El centro de Barcelona, como el de otras muchas ciudades europeas muy visitadas, contiene elementos que de tan genuinos y atractivos que son, pueden mutar a su antítesis y convertirse en ordinarios y, en definitiva, productos turísticos sin alma. El barrio de Sant Antoni, dentro del distrito de L'Eixample, se contagia mucho más del ritmo del distrito colindante, Ciutat Vella, el casco antiguo de la ciudad. Pero el Ayuntamiento cree que va a poder rebajar la gentrificación que está viviendo y mantendrá su carácter.
El mercado que se ha reformado es el epicentro del barrio y ha pasado desapercibido durante años en las guías turísticas de Barcelona. De él radia una de las zonas más auténticas de Barcelona. Tanto, que bajo la estructura del mercado se esconden unos 30 metros de la calzada romana más larga de Hispania, la Vía Augusta del siglo I. Esa es una de las razones por la que el Ayuntamiento justificó que las obras de remodelación del mercado se hayan alargado en el tiempo. En 2014 dieron con el hallazgo arqueológico, aparte de unos restos de la muralla del siglo XVII y una necrópolis romana (los romanos acostumbraban a enterrar a sus seres cerca de lugares por los que habían pasado). A día de hoy no se sabe cómo lo musealizarán. Eso depende del Museo Histórico de Barcelona (MUHBA) y su gestión.
Después de que en septiembre de 2009 se pusieran a trabajar las grúas para reformar el histórico mercado, el barrio empezó a cambiar en paralelo y actualizándose, con sus pros y sus contras. Entre los cambios está el instalar una 'superilla' que abrace el mercado y lo haga peatonal, uno de los principales retos urbanísticos que el equipo de Ada Colau ha llevado a cabo. Así, supera su dimensión comercial y el entorno aprovecha el tirón de haber cerrado los aledaños al tráfico y mantendrán el protagonismo para el peatón y el ciclista.
Ahora, que ya han pasado casi nueve años, se ha remodelado la estructura modernista del centro comercial (obra de Antoni Rovira i Trias, de 1897) con sus 53.388 m2, se han creado 400 plazas de aparcamiento y habrá una relación más estrecha entre los tres mercados: el de frescos (alimentación), el de los Encantes (textil) y el dominical (el mercadillo de libros de segunda mano de los domingos).
De esta forma, crearán una red más fuerte del comercio del barrio. Con todo, se reduce el número de establecimientos de productos frescos, pasando de 150 paradas antes de las obras a 52 con su 'reinauguración'. Algunos se han jubilado y otras familias han fusionado comercios para adaptarse a las nuevas condiciones. No han perdido espacio, solo se redistribuyen. También habrá menos bares: de 7 a 3, además de otras paradas que han pedido ofrecer degustación.
En la primera planta del mercado se ha reservado un espacio para un supermercado: Lidl ganó el concurso. Aún queda otro establecimiento, de unos 1.200 m2, que está pendiente de adjudicación. Hasta el 7 de febrero se podrá presentar proyecto y el requisito es que no haga competencia al mercado de los Encantes (textil). Bien podría ser un Leroy Merlin, un Media Markt o de otro servicio.
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