Comprar una casa requiere cada vez mayor esfuerzo para los hogares. La evolución de los precios de la vivienda y el incremento de los salarios no han ido a la par en los últimos 20 años en la mayoría de países de la OCDE. Los ingresos familiares que se necesitan para poder pagar la casa han crecido en más de dos años de salario bruto anual entre 2000 y 2020, según el organismo. En España, se necesitarían unos 11,1 años de sueldo íntegro para poder pagar la vivienda, frente a los 8,2 años de comienzos de siglo. Pero los hay muchos peores, como en Nueva Zelanda (18,7 años), Corea del Sur (16,6), Irlanda (16,1) o Luxemburgo (15,8).
Los años de renta media anual disponible equivalente al precio de una vivienda de 100 m2 aumentó en casi todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y casi se duplicó en algunos de ellos en la comparativa entre 2000 y 2020. “La reciente evolución del mercado de la vivienda corre el riesgo de reforzar las desigualdades preexistentes”, afirma el organismo en un reciente estudio de la organización ‘Fiscalidad de la vivienda en los países de la OCDE’.
Comprar una casa es cada vez más caro, lo que aleja a muchas familias del acceso a una vivienda en propiedad en la mayoría de países desarrollados. “Los precios reales de la vivienda y el alquiler han aumentado más rápido que la inflación y los ingresos en las últimas décadas, y si bien la reducción de los tipos de interés reales ha reducido los costes del pago de las hipotecas, esto solo ha amortiguado parcialmente el impacto del aumento de los precios de la vivienda”, recalca el informe.
Los últimos datos de precios en España del Instituto Nacional de Estadística (INE) destacan que la variación del Índice de Precios de Vivienda (IPV) en el primer trimestre de 2022 se sitúa en el 8,5% interanual, la cifra más alta desde el tercer trimestre de 2007.
Según el estudio, que toma datos de precios de la vivienda y de ingresos medios brutos de los hogares al año de 2020, los españoles necesitan 11,1 años de salario disponible para comprar una casa tipo de 100 m2. En la misma comparativa con el año 2000, los españoles necesitaban ‘solo’ 8,2 años de ingresos íntegros.
España se encuentra en los puestos de la mitad de la tabla de los 31 países de la OCDE con datos disponibles sobre la tasa de esfuerzo de las familias para comprar una casa en 2020. Los españoles están en línea con portugueses (11,4 años), suecos (11,2 años) y casi a la par con británicos (11 años)
Nueva Zelanda, Corea del Sur o Irlanda, los países que dedican más años de salario a comprar una casa
Hay situaciones más graves entre los países de la OCDE. Los cinco países con mayor tasa de esfuerzo para comprar una vivienda son Nueva Zelanda, donde las familias necesitan 18,7 años de renta disponible, seguido por Corea del Sur (16,6 años), Irlanda (16,1 años), Luxemburgo (15,8 años) y Australia (14,4 años), todos por encima de los 14 años.
Entre los 12 y los 14 años de salario íntegro para poder adquirir la casa aparecen Grecia (13 años), Holanda (12,9 años), Francia (12,8 años) y Suiza (12,6 años). Mientras que entre los 10 y los 12 años de tasa de esfuerzo, donde se incluye España y los países ya nombrados anteriormente se unen Austria (11,9 años) y Hungría (11,6 años), por arriba, y Eslovenia (10,6 años) y Bélgica (10,3 años), por abajo.
En el lado contrario, los hogares de EEUU solo necesitan el equivalente a 4,1 años de salario medio bruto anual disponible para financiar la vivienda. Por delante de Lituania (6,5 años) y Finlandia (6,7 años) o Japón (7,5 años), que se encuentran entre los países de la OCDE donde las familias pueden comprar una casa en menos tiempo de ahorro.
En Luxemburgo se ha más que duplicado la tasa de esfuerzo en lo que va de siglo
Otra manera de medir el impacto de los precios de la vivienda y su relación con la menor subida de los salarios es la comparativa de la tasa de esfuerzo entre 2000 y 2020. En esos 20 años, la situación ha variado mucho en países como Luxemburgo, donde se ha pasado de 6 años de salario en 2000 a los 15,8 años en 2020, casi 10 años de diferencia en la tasa de esfuerzo de los hogares.
Por detrás aparecen Nueva Zelanda (8,4 años de diferencia), Suecia (5,1 años entre 2020 y 2000) o Francia (5 años). Hasta 13 países presenten incrementos destacados de la tasa de esfuerzo en más de dos años, entre ellos España, con 2,9 años de aumento de lo que tienen que dedicar las familias al pago de sus casas. En 2000, ‘solo’ eran 8,2 años frente a los 11,1 de 2020.
También, Reino Unido (4,3 años de diferencia), Australia (4,1 años) o Canadá (3,7 años), presentan variaciones destacadas de la tasas de esfuerzo entre un año y otro.
Pero no en todos los países de la OCDE ha crecido la tasa de esfuerzo. Los años dedicados a comprar la casa son ahora menores que a comienzos del siglo XXI, con tasas de hasta dos años menos en Corea (2,2 años menos, muy cerca en Lituania (1,9 años) y Japón (1,7 años), y algo más estable en Irlanda (0,4 años).
Tampoco ha variado mucho la situación en Finlandia, donde se mantiene estable en 6,7 años de tasa de esfuerzo, junto a Portugal, Italia, Letonia, Alemania o EEUU, donde la variación es menor a un año.
Las consecuencias del aumento de los precios de la vivienda en los países de la OCDE
En este estudio, la OCDE también señaló varias consecuencias del aumento de los precios de la vivienda en términos socioeconómicos, que se pueden resumir en:
- El aumento de los gastos relacionados con la vivienda (alquileres o hipotecas) tiene “efectos más profundos” en las familias más jóvenes y de bajos ingresos;
- Los costes más altos de la vivienda hacen que a las familias más pobres les resulte imposible invertir en el mantenimiento de la vivienda o buscar una vivienda mejor para vivir
- Aumento de los desequilibrios socioeconómicos. “El aumento de los precios de la vivienda es una gran oportunidad para acumular riqueza, ya que los propietarios se benefician de importantes retornos de inversión”, añade la OCDE, y señala que también promueve un mayor acceso al crédito para los propietarios de viviendas, ya que los propietarios se benefician de los beneficios obtenidos.
- Sobre la inversión, muchas veces las casas sirven como garantía. Por otro lado, el aumento de los precios de las viviendas “representan una barrera cada vez mayor para la propiedad, al conllevar costes de compra iniciales más altos y cargas hipotecarias más altas para los nuevos compradores”, como los jóvenes y las familias de bajos ingresos.
- Segregación espacial. El crecimiento del precio de la vivienda varía considerablemente entre las regiones, con diferencias regionales cada vez mayores en los valores de las propiedades, lo que restringe la capacidad de las familias de bajos ingresos para vivir cerca de donde trabajan “La inflación de los precios de la vivienda también puede contribuir a la segregación espacial, con implicaciones importantes para el bienestar de los hogares, el acceso a los servicios públicos y la movilidad social, lo que puede generar largos viajes al trabajo y afectar negativamente su bienestar”, explica el estudio.
- La OCDE concluye que además, también puede “afectar a la capacidad de las familias para trasladarse a zonas que ofrecen mejores oportunidades de empleo y educación o acceso a servicios públicos de mayor calidad, reforzando así las desigualdades económicas existentes”, concluye.
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