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Sobre la superficie del mar y rodeados por la naturaleza, Wayne Adams y Catherine King viven en una isla flotante construida por ellos mismos. Alejados de la civilización, la pareja ha conseguido realizar el sueño de muchos naturalistas y artistas al construir una casa flotante autosuficiente, respetuosa con el medio ambiente y resguardada por el bosque de la Columbia Británica, una provincia canadiense en la costa del océano Pacífico.

Adams y King, marido y mujer, llevan más de 20 años viviendo en la isla, construida por ellos de forma artesanal. Ambos se marcaron el objetivo de dedicarse a lo que realmente les gusta y, al no poder vivir de su arte, aunque esto supusiera no poder comprar una casa. De hecho, decidieron emprender esta arriesgada aventura en la que serían ellos mismos quienes levantaran una compleja y bella construcción, de vistosos colores y alejada de toda clase de lujos.

Esta pareja de artistas no podía comprar un piso… y construyó una espectacular casa flotante
autorizado

La subsistencia era nuestra única oportunidad de tener algo como artistas", explica Adams en un cortometraje realizado por la productora Great Big Story. Freedom Cove, como la pareja bautizó a su curioso hogar, pesa 500 toneladas y se mantiene fija por unas simples cuerdas atadas a los árboles de la tierra más cercana. La única forma de entrar y salir del recinto es por agua.

Sin ningún ancla que la amarre al suelo marino, la isla posee hasta 12 plataformas flotantes que dan cabida a salas muy diferentes, desde una pista de baile y una galería de arte hasta los invernaderos que son su fuente de su comida. Además de la propia vivienda, disponen de un edificio de dos pisos de madera tallado a mano.“Todo se ha hecho con una sierra y con un martillo”, cuenta Adams en el vídeo.

Salvo por un generador que produce electricidad, la pareja ha logrado vivir más de dos décadas de forma totalmente autosostenible. Catherine King cuida los cinco invernaderos que les proporcionan comida: en ellos cultiva hortalizas, vegetales y árboles frutales.

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A esta dieta vegetariana se añade el pescado que Wayne Adams consigue capturar. Asegura que cuando sale en su canoa, en menos de diez minutos un pez ha mordido el anzuelo, ya que la fauna del lugar es exuberante. En verano, se abastecen del agua de lluvia y, durante el resto del año, se aprovechan de una cascada cercana.

Vanguard Diving & Exploration, una organización que fomenta acciones contra el cambio climático, les ha proporcionado ayuda con las reparaciones necesarias para que la instalación no se estropee por el efecto del mar.

Con un equipo de buceo, les solucionaron problemas de flotación y eliminaron las incrustaciones marinas de la superficie del complejo. “Tenemos un gran respeto por estos amigos y su forma de vida. Nos alegra haber podido utilizar nuestras herramientas de buceo para echarles una mano”, explicó la organización.

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Más allá de la pesca, Wayne y King se dedican a crear esculturas, que adornan su hogar y que también utilizan como medio de vida. Además de tallar figuras, Catherine pinta y escribe poesía. Toda una vida bohemia y sencilla en plena naturaleza. “No me puedo imaginar vivir de otra manera”, confiesa Catherine King en el corto. “Me siento completamente realizada”.

Para los más curiosos y dispuestos a realizar un gran viaje, la empresa Browning Pass Charters ofrece un ‘tour’ por la mágica Freedom Cove que permite visitar esta fantasiosa casa y conocer a sus creadores, que han demostrado que otra forma de vida es posible. 

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