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Esta lujosa vivienda creada con contenedores parece una flor que emerge del desierto de California
Whitaker Studio

Si preguntamos a cualquiera que pasa por la calle si está dispuesto a vivir en un contenedor de transporte, aunque le garanticemos que dispondrá de todas las comodidades y funcionalidades propias de un hogar, seguramente nos mande a freír espárragos. Y es que, aunque es cierto que, en algunos lugares del planeta, usar estos objetos destinados al transporte como vivienda se está poniendo de moda como alternativa habitacional en lugares en los que mucha gente tiene dificultades para acceder a una vivienda convencional. Sin embargo, la idea más extendida, al menos en nuestro país, es que vivir así es poco menos que auténtica locura.

En este contexto, muchos arquitectos y diseñadores han decidido que vivir en un contenedor no tiene por qué implicar renunciar a las comodidades, e incluso lujos, de una vivienda de las que consideramos normales. Entre ellos tenemos tenemos al arquitecto británico James Whitaker, cabeza visible de Whitaker Studio, que ha sido capaz de diseñar una impresionante vivienda con unos cuantos contenedores. Y la verdad es que el resultado es absolutamente estremecedor.

En su página web, Whitaker se define como un arquitecto ecléctico, que toma lo que hay, lo reelabora, los transforma y lo dota de una nueva personalidad. “Whitaker Studio no tiene un estilo o una forma de trabajo establecida, sino una colección de intereses y temas en constante evolución que queremos explorar. Comenzamos cada proyecto sin preconcepción de lo que debería ser, aparte de que debería ser el mejor proyecto posible”, asegura James.

Una de sus últimas apuestas es muy arriesgada, ya que no solo ha basado el diseño en una composición de múltiples contenedores, sino que, además, lo ha ubicado en un lugar que, en principio, resulta bastante inhóspito: el desierto californiano de Joshua Tree. Un espacio que no se parece en nada a las idílicas y refrescantes imágenes de California a los que estamos acostumbrados a ver en series y películas.

Pero si nos quitamos de encima los prejuicios, las impresionantes características de esta estructura nos fascinarán. En primer lugar, el tamaño. No se trata de un pequeño contenedor habilitado como vivienda, sino que va mucho más allá. Con la unión de catorce contenedores elevados sobre pilotes, para permitir el paso del agua, dispuestos desde diferentes ángulos, se ha logrado un inmenso espacio que supera los 200 m2. La forma en que están colocados confiere al conjunto una bonita imagen desde el exterior, ya que se ha logrado que se asemeje a una inmensa flor blanca que brota de entre el seco suelo del desierto, con cuyos tonos ocres contrasta.

En segundo lugar, el interior, Whitaker se ha empeñado en maximizar el espacio tanto como ha sido posible y ha jugado con unos grandes ventanales que permitan, por un lado, permitir la entrada de abundante luz natural desde todos los ángulos, y, por otros disfrutar del arisco, pero bonito paisaje, que la rodea. Dispone de diversos espacios comunes como la cocina, un espacioso salón y el comedor, junto con tres habitaciones con sus correspondientes baños, amuebladas, todo ello complementado con mobiliario del diseñador y arquitecto Ron Arad. Además, para darle mayor claridad y brillo al espacio, se decidió revestir todas las superficies interiores y exteriores de color blanco. Para darle un toque de sostenibilidad y autosuficiencia, unas placas solares que revisten la cochera son las encargadas de proporcionar toda la electricidad necesaria.

Estamos seguros de que si eres de esas personas que cree que es imposible hacer de un contenedor un espacio para vivir de forma cómoda e, incluso elegante, este ejemplo te hará cambiar de opinión.

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