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Un estudio sobre las calificaciones crediticias que realiza la agencia Standard&Poor’s revela que los países con un régimen monárquico son los que tienen la nota de solvencia más elevada. En el caso de las monarquías constitucionales, el rating es hasta tres escalones superior al de una república gracias a la previsibilidad, las leyes o la transparencia.

La corona marca la diferencia en lo que a un rating se refiere. Así lo demuestra el estudio que ha realizado Joydeep Mukherji sobre las calificaciones crediticias que otorga la agencia estadounidense Standard&Poor’s a más de un centenar de países de todo el mundo.

La principal conclusión de su análisis es que las monarquías tienen, de media, un rating entre dos y tres escalones más elevado que las repúblicas.

S&P califica a 129 estados, un 40% de ellos monárquicos. "El rating medio de las 39 monarquías es de A-, más alto que el rating medio de los 129 estados calificados, cuya nota se encuentra entre BBB y BBB- (dos o tres escalones por debajo). Entre las monarquías calificadas, las constitucionales tienen un rating ligeramente superior de media, de A+, comparado con el A- de las absolutas", explica el autor del estudio.

¿Y qué razones explican estas diferencias entre unos sistemas y otros? Muy sencillo: aunque las agencias no tienen en cuenta el régimen de los países a la hora de evaluar su solvencia, sí que valoran criterios como las leyes, la transparencia, la previsibilidad o la eficacia política de cada país. Por eso, las monarquías constitucionales son las que tienen la calificación más elevada y superan, de media, a las absolutas.

En opinión de S&P, “en algunos casos, la separación del rol del monarca como jefe de Estado y el responsable del Gobierno (el primer ministro o presidente) podría dar estabilidad a las instituciones políticas y asegurar la continuidad mientras está cambiando el líder político".

 

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