En España tan solo el 1% de las viviendas que se están edificando hoy utilizan técnicas de construcción industrializada. El exiguo porcentaje contrasta con la capacidad para mejorar la eficiencia de producto y la estabilidad de negocio que el sector atribuye a este modelo. Y desplazar muchas de sus ofertas de empleo de la inestabilidad del andamio de obra, a la seguridad de una planta de producción en fábrica, podría servir también para conciliar a la construcción con una mano de obra que hoy le da la espalda.
Según la Plataforma para la Industrialización de la Vivienda (PIV), ese 1% contrasta con los porcentajes del 9% de Alemania, el 7% de Reino Unido. Pero sobre todo con la preeminencia de países como Suecia, donde los componentes de fábrica están ya de un modo u otro casi presentes en el total de la construcción. Así lo evaluó esta iniciativa promovida por Asprima (Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid), que desde octubre de 2020 trabaja para acelerar su implantación en España.
Pero la realidad es que, aunque a finales de 2022 los expertos estiman que cerca del 3% de las nuevas viviendas podría tener alguno de sus componentes, el modelo de construcción industrializada no avanza con la decisión que sus supuestas ventajas deberían impulsar.
Una alternativa a la inestabilidad del sector
Muchas empresas miran a la construcción industrializada como panacea para solucionar algunos de sus males endémicos y actuales. Podría aportar estabilidad al sector, considera Sandra Llorente, directora general de Lignum Tech, la división de fabricación del Grupo Vía Ágora que preside Juan Antonio Gómez-Pintado: “España tiene una construcción cíclica, con momentos muy marcados de alta y baja demanda. La posibilidad de exportar e internacionalizar la industria con estos sistemas es muy importante por su capacidad para aportar estabilidad a las empresas del sector y a sus operarios”.
Además, los inmuebles levantados con estos componentes fabricados con proceso industrial, ganan en eficiencia energética y sostenibilidad medioambiental. Dos demandas que en España cada vez van a ser más exigentes, como ya ha ocurrido en otros mercados europeos.
El tercer factor que dinamiza es el del tiempo de ejecución. La construcción industrializada puede reducir hasta a la mitad los plazos de ejecución, lo que permite acelerar la comercialización, como ya lo hace en residencias de estudiantes, de mayores u hospitales.
Formar a los especialistas y operarios
Ventajas de las que la construcción de vivienda española en altura rara vez disfruta en la actualidad. Ignacio Miyar, responsable de Construcción en Spring Professional, la consultora de recursos humanos especializados de Grupo Adecco, asegura que hablamos de “un sector en auge, que además ha llegado para quedarse”. Sin embargo, “existe un gran desencuentro entre la oferta y la demanda, porque al final hay muy pocos profesionales formados, y los que tienen experiencia ya están ocupados en las empresas que están desarrollando proyectos. Pero el motivo de que vayamos a la cola de Europa es también la falta de decisión del sector, es necesaria una apuesta más decidida por la construcción industrializada”.
“El cuello de botella está ligado a dos cuestiones esenciales”, considera Juan Carlos Cabrero, director del curso de Técnico Especialista en Construcción Industrializada. Una de ellas es “la escasa formación de personal especializado”. De hecho, este curso promovido por Aparejadores Madrid con la Universidad Francisco de Vitoria, es una de las pocas iniciativas de formación reglada dirigidas a las posiciones más cualificadas. La situación para los operarios no es muy diferente, de hecho en muchas ocasiones son las empresas las que cubren sus necesidades con programas internos de formación.
Pero Cabrero también coincide al señalar que “el sector tiene que romper con ese estatus quo en el que está acomodado, y que además no le favorece. Estoy convencido de que esta pandemia hubiera sido más sencilla de sortear desde el entorno de una fábrica, dónde los procesos son más fáciles de controlar y las decisiones de llevar a efecto”.
Falta de decisión política
En una segunda capa de análisis de situación, estos expertos reconocen otros factores que demoran la introducción de la construcción industrializada en España.
El primero es la falta de decisión política. Miyar cree vital “que desde los gobiernos se apueste por la industrialización, son los primeros que tienen que poner las cartas sobre la mesa y, sobre todo, marcar las reglas del juego”.
Carlos Cabrero pone el ejemplo de Reino Unido, “donde se da un importante impulso político al sector. Primero, para generar una nueva industria con capacidad exportadora, pero también para promover empleo y facilitar la construcción de vivienda social”.
Situación radicalmente distinta a la que ha vivido Sandra Llorente, durante su experiencia para abrir una fábrica en Cuenca: “Nosotros que hemos apostado por invertir en la España vaciada, nos hemos encontrado con que la industria de la construcción no puede optar a ningún tipo de subvención”. Hecha la puntualización de que este análisis no alude a los fondos Next Generation”, Llorente insiste en que “es una situación muy triste para un sector como este, con un peso tan importante sobre el PIB y gran generador de empleo”.
