Las exposiciones universales son un escaparate de innovación arquitectónica y expositiva que presenta cada país sobre su historia y cultura. En 2025, la Expo de Osaka no está dejando indiferente a nadie con los maravillosos pabellones que han sido montados con referencias al propio Japón, a los navíos pérsicos o a ciudades saudíes.
Lo propio ha sido realizado por el pabellón de Uzbekistán, que destaca por recuperar el espíritu de la Ruta de la Seda, reinterpretándolo en clave contemporánea como un espacio de encuentro, aprendizaje y futuro. El propio estudio de diseño lo afirma, “la Ruta de la Seda era un lugar donde se encontraban diferentes culturas, se intercambiaban ideas y experiencias, y creo que explora exactamente la idea de la Expo, que 160 países vienen aquí”.
Inspiración en la Ruta de la Seda
El pabellón ha sido diseñado por el estudio alemán Atelier Brückner y se presenta bajo el lema “El jardín del conocimiento: un laboratorio para la sociedad del futuro”. La idea central parte de una referencia directa a los caravasares, aquellos refugios de intercambio cultural y comercial que jalonaban la antigua Ruta de la Seda. “Llamamos al pabellón el jardín del conocimiento y, básicamente, la idea es un laboratorio para las sociedades del futuro”, explica el estudio.
El edificio está ubicado en una de las parcelas más pequeñas del recinto, cerca de la entrada oeste de la Expo, “y la ocupamos en su totalidad, por eso tiene forma de triángulo”, señalan en el estudio. Esa disposición triangular permite que las tres fachadas sean visibles desde cualquier ángulo, reforzando su presencia dentro del conjunto de pabellones.
La propuesta juega con una metáfora visual: el nivel inferior está recubierto con ladrillos recuperados de distintas regiones de Japón que representa el suelo fértil; el nivel superior, en madera, evoca un bosque que emerge hacia la luz. El uso de madera local de Osaka subraya además el vínculo entre Uzbekistán y Japón, dos naciones con una larga tradición en carpintería.
Cada una de estas columnas del piso superior incorpora etiquetas NFC, que permiten a los visitantes descubrir información sobre el bosque de origen de la pieza, fomentando un vínculo directo entre naturaleza, tecnología y cultura.
Un recorrido inmersivo
El interior del pabellón propone un viaje que combina la herencia cultural con los retos de la modernidad. La planta baja alberga instalaciones multimedia centradas en la sostenibilidad, la educación y la innovación, elementos descritos por el equipo como “semillas para el futuro”. Allí se muestran iniciativas vinculadas a la Estrategia 2030 del país y proyectos alineados con los objetivos de desarrollo de la UNESCO, como programas de energías renovables.
En el corazón del espacio se ubica una plataforma móvil que conecta las dos plantas. Es el punto donde los visitantes “se sumergen por completo en esta idea del jardín”, define el estudio. En ella, los visitantes se ven inmersos de proyecciones envolventes y paisajes sonoros.
Lo más curioso de este espacio es que esta plataforma instalada tuvo que ser registrada como una montaña rusa debido a la estricta normativa sísmica japonesa. “Es la única plataforma móvil que se ha construido en Japón”, añadió el equipo.
La planta superior refuerza la idea de bosque y, al mismo tiempo, evoca el interior de la histórica mezquita Juma en Jiva, con sus hileras de columnas. Este espacio busca transmitir la experiencia de un lugar de encuentro colectivo, abierto al intercambio cultural, pero reinterpretado para los desafíos del siglo XXI.
El pabellón incluye, además, espacios singulares como una sala VIP diseñada junto a la creadora japonesa-libanesa Nada Debs, que incorpora taburetes de cerámica inspirados en la artesanía uzbeka, así como una tienda decorada con más de 11.000 azulejos azules fabricados por el ceramista Abdulvahid Bukhoriy Karimov con técnicas ancestrales.
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