Ocupadas como refugio ante las inclemencias del tiempo y como protección frente a otras especies, las cuevas están estrechamente relacionadas con la historia de la humanidad. De hecho, todavía hoy, aunque por razones diferentes, en muchos lugares de España y del mundo, es habitual vivir en casas-cueva con todas las comodidades contemporáneas.
Lo habitual es que se ocupen cuevas naturales o que se excaven sobre la roca para adecuarlas a las necesidades. Sin embargo, su confort térmico y sus formas orgánicas son tan preciadas, que algunas personas quieren que sus casas sean como una cueva. Así es el caso de The Wild House en la India.
Una cueva escultórica
El estudio de arquitectura Earthscape Studio es el artífice de esta vivienda orgánica situada en una granja de Tamil Nadu, cerca de la ciudad de Mettupalayam (India). Su forma exterior se concibe como una cáscara escultórica recubierta de cal con el fin de crear un interior sinuoso, simulando la de una cueva.
The Wild House cuenta con 134 m2 y, aunque su forma es plenamente contemporánea, también busca una concepción orgánica, no solo por sus formas, sino también por los acabados naturales. Como, por ejemplo, se puede destacar el enlucido de cal conocido como thappi aplicado sobre el armazón estructural de ferrocemento.
El interior, por su parte, está revestido por una variedad más texturizada de yeso de barro, lo que, combinado con suelos de yeso de cal, le da esa atmósfera de caverna a la casa.
El estudio describe la mirada orgánica de la siguiente manera: “empezamos nuestro diseño centrándonos un 25% en la construcción y un 75% en la naturaleza”. En ese 25% se encuentra su parte práctica y es que, ese diseño de la estructura también se debe a elaborar una vivienda evitando columnas y vigas, creando de esta manera una estructura autosuficiente.
Pliegues y curvas
The Wild House se distribuye en torno a un patio central arbolado rodeado, como si de un claustro se tratara, por un pasillo arqueado al cual se accede desde una abertura en forma de túnel. Según el estudio, “la masía se pliega con sorpresas para cada espacio, aportando curiosidad sobre ellos”.
En los bordes de este pasillo central en forma de donut se encuentra un bar, una sala de estar y dos dormitorios. La ventilación de estos espacios se realiza por unos respiraderos con forma de cono hacia el exterior, como si fueren unas chimeneas.
Todas las ventanas son horizontales y longitudinales, y están parcialmente hundidas. Contrastan con las grandes puertas acristaladas que dan acceso al patio central.
Pero lo más destacable del interior es su atmósfera de cueva creada por los pliegues y las curvas, lo que ofrece una experiencia salvaje, como de otros tiempos pasados en la que estábamos más conectados con la naturaleza.
Por esa razón, con una mirada hacia la arquitectura de tierra, el estudio lo tuvo claro: “más importante que los materiales son los artesanos: elegimos los materiales basándonos en los artesanos locales, expertos en técnicas y materiales locales”.
Con esta idea, todo el mobiliario de la vivienda está hecho a medida para que encaje con las formas orgánicas del edificio. Así, por ejemplo, “la cama, los cojines y las telas están hechos a medida según su propia forma y juegan a crear una sensación de opulencia”.
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