Este tipo de activos no solo ofrecen rentabilidades atractivas, sino que aportan seguridad jurídica en un contexto actual
Cataluña: la inversión inmobiliaria pasiva se consolida en la periferia
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La inversión inmobiliaria pasiva es un modelo en el que el inversor deposita el capital para ser gestionado por un profesional del sector. Está diseñada para quienes desean generar patrimonio, pero carecen de tiempo, conocimientos o contactos en el mundo inmobiliario. De esta manera, a través de un asesoramiento personalizado y una gestión integral, se optimiza cada inversión para asegurar estabilidad y rentabilidad a largo plazo.

La vivienda pasiva en Cataluña se encuentra en fase de consolidación y expansión, “especialmente en zonas periféricas donde el coste del suelo permite desarrollar proyectos eficientes sin perder rentabilidad”, según Juanlu Cruz, cofundador y co-CEO de Inversiva.

La posibilidad de invertir en inmuebles cuidadosamente seleccionados tras un minucioso análisis del mercado local, y gestionados de forma integral —desde la compra hasta el uso por parte del cliente final—, convierte esta fórmula en una alternativa muy valorada. Según el experto, permite al inversor mantener el control de su patrimonio sin sacrificar tiempo, tranquilidad ni conocimiento del producto, incluso si el activo no se encuentra en su ciudad de residencia.

Las zonas claves para los inversores en vivienda pasiva en Cataluña

Barcelona continúa siendo una ciudad de referencia en el mapa internacional, pero en lo que respecta a la inversión en vivienda pasiva, ya no representa el epicentro más atractivo. Los expertos analizan que las restricciones urbanísticas, la falta de suelo disponible y los altos precios de entrada, unidos a una regulación cada vez más estricta en materia de vivienda turística, están desplazando el foco inversor hacia otras zonas con mayor equilibrio entre rentabilidad, sostenibilidad y estabilidad normativa.

Reus

Por ello, “la oportunidad se está trasladando a municipios fuera del área metropolitana inmediata, donde aún es posible encontrar activos de calidad con precios razonables y demanda consolidada”. Para invertir en vivienda pasiva, un ejemplo es Reus, donde Inversiva desarrolla actualmente un proyecto adaptado a esta nueva lógica: “invertir en zonas bien conectadas, con potencial de revalorización y menor exposición a las limitaciones regulatorias”.

Costa Brava

Otro foco creciente es la costa catalana, especialmente localidades en la Costa Brava, como l’Estartit. “Aquí encontramos una tipología de inversión muy valorada por el inversor catalán: edificios destinados exclusivamente al uso turístico, situados en zonas ya consolidadas, bien conocidas por el público local y fuera del alcance de las normativas restrictivas que afectan a las viviendas turísticas en grandes ciudades como Barcelona”, destaca. 

Cataluña: la inversión inmobiliaria pasiva se consolida en la periferia
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Este tipo de activos no solo ofrecen rentabilidades atractivas (gracias a la alta demanda estacional), sino que aportan seguridad jurídica en un contexto en el que muchos inversores buscan fórmulas sostenibles y protegidas frente a los cambios normativos.

¿Cuál es el perfil de inversor en vivienda pasiva en Cataluña? 

En general, comparte muchos rasgos con el nuevo inversor emergente a nivel nacional: personas que ya no provienen necesariamente de grandes patrimonios, sino ahorradores conscientes, con ingresos medios y una visión estratégica a largo plazo.

Según datos de Inversiva, este nuevo perfil está compuesto en su mayoría por hombres de entre 35 y 55 años, con ingresos mensuales de entre 1.500 y 2.500 euros, y un nivel de ahorro que ronda los 25.000 a 50.000 euros, según la modalidad de inversión elegida. Se trata de personas que han asumido que la única forma de no perder poder adquisitivo es poner sus ahorros a trabajar, y buscan fórmulas con riesgo moderado y sin necesidad de gestión directa.

Este cambio responde a una transformación estructural del mercado: “En 2008, el 62% de los menores de 35 años tenía una vivienda en propiedad; hoy esa cifra apenas alcanza el 30%”. Ante la dificultad de acceder a la compra tradicional, la inversión pasiva se presenta como una vía realista y eficiente para proteger y hacer crecer el ahorro sin asumir el desgaste de gestionar un inmueble.

Ahora bien, en Cataluña se observan matices diferenciales importantes. Juanlu Cruz nombra que se trata de un inversor más sensibilizado con el entorno regulatorio y con los riesgos asociados a la inseguridad jurídica. Aspectos como la proliferación de normativas locales (como la Ley de contención de rentas del alquiler, la suspensión de licencias turísticas o las restricciones a la compra por parte de extranjeros) y el temor a la ocupación ilegal influyen de manera clara en su proceso de decisión. 

“De hecho, incluso por encima del nivel impositivo, tradicionalmente asociado al perfil catalán, lo que realmente pesa es la búsqueda de tranquilidad, previsibilidad y control”, responde.

El barcelonés se perfila como zona creciente en inversión inmobiliaria pasiva

Desde Inversiva observan una tendencia creciente hacia la inversión pasiva en Cataluña, y especialmente en el área del Barcelonés. Para el experto, el motivo principal es económico: Cataluña cuenta con uno de los salarios medios más altos del país, lo que genera una base de ahorradores activa que busca fórmulas seguras para proteger y rentabilizar su dinero.

Según el INE, el salario medio en Cataluña ronda los 2.140 euros mensuales, frente a una media nacional de 1.950 euros. Esto se traduce en una mayor capacidad de ahorro, especialmente en el tramo de edad entre 35 y 55 años, “donde se concentra la mayoría de nuestros inversores”. Al mismo tiempo, el precio medio de la vivienda en la ciudad de Barcelona supera los 4.000 €/m², una cifra que aleja a muchos de la posibilidad de adquirir una propiedad local como inversión rentable y sostenible.

Este desajuste ha hecho que muchos inversores catalanes además no se enfoquen exclusivamente en su región, sino que amplíen su mirada hacia zonas con mejor equilibrio entre precio de entrada y rentabilidad. “Es aquí donde ciudades como Valencia, Málaga o Zaragoza están ganando protagonismo”. 

El inversor catalán valora poder acceder a un producto de inversión que conoce, aunque no esté en su barrio ni en su comunidad. Lo que busca es una oportunidad segura, que no le suponga una carga adicional en su día a día, y que le permita construir patrimonio sin renunciar a su estilo de vida. “Por eso, aunque la demanda desde Cataluña va en aumento, la inversión no se queda dentro de sus límites geográficos. El perfil que trabajamos en Inversiva es el de un ahorrador informado, que entiende que el buen producto no siempre está al lado de casa, sino donde el análisis del mercado dice que hay oportunidad real”.

 

 

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