Entre el 'alivio' y la 'indignación': el expropietario de Casa Orsola firma la venta sintiéndose 'manipulado'
Bcn.cat

Albert Ollé, empresario inmobiliario y hasta ahora propietario de la Casa Orsola, ha formalizado la venta del emblemático edificio modernista al Ayuntamiento de Barcelona por 9,2 millones de euros. Lo ha hecho “aliviado, pero también indignado”, según confiesa en una carta abierta en la que denuncia la presión política, el señalamiento público y la “manipulación orquestada por los Comunes”.

En el escrito, Ollé lamenta el rumbo que ha tomado la gestión del conflicto por la Casa Orsola, situada en el Eixample barcelonés, convertida, dice, “en un símbolo distorsionado del debate sobre vivienda”. “Hay que rescatar a Barcelona de la demagogia”, afirma con contundencia.

La carta, al que ha tenido acceso Crónica Global y firmada apenas unas horas después del acto notarial, es también un reproche al uso de fondos públicos: “El dinero público costeará alquileres de privilegio para vecinos que no son vulnerables ni de lejos, mientras miles de barceloneses continúan sin una vivienda asequible”.

El empresario arremete contra el silencio institucional mantenido durante el conflicto: “Se ha convertido en un manual de la manipulación orquestada por los Comunes”, señala, una estrategia que, en su opinión, se ha desarrollado “con el silencio cómplice de los partidos políticos durante tres años”.

Critica también el mensaje contradictorio que ha transmitido el caso: “La imagen es obscena: pancartas que claman por el derecho a la vivienda colgando de un edificio sostenido con los impuestos de todos para blindar las rentas de los privilegiados”.

En su diagnóstico del mercado residencial de la ciudad, Ollé señala directamente al legado normativo de los gobiernos anteriores: “Ocho años de gobierno Colau, con el famoso 30% de VPO por bandera, solo ha conseguido 65 pisos protegidos”. Mientras tanto, advierte, “la construcción privada quedó en un punto muerto, y los más de 10.000 nuevos hogares que podrían haberse elevado quedaron en nada”.

Según el promotor, Barcelona vive ante la “asfixia normativa e inseguridad jurídica”, un contexto que ha llevado a que “se están disparando las compraventas”, ya que “muchos propietarios prefieren vender antes que arriesgarse a perderlo todo”. Frente a ese panorama, lanza un mensaje rotundo: “Menos oferta, precios más altos, no se necesitan teorías sofisticadas para entenderlo”.

Reivindica la figura del propietario como parte de la solución, no del problema: “El propietario no es el culpable, sino la solución imprescindible de un mercado saludable”. Y lanza una advertencia: “Si se penaliza a los dueños, se empobrece el parque disponible y se ahuyenta la inversión que tanto necesitamos”.

Entre sus propuestas para revertir la situación, defiende que “restringir precios y eliminar apartamentos turísticos sin un plan alternativo no abaratará nada; al contrario, acelerará la huida de la oferta”. La receta, dice, es clara: “La seguridad jurídica, incentivos a la propiedad y desalojo exprés de cualquier okupación en 24 horas”.

Dirige también un mensaje directo al alcalde Jaume Collboni, a quien insta a liderar un cambio: “Tiene ante sí la oportunidad de ser recordado como el primer edil que reactivó la obra nueva, liberó suelo y defendió la propiedad privada”. En caso contrario, advierte, “quedará como un nombre más en una lista de los problemas”.

Con la venta consumada, Ollé cierra una etapa que ha marcado su trayectoria empresarial y personal. “He cerrado la última puerta de Casa Orsola con tristeza, pero también con la convicción de que solo recobrando el sentido común y el respeto por los valores pisoteados podremos rescatar Barcelona de la demagogia”. Y concluye: “Barcelona necesita certidumbres, no problemas”.

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