
El largo declive de la democracia mundial se detuvo en 2022, según la última edición del Índice de Democracia de eui, una filial de The Economist. La encuesta anual califica el estado de la democracia en 167 países sobre la base de cinco medidas con una puntuación máxima de diez: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política democrática y libertades civiles. Según la última edición, casi la mitad (45,3%) de la población mundial vive en algún tipo de democracia, mientras que más de un tercio (36,9%) vive bajo un régimen autoritario. La puntuación global de 5,29 sobre 10, una subida de solo 0,01 respecto al año anterior, representa un estancamiento y no una inversión de la recesión democrática iniciada en 2016, que parecía probable.
España sigue entre los países con una democracia completa y se sitúa en el puesto 22 en un ranking liderado por Noruega, Islandia y completa el podio Suecia.
Una de las razones por las que se esperaba un rebote de la democracia era el levantamiento de las restricciones relacionadas con la pandemia en 2022. La supresión generalizada de las libertades individuales, inicialmente destinada a proteger a la población del covid-19, arrastró las puntuaciones en 2020 y 2021. Pero cualquier mejora en 2022 se vio contrarrestada por la evolución negativa en otros ámbitos. Además, China -donde vive casi una quinta parte de la población mundial- no puso fin a su política de covid cero hasta diciembre, después de haber encerrado a decenas de millones de sus ciudadanos durante meses a lo largo del año. El gobierno abandonó esta política tras las protestas generalizadas en su contra. Pero la respuesta represiva del Estado a esas protestas contribuyó a que la puntuación de la democracia en China descendiera a 1,94 sobre diez, la más baja desde que comenzó a elaborarse el índice en 2006.
Rusia registró el mayor retroceso democrático de todos los países del mundo, cayendo 22 puestos en la clasificación hasta el 146º. Alrededor de dos tercios de la población vive en países cuyos gobiernos son neutrales o proclives a Rusia. El aparato propagandístico de Putin intenta convencer a los países del Sur de que el objetivo de Occidente es "dividir y destruir" a Rusia. En la propia Rusia, el firme control del Estado sobre los medios de comunicación y la represión de los manifestantes antibelicistas contribuyeron a que la puntuación alcanzara un mínimo histórico de 2,28.
La polarización sigue siendo la mayor amenaza para la democracia en Estados Unidos, aunque la participación históricamente alta en las elecciones de mitad de mandato de noviembre y el amplio rechazo a los candidatos que siguen negando los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 contribuyeron a que la puntuación del país se mantuviera estable en 7,85. Más al sur, el fallido golpe de Estado del presidente de Perú, Pedro Castillo, debilitó una democracia ya de por sí inestable. El índice clasifica ahora al gobierno de Perú como "régimen híbrido" en lugar de democrático.
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