Costes laborales y de producción
Cabrero también advierte de que “en la industrialización de la construcción son muy importantes los costes de mano de obra”. A nadie se le escapa que mientras unos sueldos más elevados del sector en Francia o Suecia animan a derivar mucho empleo del andamio a la línea de fábrica, los más modestos costes laborales de la construcción española, a todo lo contrario.
De este modo cuando en una promoción se valora la posibilidad de utilizar o no baños industrializados, muchos constructores prefieren apostar por el ahorro de costes que implica tener al alicatador a cielo raso. “La lástima es que tampoco se hace una comparación muy rigurosa cuando se analizan los costes de uno y otro modelo”, opina Cabrero, que asegura que cuando entran en juego un análisis más pormenorizado u otros factores como las penalizaciones al constructor por plazos de ejecución o certificaciones de calidad, muchos de esos mismos empresarios apuestan por las soluciones industrializadas.
Una realidad en ciernes
Pero España cuenta ya con experiencias que permiten visualizar cómo avanza el sector, es el caso de la ya señalada, Lignum Tech. Desde su fábrica conquense espera producir unos 132.000 m2 de componentes de construcción industrializados para obra nueva y rehabilitación, con una facturación cercana a los 5 millones de euros. Hay que tener en cuenta que en su primer año de vida, solo operará a buen rendimiento en el segundo semestre de este año, ya que su capacidad de producción de componentes para fachadas, terrazas y escaleras es muy superior.
Pero en Lignum Tech también se ha vivido en primera persona el problema para captar talento cualificado. Su opción “hasta el momento ha sido exclusivamente la formación interna”. Llorente se explica: “Lo que hemos buscado es gente con actitud, a la que hemos ofrecido conocimiento, un plan de formación y un plan de carrera”.
Jóvenes, talento sénior y mujeres
Según estimación de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), el sector de la construcción español necesitará unos 700.000 trabajadores adicionales para ejecutar los proyectos que se deriven de los fondos Next Generation en los próximos años. El dato que recuerda Juan Carlos Cabrero lo adereza con otro, si cabe, más acuciante: “En cinco años se nos va a jubilar el 20% del sector, y no hay reemplazo, no estamos siendo capaces de atraer a las nuevas generaciones hacia el sector de la construcción”.
La crisis de mano de obra no es nueva en el sector pero, si por una parte representa un problema para el avance de la construcción industrializada, también podría convertirse en una oportunidad. “Tenemos que encontrar la vía para vencer esa resistencia de los jóvenes, y ofrecer una formación atractiva y de calidad a los operarios y los técnicos de edificación industrializada con una oferta de empleo sostenida y continuada en el tiempo, y no sujeta a coyunturas”. Lo afirma un optimista Cabrero, no sin insistir en la importancia de “avanzar en la colaboración público-privada, pero bien entendida”, puntualiza.
Desde el Grupo de Industrialización del Clúster de Edificación, en el que Sandra Llorente participa, ya se trabaja en esa línea. Se considera fundamental recordar que ya hay experiencias de éxito tanto de modelos públicos, como el de la FP Dual alemán, como de muchas empresas que han creado exitosos formatos formativos: “La cuestión es atraer al talento, mostrando al sector de la edificación como mucho más atractivo de lo que ha sido hasta ahora para los jóvenes y otros colectivos”.
Para lograrlo, trabajan en comunicar que el entorno de fábrica es “más atractivo, tanto para un operario que viene desarrollando un trabajo más duro en la obra, como para ese profesional más experimentado, que puede ver en la construcción industrializada una posibilidad de reciclarse para prolongar su carrera profesional”. Y como tercer factor, todos los expertos coinciden en señalar la importancia de atraer a la mujer a la construcción incorporándola a estas fábricas desde su apertura, como viene sucediendo en Europa.
Para Miyar “en la medida en que se vayan reforzando las propuestas de formación, este problema se irá solucionando”. Insiste en la necesidad de contar con perfiles senior, “que conozcan muy bien la obra, para combinarlos con otros no tan seniors, pero que partiendo de cierta experiencia puedan capacitarse adecuadamente con esa formación específica como la que se ofrece desde Aparejadores Madrid”.
“Yo tengo esperanza en que si todos ponemos los medios, esto saldrá adelante. Estamos preparados para atraer nuevo talento y talento experimentado mostrando que la construcción industrializada es hoy un valor de empleo seguro. Cuenta con un plan de carrera serio y no coyuntural, como tuvo en otros momentos”, concluye Llorente.
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