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A partir de enero de 2019 entrará en vigor una nueva regulación que modificará la forma de contabilizar el alquiler tanto de inmuebles como de otros activos de empresas cotizadas y de no cotizadas pero que operan en el extranjero. Con esta normativa las compañías deberán incluir todo el coste futuro del contrato de alquiler en su balance, lo que supondrá un aumento de la deuda. Así, las firmas dejarán de computar el alquiler mensual en la partida de gastos.

Según publica el diario ABC, esta nueva normativa, conocida como NIIF, tendrá un impacto al alza del endeudamiento de las empresas de todo el mundo de unos 2,7 billones de euros, tal y como asegura el Consejo Internacional de Estándares Contables.

Con esta regulación las empresas dejarán de computar los arrendamientos como un gasto, con lo que las cuentas mostrarán una mejora de costes y, por tanto, de resultados. Sin embargo, aumentará la deuda ya que las compañías tendrán que anotar en el pasivo la cuantía total del contrato de alquiler que tendrán que abonar a su arrendador, es decir, todo el dinero que tendrán que pagar por el tiempo que dure el alquiler. Al mismo tiempo, el contrato de alquiler se incluirá como un derecho de uso en el activo.

En este cómputo el regulador ha excluido los alquileres por un plazo de duración inferior a un año y la de aquellos bienes de poco valor, como ordenador o equipamiento de oficina. Tampoco podrán acogerse a esta normativa los vehículos arrendados por “renting” o “leasing”.

Con esta normativa habrá sectores más afectados que otros, como el sector textil o el bancario ya que cuentan con muchos inmuebles arrendados en lugar de comprados. Expertos señalan que habrá compañías que puedan verse tentadas a comprar los inmuebles en lugar de alquilarlos o a revisar las condiciones de los contratos de arrendamiento, ya que los alquileres a largo plazo estarán penalizados.

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