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Convertir la cocina de un antiguo hotel, de apenas 24 m2 –con un sótano abovedado de 10 m2 más–, en una vivienda. Ese es el reto que la arquitecta parisina Anne Rolland aceptó en 2013. La diseñadora tiró abajo toda la estructura anterior a excepción de los suelos, inspirados en los clásicos ‘bistro’ de la ciudad de la luz. 

Para la estancia principal creo un mueble integral de madera nórdica que, además de separar los distintos espacios, hace las veces de armario, escritorio y plataforma con capacidad de almacenamiento sobre la que se ubica el dormitorio. 

El coste total de la rehabilitación de la vivienda rondó los 70.000 euros, una cantidad más que aceptable teniendo en cuenta la reforma tanto estructural como estética que necesitaba el inmueble, que data del siglo XVII y que llevaba más de 70 años abandonado. 

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