solo le dejó su segunda mejor cama. Durante mucho tiempo se consideró un desaire, aunque algunos investigadores ahora creen que en realidad fue un acto de amor.

Un último gesto de amor

El comediante Jack Benny dejó un regalo muy especial para su esposa Mary en su testamento. Arregló todo para que ella recibiera una rosa roja de tallo largo todos los días por el resto de su vida. Cuando Mary falleció, había recibido más de 3.200 rosas rojas de su difunto esposo.

Burt, el hombre rencoroso

Wellington R. Burt, un millonario, murió en 1919. Dejó su fortuna en una cuenta bancaria de bajo interés hasta 21 años después de la muerte de todos sus hijos y nietos vivos. Su familia no heredó su fortuna de 110 millones de dólares hasta mayo de 2011.

Por una buena cerveza

Un pensionista británico que perdió la lucha contra el cáncer de próstata dejó 3.500 libras a sus amigos más cercanos para que disfrutaran de un viaje a cualquier ciudad europea. Eligieron Berlín y gastaron la mayor parte del dinero en cerveza.

O fumas o no cobras

Samuel Bratt, un hombre británico, dejó una considerable suma de dinero a su esposa, pero con la condición de que fumara cinco cigarros al día. El motivo: su esposa siempre lo había regañado por fumar.

Mal Feng Shui para el maestro de Nina

Nina Wang, en el momento de su muerte en 2007, era la mujer más rica de Asia con una herencia valorada en aproximadamente 10,6 mil millones de dólares. Según su testamento original, Wang había destinado su fortuna multimillonaria a fines benéficos. 

Sin embargo, Tony Chan, su maestro de Feng Shui, sorprendió al mundo al sacar a la luz un segundo documento en el que transfería toda la herencia a su nombre. En 2013, los tribunales de Hong Kong encontraron a Chan culpable de falsificación de documentos y lo condenaron a 12 años de prisión. A pesar de un intento fallido de apelación en 2015, Chan permanece en prisión.