En 1992 Juerg Judin paseaba por el distrito berlinés de Schöneberg cuando se quedó prendado de uno de los vestigios de la ocupación aliada de la ciudad alemana durante los años de la Guerra Fría: una espectacular gasolinera de la compañía Shell abandonada al estilo de las que poblaron Estados Unidos en los años 50. Aunque por aquel entonces ya era un reconocido galerista y empresario cinematográfico, Judin no pudo hacerse con esta vivienda imposible ella hasta una década después.
Tras una espectacular reforma, la transformó en su hogar y galería de arte privada. Esta gasolinera casa cuenta con una espectacular cocina de planta abierta, varias habitaciones, biblioteca y un curioso jardín en el lugar donde antes estaban los surtidores de gasolina.
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